Si bien podríamos adornar las cosas, hablando de una reacción negativa a las palabras del presidente Bush, que luego se convirtió en calma al ver cómo el presidente de la Reserva Federal mantenía la calma y no cambiaba intempestivamente su actitud (por más que las presiones desde el ejecutivo o las geopolíticas estén creciendo), lo cierto es que la jornada de ayer vista en un marco más amplio fue intrascendente. Es cierto que el mercado arrancó a la baja y el Dow llegó a marcar un mínimo intradiario para lo que va del año, pero hablamos de una caída que no superó 1,77%, algo perfectamente normal para los tiempos que corren. También es cierto que podríamos achacar la recuperación al informe del Comité Abierto, pero el mercado ya había estado ganando terreno de manera casi ininterrumpida durante las cuatro horas previas y para cuando sonaba la campana de cierre la mejora era de apenas un modesto 0,27 por ciento para el Dow que quedaba en 8.110,71 puntos y de 1,18 por ciento para el mercado electrónico. Entre bajas y subas, la sensación que quedó es que lo acontecido ayer obedeció simplemente al comportamiento de lo que puede ser un mercado sobrevenido, en el cual los inversores se vieron obligados a cubrir posiciones a medida que los precios se recuperaban de la mano de una ligera presión alcista sobre los mismos. El leve crecimiento del volumen negociado que no alcanzó a pasar de 1.550 millones de papeles en promedio entre los dos principales mercados, parecería dar sustento a esta idea. Si algo queda de lo ocurrido ayer que nos sirva para el futuro es que los inversores siguen a la expectativa de lo que el mundo le conteste a la administración Bush.
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