Corriendo carreras, a ver quién triunfaba en la «picada» del riesgo-país (caída de los bonos) y la gran debacle accionaria: pues que, el andar de sus indicadores en la terrible tarde de la víspera sobrevolaba la city, como un pajarraco negro y agorero.
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Mientras llegaban noticias sobre un ministerio económico convulsionado, con alguna renuncia, se bombardeaban las pantallas televisivas con cables del exterior que coincidían en que: todos están esperando, simplemente, cuándo terminamos de caernos...
En tanto, los programas periodísticos siguen consultando a los mismos mariscales del desastre, que nos trajeron a este punto límite, la rueda de la víspera no resultaba buena en ninguna parte del mundo: pero, mucho peor por aquí.
El desastre
... Se puede medir velozmente, con indicadores Merval que cayeron más de ocho y hasta de nueve por ciento, sin ninguna capacidad defensiva, y con volumen que fue discreto: porque lo poco que se hacía, se iba abajo por la falta de contrapartida tomadora.
Ayer, nadie quería saber nada con nuestros activos -ni los de afuera, ni los de adentro reuniendo unos $ 8 millones efectivos y el resto en los CEDEAR. La baja de 13% en Grupo Galicia, uno de los motores del índice ponderado, imponiendo la dura realidad: un país que flota abandonado a su suerte... de la mano de Dios.
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