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Las miniseries son hoy las estrellas en Berlín
El éxito internacional de programas para cable y producciones originales de proveedores online norteamericanos como "Breaking Bad", "True Detective" y "House of Cards" ha generado no sólo un mercado global para un tipo de series con riesgos narrativos ('edgy'), sino la posibilidad de que países con una fuerte industria audiovisual como Alemania, Francia, España e Italia, busquen desarrollar un modelo de exportación semejante.
Uno de los paneles exploró precisamente la viabilidad de tal proyecto, caracterizando lo que ofrecen las series norteamericanas calidad de producción, convenciones de género, estrellas procedentes del cine y los desafíos que enfrentan otros países. El caso de la miniserie alemana "Generation War" de 2013 resulta emblemático: esta multihistoria de la Segunda Guerra se mostró en la televisión alemana, pero se distribuyó en Estados Unidos de manera limitada, en cines de arte y dividida en dos películas, unos meses antes de circular en DVD, y todavía más importante, comprada por Netflix. Las series y miniseries basadas en géneros son las que mejores posibilidades de circulación internacional tienen, ya que el producto se etiqueta fácilmente.
Se han dado casos parecidos con la serie policial noruega "Lilyhammer", de fuerte costado cómico, y las británicas "Foyle's War" e "Inspector Lewis". Estas últimas, junto con la serie de época "Downton Abbey", la historia de una familia aristocrática y su personal doméstico, tanto como el llamado 'masterpiece theatre', ocupan un nicho firme en la television pública norteamericana desde hace años. Matthew Weiner, el creador de "Los Sopranos" y "Mad Men", ofreció una clase magistral en el Berlinale Talents para jóvenes realizadores, sobre los factores a tener en cuenta cuando se plantea una serie de este estilo.
La proyección en la Berlinale de los dos capítulos iniciales de "Better Call Saul", la serie derivada de "Breaking Bad", con una interesante variante cómica, y que acaba de mostrarse esta semana en cable en EE.UU. y resto de países adheridos a "Netflix" (como la Argentina), con un rating extraordinario, selló el compromiso del certamen con el universo televisivo.
En el EFM se proyectaron los dos primeros capítulos de la nueva miniserie "Germany 83", ambientada en las dos Alemanias de la Guerra Fría, centrada en un espía joven del Este que se instala en Berlin. La productora acaba de vender los derechos a Sundance TV.
Se han visto ya casi todas las películas en competencia. El "succès de scandale" (como se publicó ayer en este diario), lo dio "Eisenstein en Guanajuato", del británico Peter Greenaway, sobre la estadía en Mexico del director soviético en 1931. En los intersticios de la verdad histórica, y cayendo más de una vez en la caricatura de lo mejicano (profusión de sombreros, bandoleras, calaveras y peinados estilo Frida Kahlo) el director reduce la experiencia artística que Mexico le brindó al cineasta ruso a una experiencia homosexual, mostrada con los pelos y señales de un manual de pornografía. En la conferencia de prensa, Greenaway notó que los rusos se habían negado a colaborar con el proyecto. (Es imaginable la cara de horror que pondría Naum Kleiman, director del famoso Centro Eisenstein en Moscú, y colaborador asiduo de las retrospectivas de la Berlinale, si viera este retrato).
No han faltado estrellas desfilando por la alfombra roja en el gélido invierno de Berlin. Wim Wenders calificó a James Franco, el protagonista de su "Every Thing Will Be Fine", y con un papel secundario en "Queen of the Desert", de Werner Herzog, como 'Mr. Berlinale 2015'. Franco, encantado, repartiendo autógrafos a diestra y siniestra. Christian Bale y Natalie Portman representaron al último largometraje de Terrence Malick, "Knight of Cups", una visión impresionista y descosida del Hollywood contemporáneo, que dividió a los críticos.
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