28 de marzo 2017 - 23:16

Lo imposible sobre un colchón

• DIÁLOGO EN CÓRDOBA CON MARTA MINUJÍN SOBRE SUS NUEVAS PERFORMANCES
Antes de inaugurar en Alemania su Partenón de los Libros (Prohibidos), la infatigable artista llevó su energía a la provincia mediterránea.

Minujín. El ambiente acolchado de la “Galería blanda”, con los colores que reiteran los de una de sus pinturas.
Minujín. El ambiente acolchado de la “Galería blanda”, con los colores que reiteran los de una de sus pinturas.
Enviada especial a Córdoba - Marta Minujín llegó a Córdoba en un momento crucial de su extensa carrera: cuando se apresta a brillar en la Documenta de Kassel, Alemania, exhibición que cada cinco años marca el rumbo del arte contemporáneo en el mundo. En el espacio más visible, la plaza donde los nazis quemaron miles de textos, Minujín monta en la actualidad el "Partenón de libros (prohibidos)" con la misma soberana dimensión del templo de Atenas. Mientras, los libros reunidos en 1983 para el "Partenón" de la Avenida 9 de Julio se reunieron en pocos días, los de Kassel demandan a la artista un esfuerzo titánico.

Pero Minujín revolucionó Córdoba con su especial energía. Presentó en el espacio de Tarjeta Naranja la muestra "Pasaporte a lo Imposible"; dirigió una performance con un grupo de "Minujinas" enfundadas en mamelucos blancos y maquilladas como los retratos de Picasso; dialogó con el teórico Rodrigo Alonso frente a más de 200 cordobeses y exhibió, junto con sus pinturas, una obra gigantesca: la "Galería blanda", emparentada con sus célebres colchones, y "Revuélquese y viva", la ambientación de su época hippie. Hoy, sus palabras sobre qué es un artista y cuáles son sus posibilidades se han vuelto imprescindibles para los jóvenes de una comunidad sensibilizada por el gesto de las instituciones nacionales, decididas a ignorar el arte de las provincias.

Cuando culmine la muestra, la monumental "Galería...", pasará a formar parte del patrimonio del Museo Caraffa y los cordobeses recordarán, así, el paso de una artista cuya creatividad no tiene límite, capaz de poner en marcha los sentidos del espectador. El ambiente acolchado de la "Galería...", con los colores que reiteran los tonos fluo -naranja y rosado- de una pintura de Minujín, despierta la percepción y depara a quien ingresa en ese mágico aislamiento, cierto grado de felicidad.

Al hablar sobre los tiempos en que las obras se malograban, Minujín destaca los fundamentos de su labor. En efecto, la noción de gran escala coincide con el espacio-tiempo de la obra. El gran formato demanda un espacio visible para las obras destinadas al gran público, aquellas que no aspiran al mercado ni al living burgués y que, si escapan al destino del "arte efímero", acceden al tiempo eterno de los museos. Sobre estos temas dialogamos con ella.

Periodista: En el concierto del arte internacional, dos argentinos, usted y Le Parc, se destacan por involucrar al espectador en la configuración artística.

Marta Minujín: Sí, desde siempre. Mi obra no existe sin la gente. Yo no podría desarmar sola el "Partenón" que no existiría sin aquellos que se llevan los libros, los regalan o canjean. No es lo mismo pintar un cuadro o modelar una escultura. El obelisco de pan dulce gigante se acuesta y la gente lo desarma. Son 30.000 panes.

P.: ¡Y hay que comerlos!

M.M.: No. Hay que llevárselos. En la obra de Córdoba el color provoca una ensoñación restauradora y va a ser la primera "Galería blanda" que perdure. Es una construcción irreal, con colchones nuevos. La primera la hice en Washington en 1973. Me habían invitado a exponer en una galería que parecía de piedra y usé colchones reales para ablandarla, los saqué de un hotel clausurado cuando lo mataron a Martin Luther King, porque hubo tres crímenes en una noche. Estaba lleno de ocupas cuando entramos a buscarlos a ese lugar atroz; había gangsters y prostitutas. Buscamos por los pisos más altos buscando los mejores colchones, sin manchas de sangre o mal olor, y los tiramos por las ventanas.

P: ¿Qué relación tiene con una provincia como Córdoba, donde se advierte un potente resurgir de la escena artística?

M. M: En la época del Di Tella, Córdoba tenía la Bienal Kaiser y la Anti-bienal. En la actualidad hay buenos artistas, como en Rosario.

P: ¿Piensa que para la nuevas generaciones de artistas es importante escucharla?

M. M.: Creo que los buenos artistas están en su propio mundo. Pero si me escuchan deberían entender que no hay nada imposible. Parecía imposible que el museo Caraffa aceptara la "Galería blanda". No tenían dónde guardarla, está realizada con más de 200 colchones y mide cinco metros de altura. Son obras hechas para la destrucción o los museos, no para el mercado.

P: Las obras de los artistas del Instituto Torcuato Di Tella, ¿se destruyeron por desinterés de las instituciones o escasa visión de los coleccionistas?

M. M: Todas se perdieron. No existía conciencia histórica. Los curadores Paulo Herkenhoff y Rodrigo Alonso me pidieron prestado "Mi colchón", el primero que hice. Lo había vuelto a hacer para la retrospectiva del Malba, después me lo pidió Okwui Enwezor para una muestra en Hamburgo y finalmente lo compró un museo de Colonia, donde va a quedar para siempre.

P.: ¿Y "La Menesunda"?

M.M.: La tiene el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

P.: ¿Qué significa Documenta?

M.M.: Es lo más importante de mi vida.

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