Cuando Domingo Cavallo estaba a cargo de la economía en la presidencia de Carlos Menem, se lo acusaba de gasto-maníaco. Hoy, Néstor Kirchner, que entonces era un aliado natural del ex ministro, lo supera con creces. El gasto público ahora está en torno a 24% del PBI, cuando en los 90 se ubicaba en 21%. Podrá decirse que la recaudación es mucho mayor en la actualidad y que, aunque en descenso, hay un superávit fiscal. Pero no se contempla que la presión impositiva está en niveles récord con nuevos tributos, como el del cheque y las retenciones a las exportaciones. Difícilmente serán eliminados en los próximos años. En setiembre se mantuvo el desborde del gasto (subió 45%) por las elecciones, con un festival de subsidios. Insostenible. Las promesas de prudencia fiscal que hace Cristina de Kirchner si gana las elecciones son poco creíbles: heredaría un gasto estructural difícil de rebajar, por lo que habría que suponer lo peor: el ajuste, si viene, aparecería por más presión impositiva.
El gobierno informó ayer que el superávit fiscal de setiembre fue de $ 3.178,1 millones, 43,6% más que el mismo mes de 2006. Sin embargo, en esa cifra se incluyen unos $ 2.322,7 millones provenientes de los traspasos de los ahorros de la jubilación privada al Estado. De no haberse computado este ingreso extraordinario (que se incluye por cuarto mes consecutivo como recaudación genuina), el ahorro de setiembre habría sido en realidad de algo más de $ 855 millones, mucho menos que los $ 2.212 millones de 2006.
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La causa de esta fuerte caída en el superávit se debe al importante aumento del gasto público que se viene registrando desde el segundo trimestre del año, y que el mes pasado llegó a 45%, en sintonía con el porcentaje que los analistas privados observan desde junio pasado. El aumento del gasto es superior a la recaudación impositiva, que en setiembre llegó a los $ 16.734,6 millones, 31,2% más que un año atrás. El nivel de ingresos de la AFIP es superior al volumen del gasto público; sin embargo, la brecha se está acortando cada vez más, y de continuar el incremento del desahorro con el ritmo que vienemostrando desde este año, para 2008 se acabaría el saldo positivo entre ingresos y gastos públicos.
Fuentes del gobierno reconocían ayer esta tendencia, pero aseguraban que se trata de un alza fundamentalmente impulsada por los gastos corrientes, obviamente vinculados a la campaña electoral que terminaría, de no mediar una segunda vuelta, el próximo domingo.
Según los datos que presentó ayer el ministro de Economía, Miguel Peirano, junto con el secretario de Hacienda, Carlos Mosse, ante Néstor Kirchner, por pedido del Presidente (el día de divulgación del superávit era el jueves, pero el jefe de Estado quiso adelantar el anuncio), las cuentas del Estado nacional cerraron setiembre con un superávit de $ 3.178,1 millones, 43,6%, impulsados por la recaudación de la AFIP y los cambios en el sistema previsional. Como contrapartida, según las planillas oficiales, uno de los gastos que más crecieron en términos interanuales fueron las prestaciones de la seguridad social, debido al régimen de jubilación anticipaday a la moratoria previsional, que sumaron poco más de $ 4.300 millones. También entre los gastos se registraron $ 1.919,2 millones en subsidios al sector de transporte y de energía eléctrica.
En setiembre, los ingresos corrientes sumaron $ 15.107,4 millones, mientras los gastos corrientes alcanzaron los $ 11.435,5 millones, de los cuales casi 10% fue destinado al pago de intereses de la deuda.
Desde enero y hasta setiembre, las cuentas del Estado nacional suman $ 22.796,4 millones, unos $ 3.700 millones más de lo que acumulaba en igual período del año pasado. De esta manera, el superávit primario registrado en los primeros nueve meses se encuentra 27,3% por sobre lo proyectado originalmente. Al finalizar el año, el ahorro fiscal llegaría a más de 4% del PBI.
Sin embargo, para conocer la situación real de las cuentas públicas en 2007 habrá que restar en diciembre los ingresos extraordinarios producidos por el cambio en el régimen de jubilación.
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