19 de julio 2016 - 00:00

El arte sagrado de los ancestros

Los 66 objetos arqueológicos de cerámica, piedra y metal son piezas de culto o de uso doméstico pertenecientes a esas culturas durante el amplio período que va desde el siglo V a.C. hasta el XI d.C.

SEÑALES. Los objetos emiten mensajes ocultos durante milenios y cuya destinataria es la humanidad.
SEÑALES. Los objetos emiten mensajes ocultos durante milenios y cuya destinataria es la humanidad.
 Desde su fundación, hace apenas unos meses, el Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos La Abadía, un nuevo enclave de la cultura porteña dedicado a explorar los más remotos orígenes de nuestra región, se mantiene ajeno a la turbulencia urbana y continúa firme en su objetivo. La muestra inaugural, "Tierra de encuentros, cielos y colores. Arte de Sudamérica hoy y ayer", puso en escena, con un montaje teatral, la condición maravillosa de las culturas precolombinas, los valores estéticos y simbólicos que atan el presente con el pasado. Y en estos días, mediante la exhibición "Las Formas de lo Sagrado. Arte Precolombino del Noroeste Argentino", el espectador se adentra en ese universo para descubrir quiénes eran, cómo pensaban y qué sentían frente al mundo los hombres de estas culturas prehispánicas. El recorrido implica un viaje a través de 66 objetos arqueológicos de cerámica, piedra y metal, piezas de culto o de uso doméstico pertenecientes a los ancestros que habitaron el Noroeste Argentino durante el amplio período que va desde el siglo V a.C. hasta el XI

Las "formas de lo sagrado" se erigen sobre sus pedestales con sus enigmas. Picasso, y su significativo descubrimiento del arte tribal, tuvo como resultado la valoración estética de culturas ignoradas. Reconocimiento que suele generar confusión, si, más allá de lo utilitario, sólo se aprecia lo bello. Además de estas cualidades, vale la pena olvidar los afanes taxonómicos e investigar el simbolismo de la muestra en su conjunto. Los objetos revelan de este modo su condición: se vislumbran como señales ancestrales, muestran una manera de habitar el mundo, emiten mensajes que durante milenios estuvieron ocultos y cuyo destinatario es la humanidad.

La curadora María Alba Bovisio observa que la muestra asume "el desafío" de salir del enfrentamiento "obra de arte" versus "pieza arqueológica". Subraya además "los elementos sensoriales para crear atmósferas específicas que evoquen el ambiente de los pueblos del noroeste". De hecho, en los capítulos dedicados a las zonas andinas, las salas están frías y son blancas como la nieve. Allí la temperatura es más baja que la de los espacios que albergan las piezas de la llanura, donde se advierte la presencia del color y también del calor.

La muestra está dividida en capítulos, como la dedicada a expresar el deseo de eternidad y al nacer y renacer de los ancestros, o "La transformación chamánica", donde se muestran las transformaciones provocadas por el consumo de sustancias psicotrópicas que acentúan cualidades y poderes propios de los animales. El área de las cabezas trofeo, cercenadas después de la muerte, demuestra la creencia en el valor de las ofrendas. Cada núcleo tiene un sentido vital y quiebra la tradicional frialdad del espectador.

Las piezas de la muestra pertenecen a la Colección de la Cancillería Argentina y al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. La proveniencia de estas colecciones es el "huaqueo", denominación eufemística de un mercado informal que supo tener la Argentina. Cuando las guerras mundiales impidieron las giras de compras de los coleccionistas a Europa, el arte precolombino fue un atractivo sustituto y así surgió un interés que perdura. Así se explica que los españoles lamenten hoy la ausencia de colecciones de piezas precolombinas. Ellos, que tuvieron todo en sus manos.

Teresa Pereda, directora del Centro de Arte de La Abadía, se crió en el palacio Pereda (actual residencia de la Embajada de Brasil) y entre los huacos. "Mi padre comenzó a coleccionar arte precolombino cuando tenía 18 años; ahora cumplió 90 y dejó de comprar", señala Pereda. Lo cierto es que el coleccionismo privado, aquí y en el mundo, está acotado por leyes que algunos consideran confiscatorias. Las colecciones privadas se ocultan y no resulta fácil ver exhibiciones como la presente.

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