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Otra familia disfuncional pero con el sello Muscari
Así se define el actor y director José María Muscari, quien luego de una prolífica carrera en la escena independiente también trabaja en el circuito comercial y en las salas oficiales. El "enfant terrible" del teatro under (nacido en 1976) ya no busca escandalizar, pero aún conserva cierta impronta kitsch y su interés -crítico y burlón- por los conflictos, modas y adicciones de la sociedad.
Con cerca de 50 espectáculos en su haber, más la notoriedad que le brindó su paso por "Bailando por un sueño", el director de "8 mujeres" se muestra satisfecho ante su próximo estreno, "El secreto de la vida", que subirá a escena en el Metropolitan, a fines de agosto: "Es mi primera obra de formato tradicional, con introducción, nudo y desenlace y sin condimentos performáticos. Tiene mi sello, pero se desarrolla en un plano más realista que en mis espectáculos anteriores. Podríamos considerarla una comedia dramática: todo es intenso de principio a fin y hay humor."
Periodista: Ya no invita a los actores famosos a hacer de sí mismos, ni hostiga al público con salvajadas como hizo en "Catch".
José María Muscari: En mis obras, los actores ya no hablan más de sí mismos. Es una etapa cumplida que cerré con "Crudo" (su reality autobiográfico). Con respecto a "Catch", esa obra la hice a los veintipico. A esa edad era muy difícil que algo me pareciera pasado de rosca. Para mí estuvo buenísimo hacerla y pisó fuerte. Pero, hoy no pondría a una mina meando en escena, ni tiraría un chancho arriba del público, porque me manejo con otros signos que responden al mismo deseo inconsciente: "Este soy yo: te gusto o no te gusto, tomame o dejame". Haberle dado el protagónico de Bernarda Alba a Norma Pons fue, de alguna manera, como lo que hice en "Catch". Porque antes de que la crítica y el público consagraran a Norma como actriz dramática, verla hacer Lorca fue como poner a una mina meando en el escenario, sólo porque no era Elena Tasisto. Puro prejuicio.
P.: ¿De qué trata su nueva obra?
J.M.M.: Es sobre un matrimonio con algunas debilidades y adicciones que reúne a sus tres hijos porque el padre tiene una enfermedad grave. Ese sería el pretexto, pero la reunión desemboca en una falla emocional familiar que va mostrando el doblez de cada uno de esos seres. El padre es psiquiatra y adicto a la marihuana y su mujer es una pintora de personalidad avasallante, que no puede vender sus cuadros y es adicta al alcohol. Su hija mayor es una famosa escritora de bestsellers y está de novia con un hombre más joven y algo gigoló. El segundo hijo es adoptado y acaba de salir de una clínica de rehabilitación de drogas duras y la tercera hija está en pareja con una mujer a quien inseminó con sus óvulos para sentir propio al hijo que está por nacer. Además está la mucama que guarda un gran secreto y aparece un gran amigo de la familia que es un gay excéntrico y muy viajero que tiene una mirada irónica y realista de la vida.
P.: ¿Qué conflicto nuclea a los personajes?
J.M.M.: Gira en torno a esta pregunta: ¿cómo, a pesar del amor que hay en una familia, uno puede hacerle tanto mal a los demás? Es un tema complejo que genera mucha identificación, porque ésta no es una familia de locos. Es algo disfuncional, pero no tanto. Son personas cuerdas con problemas que se quieren pero que no paran de hacerse daño.
P.: Y reúnen un muestrario de adicciones.
J.M.M.: Es algo que fue apareciendo. Hay adicciones que tienen su costado social. A veces estás al lado de un adicto y no te das cuenta, porque mientras no te traiga un problema ni te repercuta en tu cotidiano, mirás hacia otro lado. Porque es doloroso ver la falla del otro, y la propia. De eso trata la obra.
P.: Esta vez se centró en la clase media alta...
J.M.M.: Así es. Si estos personajes pertenecieran a otra clase social, mucho de lo que se dice en la obra sonaría demasiado marginal. El hecho de que estén en buena posición social genera una identificación mayor, ya que en principio a uno le gustaría parecerse a ellos. ¿Quién no quiere ser un poco escritor, un poco psiquiatra o artista plástico? Es gente que se viste bien, siempre está hermosa y tiene una casa divina. En este caso, diseñada por el escenógrafo Jorge Ferrari.
P.: ¿Es cierto que ya tiene club de fans?
J.M.M.: Sí, a mí me siguen las señoras grandes. Soy como una especie de hijo o de nieto que les gustaría tener. Mucha gente se acerca por el "Bailando" y otros me agradecen que haya trabajado con actores expulsados del medio.
P.: Lo hizo en dos ocasiones...
J.M.M.: En realidad se trata de una trilogía. El primer espectáculo fue "Escoria" donde recuperé a diez actores que habían tenido su gran momento de éxito y que quedaron en el inconsciente colectivo por alguna anécdota o por algún personaje, pero que ya no viven de la profesión, como Noemí Alan. La segunda obra, "Póstumos", me permitió hablar de la muerte, pero desde un lugar festivo y luminoso. A diferencia de "Escoria", son actores que hoy siguen trabajando aunque ya están muy grandes como Hilda Bernard y Max Berliner. Voy a cerrar la trilogía con "Extinguidas" y convocar a diez mujeres que en la décadas de los 80 y los 90 fueron usufructuadas por sus cuerpos en la televisión y el teatro. Me gustaría llamar a Beatriz Salomón, Mimí Pons, Adriana Brodsky, Susana Romero y a Susana Traveso.
P.: Usted mismo es un personaje televisivo.
J.M.M.: A partir de mi trabajo en teatro, empecé a cobrar cierta notoriedad en la televisión. Me invitaron al programa de Mirtha Legrand y a otros más, hasta que un día me di cuenta que estaba yendo, dos o tres veces por semana, a la televisión. Entonces me dije, si éste es un medio que vive de las personas a las que entrevista, yo tengo que sacarle algo a cambio. Y sobre todo, después del Bailando, empecé a circular por la radio y la televisión con total naturalidad, hasta tener mi programa propio ("Muy Muscari", por Ciudad Abierta) que va por la tercera temporada. En realidad, yo uso la televisión como un gigantesco volanteo cibernético, donde le cuento a la gente lo que hago en teatro. Pero si hay que salir de nuevo a volantear por la calle Corrientes no tendría ningún problema.
Entrevista de Patricia Espinosa
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