14 de octubre 2015 - 00:00

Diálogos en Wall Street

Se aquieta la Bolsa luego de un potente rebote. Con Gordon Gekko, el mítico personaje de W. Street, vemos qué nos espera hacia adelante.

Diálogos en Wall Street
  Periodista: El rebote tuvo su primer traspié. Nada violento. Un paso atrás suave y mesurado. ¿Hasta acá llegamos?

Gordon Gekko:
Con un boleto de segunda clase más o menos hasta acá llega el recorrido. Hay que poner más carne en el asador si se quiere estirar el avance.

P.: ¿Cómo lo sabe?

G.G.:
El efecto resorte puro se acabó. Los indicadores de momentum que mostraban una enorme sobreventa se han nivelado. El 35% de los papeles cotizaba el viernes por encima de su promedio de 200 ruedas frente a apenas el 16% de cuando comenzó la contraofensiva. Desaparecieron las lecturas de pesimismo extremo. Y la recuperación de las cotizaciones fue importante, y se produjo en poco tiempo.

P.: ¿Después de un rebote potente, qué nos espera? ¿Otra recaída vertical?

G.G.:
Mire el VIX y verá una tendencia a salir de escena haciendo mutis por el foro. De un pico de 40 el 24 de agosto bajamos a otro pico de 28 a fines de septiembre, y ahora el VIX se acomoda en 17 pese al traspié de hoy. La señal es que los animal spirits desensillan. Parece mucho más probable la mediocridad que los grandes movimientos bruscos.

P.: ¿Cuál será el hilo conductor de los próximos desplazamientos? ¿Los indicadores económicos por difundir los mensajes que dé la Fed, o los balances empresarios?

G.G.:
Lo que se aparte en demasía de lo que ya se espera. El paso atrás de hoy puede rastrearse en función de los malos números de exportaciones e importaciones (mucho peores) que reveló China y el efecto Wolkswagen que dañó la confianza empresarial en Alemania. Fue una buena excusa para pisar el freno y cortar la racha alcista en Wall Street, pero no es nada que produzca alboroto duradero. Las noticias positivas -todas en el área de fusiones y adquisiciones (Dell yendo por EMC y ABInBEV por SAB Miller)- tampoco traccionaron. Mañana será otro día. Sin heridas ni rencores. Con la hoja en blanco.

P.: Hay mucha gente de la Fed hablando en público. Ni que fuera un locutorio.

G.G.:
Con las manos atadas hay que soltar la lengua pero, en verdad, hay poco concreto que decir. Octubre era una opción con muy baja probabilidad a priori para lanzar una suba de tasas, y el informe de empleo de septiembre la terminó de enterrar. Y para diciembre, a fuer de ser sinceros, falta una eternidad.

P.: En ese caso, ¿no es mejor guardar silencio?

G.G.:
Mi impresión es que la Fed habla para que no nos deprimamos. El mensaje, en el trasfondo, es que la economía sigue bien aunque se haya enfriado y obligue a demorar su intervención. Por supuesto que hay distintas posturas -unos quieren volver a la carga antes que termine 2015 y otros más adelante- pero nadie expuso una visión negativa de la situación. Ni siquiera el innovador -¿Narayana Kocherlakota, de la Fed de Minneapolis?- que sugirió por primera vez la conveniencia de ensayar tasas de interés negativas hasta principios de 2017.

P.: Es difícil pensar que no habrá elementos que sacudan la Bolsa cuando venimos de tamaña volatilidad. ¿Nos gastamos toda la pólvora?

G.G.:
Acaban de salir los números de JP Morgan. Como se esperaba, los guarismos no son buenos. Pero existía -como pasa siempre- la sospecha de una sorpresa favorable bajo el poncho. ¿Qué ocurrirá con el precio de la acción? Esto sí puede devolvernos a un sendero de excitación.

P.: Alcoa arrancó la temporada de balances con mal pie, pero la sacó barata. No le pegaron demasiado.

G.G.:
Es que lo malo está muy metido en las proyecciones. A fines de junio, las expectativas eran que las ganancias por acción del S&P 500 declinaran el 1% interanual. Hoy en día estamos sopesando una caída del 5,5% (Si uno quita el sector energía, se espera un avance del 1,8%). La experiencia nos dice que las compañías se guardan una baza oculta y finalmente, cuando informan sus resultados, los números son mejores. Unos tres puntos más altos. ¿Hay un potencial de suba ahí? Sí, seguro. Hemos bajado la valla de comparación. Pero hay que superarla. Y no llevársela puesta.

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