Cuando hace casi un año el gobierno francés anunció que no acompañaba a los EE.UU. en su invasión a Irak, alguien desde el Congreso norteamericano sugirió el embargo al queso Brie, la ropa de alta costura, los vinos e incluso a las papas fritas (en inglés "papas francesas"), demostrando no sólo una supina ignorancia, sino una peligrosísima tendencia aislacionista. Por suerte no tuvo mucho éxito. Todavía nadie lo ha propuesto, pero con este antecedente no podemos apostar a que no veremos pronto un embargo a las aceitunas, el jamón serrano, el aceite de oliva e incluso a la mítica paella valenciana. Seguramente estamos exagerando, pero lo cierto es que las relaciones comerciales entre España y los EE.UU. han pasado su mejor momento y que de aquí en más las cosas les serán algo más difíciles a las empresas de la Península Ibérica en su relación con la mayor economía del mundo, por lo que se puede ya esbozar un listado de perdedores y ganadores. Pero esto es pensar demasiado hacia adelante y depende de cómo le calcen sus nuevos zapatos al señor Zapatero. Y hablando de zapatos, vamos a los nuestros. Un volumen aun por debajo de lo que ha sido habitual en las últimas ruedas -aunque es justo reconocer que en consonancia con lo que se espera de la rueda previa al triple vencimiento de las opciones-, datos sobre el crecimiento de los precios que realmente no asustaron -pero fueron mayores a lo esperado-, y una ausencia de noticias que llevó a muchos comentaristas a intentar justificar el 0,04% que perdió el Dow cerrando en 10.295,78 puntos, como algo positivo gracias a las noticias del frente afgano aquistaní. Mejor mirar las opciones.
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