21 de marzo 2022 - 00:00

Francisco Buchara: "Apuntamos a crear 500 startups, y por qué no, algún unicornio"

La semana pasada se lanzó el fondo que invertirá u$s300 millones, para aspirar a triplicar la cantidad de empresas de biotecnología.

Francisco Buchara
Francisco Buchara

La semana pasada se presentó el fondo de inversión “SF500”, desarrollado por la compañía argentina Bioceres, en una alianza público-privada con el gobierno de Santa Fe. Invertirá u$s300 millones para crear 500 startups de ciencia y tecnología, en el ámbito de la biotecnología. En diálogo con Ámbito, Francisco Buchara, managing partner del SF500, afirmó que Argentina tiene que aprovechar el potencial de su sector científico y traducirlo en nuevas empresas, en un sector que será clave para los futuros desarrollos en el área de la alimentación, la salud y el medio ambiente.

“Lo que hay que hacer es que ese talento pase del área de la investigación a la creación de startups”, afirmó Buchara, de 34 años, quien llama a los inversores privados a sumarse al fondeo en un sector de “micro-multinacionales”, que se maneja en dólares por nacer pensando en mercados exteriores. Al mismo tiempo, promueve la participación del Estado en el fondeo: “El Estado no tiene que correrse, pero hay que agilizar las regulaciones”.

Periodista: ¿Cómo funciona el fondo SF500?

Francisco Buchara: Es un fideicomiso de u$s300 millones. Será con un esquema de aportes de 30 millones por año. Bioceres pondrá el 50%, la provincia de Santa Fe el 10%, y el otro 40% estará abierto, con aportantes del sector privado e inversores públicos estratégicos.

P.: ¿Por qué un inversor privado querría sumarse?

F.B.: Están los que la ven, mucho más después de lo que pasó con el covid. La biotecnología pasa por lo mismo que la tecnología en 1985. Las soluciones del mundo van a venir de la biotecnología, en alimentos, salud y medio ambiente. Otros la ven como una inversión financiera, porque entrás en pesos, pero toda esta industria es en dólares, porque son empresas “micro-multinacionales”, que apuntan a conquistar mercados internacionales. La biotecnología está dentro de la economía del conocimiento, es biología con tecnología, un sector en donde podríamos rápidamente diferenciarnos. Hoy encabezan países como Estados Unidos, Alemania, Israel, Corea del Sur, algo en Brasil, y no mucho más.

P.: En Argentina hay 220 compañías de biotecnología y tienen el objetivo de crear 500 en una década, ¿Es posible?

F.B.: Claro que se puede, esta semana anunciamos el lanzamiento de 4, y para fin de año queremos cerrar con 20 o 30 nuevas startups. La meta de 500 tiene que ver con generar fuerte masa crítica. En Argentina hay un altísimo nivel en la ciencia, y alrededor del 60% de los investigadores son de biotecnología. Tenemos el talento acá, que muchas veces termina yéndose afuera. Lo que hay que hacer es que ese talento pase del área de la investigación a la creación de startups. No somos simplemente un venture capital que da financiamiento y capital emprendedor, sino que además invertimos en plataformas, laboratorios, y tenemos una comunidad con mentores para potenciar el ecosistema y los negocios.

P.: ¿Se imagina inclusive que de esas 500 pueda surgir algún unicornio?

F.B.: Sí, ¿por qué no? De hecho Bioceres va camino a ser unicornio, y nosotros queremos como mínimo otras 5 Bioceres más, pero para que exista eso tiene que haber masa crítica y escala. Debajo de los unicornios hay un iceberg.

P.: El problema es que muchos de los unicornios argentinos son creados acá por argentinos, pero luego se radican en otros países. ¿Cómo resolverlo?

F.B.: En biotecnología esto es distinto, porque no es una startup que se juntan unos amigos con sus notebooks a hacer una app en Starbucks. Acá se necesitan enterrar activos físicos, fierros, patentes, laboratorios o líneas de investigación.

P.: ¿Cómo fue el momento en que pensaron en sumar al Estado de socio?

F.B.: Queremos darle al Estado la posibilidad de participar en los proyectos, no puede ser que solo se sume dando subsidios o créditos de capital de trabajo. Ya tuvo un rol cuando formó a investigadores en la universidad pública, así que lo invitamos a sumarse como inversor. Y para el Estado también es un beneficio, porque si a una historia le va bien, le va a volver todo multiplicado por diez. Lo que pensamos es que parte de las ganancias de las próximas startups puedan volver a la agencia de innovación de Santa Fe para volver a fondear ciencia básica. Sino la ciencia y tecnología en los presupuestos nacionales y provinciales está siempre compitiendo con seguridad o salud, en medio de momentos que hay que hacer ajustes. Es una tensión que desespera, teniendo talento y potencial. Podría ser una alternativa para que los presupuestos de ciencia y tecnología se autosustenten sin depender de esa lucha feroz por un 1 punto más o menos.

P.: ¿Qué podría hacer el Estado para facilitar condiciones?

F.B.: No tiene que correrse, tiene un rol central que lo dejó en evidencia la pandemia, los desafíos que se vienen son muy complejos, demandan escala, y para eso se necesita coordinación, por eso es importante que el Estado esté. Yo vengo de ser emprendedor, conozco el mundo privado, hay que saber leer el contexto, no importa quién este, la inflación, las condiciones laborales, los impuestos, eso va a estar al menos por ahora, pero también tenemos un talento impresionante a un costo de lo más competitivo del mundo. Lo que necesitamos es respuesta de los entes reguladores para que puedan avanzar y acompañar. Hoy querer sumarnos a competir con cualquier industria es difícil para desmarcarse, pero en biotecnología podemos ir de cero a mil muy rápido. Pero se necesitan regulaciones. Canadá es líder mundial en cannabis, y no tiene nada que nosotros no tengamos. Pero hace una década avanzó con las regulaciones necesarias. Debe haber discusiones, tenemos que darlas.

P.: ¿En el mundo estos fondos mixtos funcionan?

F.B.: Nosotros no lo inventamos, funciona hace mucho en Israel, Inglaterra y Estados Unidos. En North Carolina lo que vi era todo un modelo donde participaban las universidades, los emprendedores, las empresas, y el Estado. Y luego el Estado le queda una parte de una compañía o parte de un fideicomiso.

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