Miguel Pesce. expresidente del Banco Central (BCRA) durante la gestión de Alberto Fernández, cuestionó la estrategia monetaria y cambiaria del Gobierno, advirtió que se “descuidó la brecha externa” y que la eliminación de instrumentos de política monetaria “agravó la presión sobre el dólar”. En diálogo con Ámbito, sostuvo que la salida del cepo "es una decisión económica, no política" y planteó que el gran desafío es canalizar el ahorro argentino hacia el mercado de capitales local.
Miguel Pesce, expresidente del BCRA: “Decir que había un exceso de pasivos remunerados es decir que había un exceso de ahorro, una locura”
En diálogo con este medio, el expresidente del BCRA repasa aciertos y errores de su gestión y advierte que el actual esquema cambiario y monetario del Gobierno “descuidó la brecha externa” y agravó la presión sobre el dólar.
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"Si nosotros no desarrollamos el mercado de capitales, lo que ocurre es que el ahorro argentino te presiona sobre la balanza cambiaria", dice Pesce.
Pesce también criticó la mirada del gobierno de Javier Milei sobre los pasivos remunerados heredados a diciembre de 2023. "En un país que no tiene infraestructura, que debe invertir para sacar su petróleo y su gas al exterior, decir que había un exceso de instrumentos monetarios del Banco Central es decir que había un exceso de ahorro, una locura. Porque detrás de las LELIQs y de los Pases que tenía el Banco Central, había depósitos en pesos, que no eran del Gobierno, eran de las personas", remarca sobre el tema.
Por otro lado, señaló al último comunicado del FMI que ratifica el programa económico actual por su “tinte político” y subraya que “el único reincidente con el Fondo es Argentina”.
Tras su paso por la gestión pública, actualmente asesora al senador nacional José Mayans en materia económica-financiera, y pertenece al equipo de trabajo de Grupo Moneda, Desarrollo y Equidad (MDE).
También marca los aciertos y desafíos que dejó su gestión en el Banco Central y los problemas que avizora con el actual esquema cambiario.
A continuación, el diálogo completo con el exfuncionario de protagonismo clave de la política monetaria y cambiaria aplicada durante la anterior gestión presidencial.
Periodista: ¿Cómo podría definir hoy el esquema cambiario y monetario que sostiene el Gobierno?
Miguel Pesce: El Gobierno consideró que la única brecha que tenía que cerrar en la macro argentina era la fiscal, y la mayor debilidad que tiene la macro es el sector externo. Entonces, para conseguir el equilibrio macroeconómico, no solo tenés que cerrar la brecha fiscal, sino tenés que cerrar la brecha externa, tema que descuidó completamente.
Hacia fines del año pasado y comienzos de este, con el Tesoro ya mostrando superávit primario, ensayaron dejar crecer la economía y rápidamente se toparon con la restricción externa, ¿no?”
P.: ¿Qué implica toparse rápidamente con la restricción externa?
M.P.: Dejaron de acumular reservas a través del superávit comercial, que lo habían conseguido postergando fundamentalmente los pagos de importaciones y haciendo caer las importaciones por la recesión del año pasado. Esto se empezó a relajar y se chocaron con la restricción externa, lo que generó los problemas que vimos en el primer trimestre, caída de reservas, aumento de la inflación, y del riesgo país. Y ese es un problema que todavía no pueden resolver y desde entonces han estado erráticos.
También han puesto el acento en cuestiones que no son relevantes, pero que tienen impacto en la opinión pública como el tema de sanear el balance del Banco Central y cosas por el estilo y también este asunto de que el Banco Central no puede hacer política monetaria, entonces no puede tener un instrumento que ordene el mercado de dinero en la Argentina, el Banco Central no puede intervenir en el mercado cambiario cuando el país tiene una volatilidad muy grande por su propio comercio. Las divisas entran en nuestro país en determinados meses del año y después te quedas con las importaciones prácticamente, por lo menos hasta que empiece a entrar hidrocarburos y minería, esta va a ser la realidad.
Bueno, todos estos desaciertos llevaron a lo que ocurrió en el primer trimestre de este año. Luego se suma la eliminación de las LEFIs- ya no había más LEBACs ni LELIQs, tampoco podes hacer pases- ¿y con qué instrumento haces política monetaria? Cuando eliminaron ese instrumento cayó la tasa de interés violentamente y eso agravó todavía más la situación del sector externo,por la propensión a comprar dólares que tienen los ahorristas argentinos. Entonces, lo que estamos teniendo este año es una política monetaria y cambiaria muy errática que no ayuda a darle certidumbre a la economía.
P.: Los pasivos remunerados generados durante la gestión de Alberto Fernández, ¿eran un problema a resolver con urgencia?
M.P.: No, acá hay un problema de fondo que lo empiezan a mencionar algunos funcionarios del Gobierno, que es que la Argentina es un país desigual y a la vez que tenés gente pobre, tenés gente con capacidad de ahorro. Aun en los peores momentos y contextos de la macroeconomía argentina, tenés un sector que puede ahorrar. A eso se suma que la Argentina no tiene un mercado de capitales que digiera ese ahorro. Entonces, ¿qué es lo que hace? Si nosotros no desarrollamos el mercado de capitales, lo que ocurre es que el ahorro argentino te presiona sobre la balanza cambiaria.
En un país que no tiene infraestructura, que tiene que invertir para sacar su petróleo y su gas al exterior, decir que había un exceso de pasivos monetarios es decir que había un exceso de ahorro, una locura. Porque detrás de las LELIQs y pases que tenía el Banco Central, había depósitos en pesos, que no eran del Gobierno, eran de las personas. Si en la Argentina la tendencia es comprar dólares, la solución de fondo es que eso se invierta. De hecho, una de las fallas que tiene el RIGI es no haber obligado a las empresas que entraban en el régimen a abrir con deuda o capital al mercado local.
Entonces, si no resolvemos esa paradoja, y este Gobierno no la va a resolver porque hasta ahora no le prestó atención al asunto, siempre vas a tener un Banco Central que esteriliza dinero. Pero el esquema ideológico del Gobierno le impide ver estos problemas y los razona de una manera equivocada. Y cuando el Gobierno dice, “nos vamos a retirar de la regulación del mercado de dinero”, lo que pasa es que se le desploma la tasa de interés, generando una presión sobre el dólar mucho más grande.
P.: El modelo de agregados monetarios que plantea el Banco Central, ¿lo aplican también otros bancos centrales del mundo?
M.P.: Todos los países del mundo hacen política monetaria. La región que se abstuvo de hacer política monetaria en su momento fue Europa. El Banco Central Europeo, con Jean Claude Trichet en la presidencia, terminó provocando una crisis que por poco se lleva puesto a España, Italia y unos cuántos países más.
A partir de que Mario Draghi llega al Banco Central Europeo y dice aquella famosa frase "vamos a hacer todo lo que sea necesario", el BCE empieza a intervenir en el mercado de dinero como hacen todos los países del mundo. Es imposible no hacer política monetaria.
P.: ¿Cómo es un día en la vida de un presidente del Banco Central argentino durante una corrida cambiaria?
M.P.: En el contexto en el cual te estás desenvolviendo, se generan situaciones de mucha tensión. Ahora, yo no puedo dejar de reconocer que el Banco Central tiene una burocracia altamente calificada con larguísima experiencia en todos estos tipos de eventos, que los han tenido que afrontar con diferentes gobiernos y encuadramiento macroeconómico. Indudablemente es mucho más difícil cuando vos no aplicás regulaciones cambiarias. Hay que tener en cuenta que, desde que liberó las regulaciones cambiarias para las personas físicas, este Gobierno ya acumula cerca de 12.000 millones de dólares en Formación de Activos Externos (FAE).
Este es un país donde en cualquier momento la tendencia a comprar dólares te puede volcar el balance cambiario. En el año 2018 el gobierno de Mauricio Macri tuvo una Formación de Activos Externos por 23.000 millones de dólares. Entonces, cuando vos sometés a la balanza cambiaria a ese estrés, la cosa se hace mucho más difícil.
P.: Entiendo, pero, personalmente, cómo lo afronta? ¿A quién acude?
M.P.: Primero te anticipás, sabés qué va a pasar. Yo, como presidente del Banco Central, tuve que afrontar una pandemia, la guerra de Ucrania, la sequía más grande de la historia argentina, una derrota de mitad de mandato y después todo lo que fue el resultado de la primera vuelta. Entonces, todas esas situaciones implicaron un estrés muy grande, pero el Banco Central tiene instrumentos para poder afrontar estas situaciones, e indudablemente es importante hablar con los miembros del Directorio que han tenido experiencia en esto. Además nosotros estábamos bajo el programa del Fondo sobre el final del Gobierno, así que tenías que hablar también con el Ministerio de Economía para ver cómo iban a afrontar estas situaciones.
Yo creo que a nosotros nos ayudó también que el secretario de finanzas, Eduardo Setti, sobre el final de la gestión hizo un excelente trabajo, en cuanto a la reprogramación de vencimientos. La oferta que se hizo al mercado de títulos públicos permitió que, acercándonos a las elecciones, no hubiera un precipicio de vencimientos de deuda del Tesoro y eso ayudó a llevar adelante la política cambiaria y monetaria, considerando que nosotros tuvimos que afrontar esto con una caída de las exportaciones del 25%. Fue una catástrofe pasar de exportar más de 80.000 millones de dólares, a exportar menos de 60.000 millones de dólares. El fin de la gestión no solo tuvo un problema político, sino que tuvo un problema estructural gravísimo que tuvimos que afrontar.
P.: ¿Qué pondera más en la salida del cepo cambiario, una decisión política o económica?
M.P.: Salir del cepo es una decisión económica. Vos necesitás que los argentinos ahorren en nuestro mercado de capitales. Eso es lo fundamental y yo entiendo el argumento de que los argentinos no quieren hacer esto por la volatilidad macroeconómica, pero los economistas estamos fallando en no encontrar una solución a este problema, porque si no le encontramos una solución, el crecimiento económico te pone en crisis.
¿Por qué? Porque vos empezás a crecer, generar ahorro, se empiezan a juntar pesos en el mercado monetario y eso se convierte en una presión permanente sobre el mercado cambiario. Los economistas no le estamos encontrando solución a este punto que yo creo que es fundamental. Si logramos canalizar el ahorro argentino en inversiones en la Argentina, yo creo que el cepo no es necesario. Si no logramos eso, lo que vas a tener es que vamos a volver a formar en el exterior 400.000 millones de dólares en activos y la Argentina va a seguir buscando para hacer el Oleoducto Vaca Muerta Sur plata en el exterior, lo cual es algo absolutamente paradójico e irracional.
P.: Cuando faltan dólares, ¿el Fondo Monetario es un salvavidas, o un salvavidas de plomo?
M.P.: Mirá, el único país que reincide con el FMI es la Argentina. Ninguna nación que pasó por un programa del Fondo quiere volver a someterse a uno similar. El organismo puede funcionar como un bastón, pero no se puede vivir toda la vida apoyado en él. El problema es que los gobiernos de corte liberal insisten en endeudarse cada vez más con el FMI.Y cada vez que se recurre al organismo se produce una cesión de soberanía: dejás de decidir vos y el Fondo empieza a intervenir en tus decisiones.
P.: ¿Avizora una crisis cambiaria con este esquema cambiario?
M.P.: Primero hablemos un poquito a largo plazo y mostremos el optimismo. En 2022 o 2023, desde el Banco Central publicamos una proyección de exportaciones e importaciones que mostraba que para 2030 la Argentina estaría exportando 130.000 millones de dólares. Esa cifra viene siendo confirmada por informes privados del mercado, que proyectan exportaciones por 35.000 millones de dólares sólo en hidrocarburos hacia fines de 2027. A eso hay que sumarle la minería, que registra inversiones muy fuertes y será un aporte extraordinario a nuestra balanza comercial.
Además, hay sectores industriales argentinos que han demostrado competitividad: el automotriz, la industria del conocimiento, el aluminio, empresas de consumo masivo con capacidad exportadora. Todo eso nos lleva a proyectar esos 130.000 millones. Una Argentina exportando esa cifra resuelve su problema estructural de restricción externa al crecimiento. El asunto es cómo llegamos a fines de 2027, porque hoy exportamos en torno a 30.000 millones de dólares. El gobierno anterior funcionó con restricciones cambiarias, y este gobierno todavía no sabe cómo resolver ese problema. Hasta ahora lo ha enfrentado tomando 14.000 millones de dólares del Fondo Monetario, 2.000 millones mediante un repo del Banco Central y acudiendo al endeudamiento del sector privado con el sector externo. Es decir, todo deuda.
Esa deuda hay que pagarla. Y esto empieza a cuestionar la bonanza futura que promete el crecimiento de las exportaciones. Porque si a ese esquema le seguís agregando deuda al balance cambiario de la Argentina, ponés en duda que cuando alcances esos niveles de exportación las divisas efectivamente estén disponibles para crecer. Eso es lo que el mercado observa. El Gobierno enfrenta vencimientos semestrales de 4.000 millones de dólares en títulos de deuda del Tesoro y no está acumulando reservas. Entonces, ¿con qué lo va a pagar? Por eso el riesgo país se encuentra en los niveles actuales.
Hay razones para el optimismo, porque cuando elaboramos aquel informe el 2030 parecía lejano, pero ya no lo es tanto. Si hubiéramos estado en el gobierno, seguramente habríamos acelerado las obras de infraestructura en hidrocarburos y la inversión en minería. Esa bonanza que todos prevén podría haberse adelantado en el tiempo. Hoy el Gobierno tiene que ingeniárselas con estas “ingenierías” de endeudamiento, tasas de interés y otros mecanismos para evitar que el mercado cambiario se estrese y que, antes o después de las elecciones, se produzca una crisis cambiaria.
P.: ¿Ve cercano el fin de las bandas cambiarias?
M.P.: Eso dependerá de dos factores: por un lado, las compras de dólares para ahorro de los argentinos. Si seguimos con los niveles actuales de demanda, la presión sobre el mercado va a ser muy grande. Por otro lado, el turismo: a fin de año probablemente nos vuelva a sorprender la demanda de dólares en ese rubro.
Si ambas dinámicas continúan como hasta ahora, la presión sobre el mercado cambiario será considerable. ¿Cómo la sostendrá el Gobierno? Con más recesión. Hasta ahora, la receta ha sido recesiva. El problema es que la recesión empieza a impactar electoralmente, y profundizarla podría tener un costo político fuerte en octubre. Y los argentinos sabemos cómo funciona esto: si no es antes de octubre, será después, pero en algún momento habrá que hacer un ajuste.
P.: El FMI convalidó, mediante un comunicado, el programa económico del Gobierno, justo cuando se anunció la intervención con dólares del Tesoro. Además, redujo notablemente la meta de acumulación de reservas. ¿Le parece una actitud benevolente? ¿Mostró la misma paciencia con el gobierno de Alberto Fernández?
M.P.: Primero, es inusual que aparezcan esos comunicados del Fondo en contextos políticos. Que el organismo salga a pronunciarse justo después de un revés electoral del Gobierno no es lo habitual para una institución que debería mantener un perfil técnico y multilateral. Evidentemente busca ayudar al Ejecutivo a sobrellevar la situación política generada por el propio programa económico que avala el FMI. Pero esta vez el tinte político es muy marcado.
No había ninguna razón para que emitieran ese comunicado. Hasta ahora, además, no han tocado dólares del Fondo para intervenir en el mercado cambiario: han usado deuda, sea con el repo o con el endeudamiento del sector privado en los mercados financieros. La incógnita es qué ocurrirá si en algún momento deben recurrir a los dólares del Fondo. La impresión es que esto ya lo vimos en 2018 y 2019. ¿Van a tropezar dos veces con la misma piedra? Es llamativo que un organismo de este tipo deje de mostrar un perfil técnico para tomar decisiones con tanto sesgo político.
P.: Por último, ¿qué aciertos y autocríticas podría destacar tras su paso por la presidencia del Banco Central?
M.P.: Gestionamos entre 2020 y 2023 un contexto permanente de crisis, pandemia, guerra y sequía. Difícil que se reconozca alguna virtud cuando la gestión significa sobrellevar situaciones críticas. De todas formas, el objetivo de conseguir que la Argentina crezca sostenidamente se consiguió dos años, 2021 y 2022. El tercer año consecutivo de crecimiento se vio frustrado por la peor sequía de la que se tenga memoria.
Creo que abrir con las empresas de consumo masivo y exportadoras caminos de diálogo para que puedan producir más fue un acierto también. En el sistema de pagos se dieron avances muy importantes para la digitalización de las transacciones, bajo un esquema complejo de construir sobre las plataformas ya existentes.
En el contexto que nos desenvolvimos fue difícil gestionar pero también autocriticarnos. Debimos hacer más para desarrollar el mercado de capitales. Sin embargo, los pasos que se dieron en un contexto completamente adverso para crear un mercado de deuda pública profundo y líquido con un prestamista de última instancia detrás fueron también valiosos.
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