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Capital o Córdoba, el espejo donde mirar cierre bonaerense
A los porteños, tras hacer peregrinar a Daniel Filmus, Amado Boudou y Carlos Tomada, los decapitó con una boleta que domina el purismo cristinista. La única excepción es Alejandro Amor, de Las 62, cuya exclusión hubiese implicado otro sablazo a Hugo Moyano.
La entronización de neocamporistas en 2 de las 15 comunas en juego -con Juan Cabandié como primer legislador- y de referentes sectoriales como María Rachid, Graciela Alegre o «Quito» Aragón, configuran un patrón que desconoce las estructuras clásicas.
En Córdoba, en cambio, aceptó a José Manuel de la Sota como candidato y hasta soportó, bajo protesta, que de los más de 40 legisladores provinciales -en caso que el PJ repita la performance de Juan Schiaretti en 2007- no más de 5 sean para los K.
Una cosecha mínima, sobre todo si el «Gallego» no cede su vice tal como pide Olivos -amenazan con romper pacto- que «compensará» que Cristina de Kirchner tenga, admite el delasotismo, total libertad para articular la boleta nacional que disputa nueve bancas en octubre.
Capital y Córdoba son ejemplos antagónicos del modelo que desplegó la Casa Rosada en el armado de boletas. A 23 días del cierre de listas, brotan como espejos -posibles- para proyectar el mecanismo que aplicará la Presidente en la provincia de Buenos Aires.
El 23 de octubre -posprimarias- la galaxia K se abalanzará a la captura de un botín descomunal: de 18 a 20 diputados, además de 2 senadores nacionales, unas 26 bancas de la Cámara baja bonaerense y, se calcula, alrededor de 14 delegados al Senado provincial.
Poderes
Desde la profundidad del PJ bonaerense, juzgan «imposible» que la masacre porteña se repita, al menos en igual dimensión, en la provincia. Exponen razones: en Capital no hay jefes territoriales -léase intendentes- ni gobernador y el PJ es periférico.
Ese poder instituido -tanto en el plano municipal como provincial- tiene volumen, identidad y votos propios y, por lo tanto, no puede ser ignorado, recita un dirigente que participa, desde hace una década, en los agitados cierres bonaerenses.
Un libreto idéntico manotean los intendentes. El lunes, como contó ayer este diario, los del conurbano sur montaron una terapia grupal para compartir su pánico a que el mecanismo de confección de las boletas esté encriptado y tengan poco margen de intervención.
Néstor Kirchner primero evitó y luego justificó su batalla con Eduardo Duhalde en un principio: su Gobierno -en rigor, cualquier presidente- no podría domar el factor político sin dominar la provincia de Buenos Aires y, en particular, el conurbano.
Emula conceptual de su marido, Cristina de Kirchner advierte la trascendencia de esos dominios lo que anula, de facto, que pueda delegar en un acuerdo cupular, como en Córdoba, el reparto de candidaturas.
Es más: cada componente del dispositivo K asume, sin mosquear, que la boleta de diputados nacionales surgirá de la pluma presidencial que deberá reemplazar, o reelegir, a figuras emblemáticas del PJ como José María Díaz Bancalari.
Kirchner, rememoran, valoraba al PJ, los gremios y los caciques y les cedía casilleros en las listas. Rezan para que Cristina de Kirchner imite al ausente.
En Gobierno, un peronista K confía en que se repita el formato que estrenó el patagónico de mechar piqueteros, transversales y gremialistas en las boletas que antes, con pocas salvedades -como las bancas que Duhalde, por caso, dio a la UIA-, expresaba al poder territorial.
Pero desliza un alerta: los intendentes, dice, deben agradecer que la Casa Rosada les respeta sus territorios. Traducción: valores que la Presidente no activó, en general, figuras propias como hizo en 2007 cuando habilitó colectoras. Aquella ola volteó más de 5 intendentes.
Vertientes
Una proyección, que combina datos con deseos, menciona un esquema de distribución de cargos a partir de quintos: una porción para el cristinismo, otra para el sciolismo, otra para los gremios, una de los territorios y otra transversal.
Es un ensayo para explicar el más allá. En tanto, los sciolistas pretenden incrementar el caudal de 2007 cuando lograron 4 legisladores: esperan incrementarlo a 6. Aparece, además, otro actor: La Cámpora, que tendría un legislador por sección.
Desde el PJ advierten que esas figuras, aunque neocamporistas, expresan a los territorios o tiene base en el PJ. Citan, por caso, a Fernanda Segarra, que entraría por la Quinta. O a José Ottavis, que aparece en los borradores como diputado por la Primera.
¿Usará Cristina de Kirchner los cupos de otros K o querrá aumentar su representación? Ejemplos: Cristina Fioramonti, esposa de Carlos Kunkel; y Sandra Cruz, del Frente Transversal de Edgardo Depetri, pierden sus bancas. Son vertientes paralelas a La Cámpora.
Cualquier expansión, sea del cristinismo o del sciolismo -propondrá a varios ministros: ¿Alejandro Arlía por la Tercera?-, castiga a los gremios -Moyano, resignado, baja ante los suyos las pretensiones- y al peronismo territorial. Amenazados, terminarán unidos.
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