10 de octubre 2006 - 00:00

Petróleo: ¿se está creando una burbuja?

Madrid - A pesar de la ligera desaceleración del precio del crudo, ¿podría haber una burbuja de petróleo? Bueno, sí. A principios de 2002, el petróleo se vendía aproximadamente a 20 dólares por barril y, a pesar de que ha llegado a estar cerca de los u$s 75 este verano, aún hoy sigue próximo a los 60. La causa principal yace en la relación más apretada entre suministro y demanda, y en el hecho de que el suministro (como nos lo recuerda la lucha en Medio Oriente) podría interrumpirse en cualquier momento.

La especulación tradicional también podría haber tenido su efecto, y ese hecho presenta la posibilidad de una burbuja. Pero toda burbuja sería un fenómeno peculiar, y si reventara y los precios bajaran en forma significativa, como está sucediendo, no deberíamos engañarnos pensando que podría ser indicio de una era de cómoda abundancia, porque no lo sería.

En las burbujas financieras, los precios quedan desconectados de lo esencial. En la cúspide de la burbuja de la tecnología, las acciones de las empresas puntocom, que no tenían ganancias (y tenían pocas perspectivas de tenerlas), se vendieron a precios fabulosos. En cambio, los precios del petróleo no están desvinculados de lo esencial.

A pesar de las quejas, el precio de la gasolina es aún accesible.

En realidad, debido a que las empresas y la gente necesitan el petróleo tan desesperadamente -es esencial para la mayoría de lo que hacemos-, toda posible escasez eleva los precios en forma aguda. En la jerga económica, la demanda es «inelástica». Un salto grande en los precios sólo la debilita levemente.

Durante décadas, hubo excedentes de crudo. En 1985, por ejemplo, el mundo usó 60 millones de barriles diarios (mbd) de petróleo, mientras que los países podían producir unos 70 mbd. Ahora la demanda es de unos 85 mbd, y todo excedente es mínimo. Las refinerías tampoco dan abasto.

De 1885 a 1999, los precios de crudo promediaron los 18 dólares el barril. Las inversiones en costosos yacimientos petrolíferos y en nuevas refinerías se volvieron no rentables. Las empresas redujeron los presupuestos. Mientras tanto, casi todo el mundo subestimó la demanda. Impulsada por China, ésta aumentó mucho más rápidamente después de 2000.

Los grandes actores son los inversores institucionales: los fondos de pensiones, los fondos de alto riesgo (vagamente regulados) y los bancos de inversiones.

Estos inversores han comprado contratos de futuros de petróleo y, en efecto, apuestan a que los precios en seis meses o un año excederán los precios actuales.

Desde 2002, las inversiones en futuros quizás se han quintuplicado a más de 100.000 millones de dólares, estima el economista especializado en energía Philip Verleger Jr., y generalmente han excedido los precios del momento.

  • Autoalimentación

    No está claro en qué medida esta especulación pudo llegar a elevar los precios, si es que lo hizo. El informe menciona cálculos que van de 7 a 30 dólares por barril. En teoría, el proceso podría alimentarse a sí mismo y crear una enorme burbuja.

    Pase lo que pase, deberíamos evitar la fácil conclusión de que los especuladores incrementaron artificialmente los precios del petróleo. En verdad, especulaban contra riesgos reales: el riesgo de que el petróleo del Golfo Pérsico no llegue, de que los huracanes del Golfo de México dañen las refinerías y los pozos de petróleo norteamericanos; de que los acontecimientos políticos en otras partes (en Rusia, Nigeria, Venezuela) reduzcan el suministro. El petróleo es esencial e incierto. Un país con sentido común minimizaría esta incertidumbre economizando su uso (mediante impuestos y regulaciones de combustible más estrictas) y desarrollando sus propios recursos. Hace años que deberíamos haber multiplicado nuestros esfuerzos; deberíamos hacerlo ahora.

    * Robert Samuelson es analista del diario «The Washington Post».
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