26 de octubre 2010 - 00:00

En mala hora, Moyano abraza al PJ y presiona por cargos

Omar Plaini, Hugo Moyano, Julio Pereyra
Omar Plaini, Hugo Moyano, Julio Pereyra
Si quieren que nos entendamos, nos entendemos. Pero si no, muchachos...

Hugo Moyano no estaba, el viernes, de buen humor. Ardía sobre sus espaldas el crimen de Mariano Ferreyra. Había pautado, para un rato más tarde, una reunión con los tercerizados del Roca y no tenía ánimo para entreverarse en un agotador espadeo por el PJ bonaerense.

A regañadientes, aceptó porque estaba demorada la cumbre del peronismo -debía ser el 12 pero se suspendió, ad hoc, por acto de River- y porque, bajo fuego, Moyano quiere mostrar, como si fuese una virtud, que no sólo es jefe de la CGT sino, además, mandamás del peronismo.

Frente a la ráfaga crítica contra la burocracia sindical, en su mala hora, el camionero se refugia en el -o abraza al- PJ de la provincia. ¿Se animará, sobre la hora, a pedir que el partido emita una declaración en defensa de los gremios y la CGT? Se verá.

«¿Ahora vienen con reglamentos? En el gremio también tenemos reglamento, pero cuando hay buena voluntad, arreglamos», estalló cuando escuchó los requisitos que debía cumplir para que Omar Plaini, su «canciller» ante la jerarquía peronista, asuma como consejero partidario.

Fuera del orden del día, ese expediente asoma como el más ácido de la cumbre que el camionero convocó para hoy a las 18 en La Plata. Moyano quiere que Plaini asuma en su lugar para, desde esa plataforma, trepar a otra butaca: la de tesorero suplente del PJ.

Para coronar ese circuito, y asumir en lugar de Moyano, Plaini -que es el tercer consejero suplente de la rama sindical- debe presentar los «renunciamientos» de los dos que están antes que él. Se trata de Carlos Pesce, camionero de Junín, y Sara Tolosa.

Formalismos que un Moyano malhumorado interpreta como maniobras para estorbarlo. «El presidente del partido soy yo. ¿O no?», interroga, al límite del hartazgo, a punto de dejar brotar la furia que acumula contra los caciques del PJ que, dice, le sonríen mientras lo boicotean.

Esta tarde, luego de invitar a un análisis de la situación política nacional y provincial -¿mencionará las tensiones entre Néstor Kirchner y Daniel Scioli?-, insistir con la campaña de afiliación y hacer peronismo inmobiliario -pedirá que autoricen fondos para refaccionar la casa de Gaspar Campos que deterioró la granizada del último otoño-, Moyano retomará el asunto del tesorero bis.

En la última reunión, tras la renuncia de Patricio García a la Tesorería -la ley lo habilita, pero la Carta Orgánica no adaptó esa disposición-, Moyano tuvo que aceptar que ese lugar lo ocupe Alberto Descalzo. Hoy quiere nominar al segundo y quiere que sea Plaini.

Hace semanas, al intendente de Ituzaingó le soplan al oído una idea: que cuando llegue la reunión, diga que para cumplir con su tarea de tesorero quiere que lo escolte un dirigente de su confianza. El nombre, de algún modo, no importa en la medida que no sea uno de los delegados de Moyano.

Ese procedimiento -lo sabe Descalzo, un moderado- podría detonar la bronca del sindicalista. Anota, entre otros desplantes, la ausencia masiva de intendentes en el acto de River. La excusa la facilitó Julio Pereyra, que armó un encuentro de alcaldes para la misma fecha en Mar del Plata.

Esa ciudad puede desatar, por otra cuestión, un forcejeo entre el camionero y los consejeros del PJ. Un mes atrás, Moyano prometió que propondría encuentros del partido por el interior y que el primer destino sería Mar del Plata. Justo: allí, el PJ está desintegrado y ostenta un catálogo infinito de derrotas.

Así como le objetaron su amenaza de intervenir los PJ que están en manos de dirigentes no K, se preparan cuestionamientos a que la reunión sea en Mar del Plata. Esas menudencias, que Moyano no conoce o considera pueriles, pueden derivar en conflictos críticos.

Los formalismos y ciertos protocolos históricos -como que los asuntos de un distrito se discuten, primero, con los consejeros de la sección a la que pertenece el municipio- son un estorbo para el pragmatismo del camionero.

Le ocurrió cuando para hacerle lugar a Plaini preguntó si podía desplazarse a Abel Frutos -del gremio de Panaderos, alguna vez afín suyo, ahora en el armado del PJ anti-K- con el argumento de que no participa en las reuniones del partido. Tres faltas consecutivas o 5 intercaladas justifican la expulsión, recitó un operador sindical.

«¿Y qué hacemos con Aníbal Fernández que vino tres veces? Si lo echamos a Frutos, también lo tenemos que rajar»
, intervino un distraído. Destino previsible: archivo.

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