30 de junio 2006 - 00:00

Para pensar

Un economista dijo el miércoles algo grave: «La política de control de precios acumula inflación reprimida como un tipo de cambio fijo (convertibilidad): es fácil entrar pero muy difícil después salir».

En la Argentina llevamos más de 30 años creando ollas a presión en la economía. Salir de la convertibilidad era aconsejable e indispensable. No se atinó a encontrar el camino paulatino y se salió con devaluación violenta de 300%, en enero de 2002, cuyos efectos aún se sienten pese a que, milagrosamente, apareció la revalorización mundial de las materias primas por China y otros países asiáticos y nos llenó de divisas.

El economista, Miguel Kiguel, está señalando que un día pueden liberarse del actual congelamiento uno, dos o cinco productos y que eso implique que todos se sientan en igualdad para liberar los suyos y estaríamos ante un estallido inflacionario por la brusquedad.

Todos han aceptado «hasta fin de año» los congelamientos que se les pidieron -en realidad impusieron-. Pero este gobierno es reacio a los cumplimientos que no sean de su directo beneficio político. Prometió limitar la doble indemnización laboral y no cumplió; lo mismo las ejecuciones hipotecarias y tampoco lo hizo, alargándolas permanentemente; prometió cambiar la ley de accidentes de trabajo y de nuevo incumplió.

Con los congelamientos de precios es mucho más difícil porque nadie puede producir sin rentabilidad y, además, está el creciente riesgo empresario por las leyes laborales y los fallos judiciales que caen alarmantemente sobre las empresas.

Todo congelamiento, «pacto» o lo que sea del gobierno y sectores privados requiere tres elementos para no terminar un día en estallido tipo «Rodrigazo». Que la situación tenga un tiempo acotado; que el gobierno aproveche para las modificaciones estructurales que permitan afrontar sin violencia el final de ese tiempo acotado y, por último, que mientras se desarrollen esos dos procesos «todas las demás condiciones se mantengan iguales», algo que «Los Moyano», padre e hijo, no hacen agravando la situación.

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