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“Renuncié a ser azafato para ir con la música por el mundo”

El grupo Miranda antes de uno de sus convocantes recitales y (arriba) el guitarrista Lolo (Leandro Martín Fuentes).
P.: ¿Qué estudiaste?
L.: Apreciación Musical y Diseño de Imagen y Sonido en la universidad. Pero lo que quería era ser músico, y mis padres no me dejaban, pensaban que no me iba a ir bien. Ahora se dan cuenta de que yo tenía razón. Lo de mis padres vale; en este país no es fácil ganar plata con la música. Con Miranda tuvimos mucha suerte. Y antes, la suerte de viajar y conocer el mundo.
P.: ¿Como azafato qué hacías?
L.: Tenía que ver con las instrucciones de vuelo, con una de las partes de la seguridad del vuelo, y era una especie de mozo de alto vuelo.
P.: ¿A dónde viajaste?
L.: A Estados Unidos (Nueva York, Los Angeles, Miami, Chicago); España y Nueva Zelanda, entre otros destinos. América Latina la recorrí casi por entero, primero con Aerolíneas y después con Miranda.
P.: En el DVD del disco «El templo del pop» aparecen imágenes de Miami. ¿Las tomaron en una gira de Miranda?
L.: En la banda somos muy fotógrafos todos. Siempre llevamos nuestra camarita y tenemos registros de todos lados. Así como hay de Miami, hay de México, que recorrimos por entero dando recitales. Desde que empezamos con Miranda, en 2001, ya hicimos giras. Chile, Uruguay y México fueron los primeros países. Nos impresionó ver que en tan poco tiempo había gente en otros países que nos conocía, que sabía nuestros temas, que había un pequeño fanatismo en lugares insospechados. Nos pasó, por caso, llegar a Guadalajara y encontrar la sala absolutamente llena y la gente cantando nuestros temas. Después, por ejemplo, nos fue bárbaro en Puerto Rico y en Perú. Y en Chile ganaríamos en 2006 todos los premios del Festival de Viña del Mar.
P.: Y eso en apenas unos meses de haber aparecido Miranda.
L.: Tenemos una carrera muy vertiginosa. Se dieron las cosas en muy poco tiempo, comparado con los tiempos que necesitan las bandas para ser conocidas, y más para lograr algún suceso.
Cambio de vuelo
P.: ¿Dejaste de volar?
L.: Ahora me dedico todo el tiempo a Miranda, hago música todo el día. Antes tenía que ver los planes de vuelos, cómo eran los viajes y combinar eso con las presentaciones. Llegó un momento en que todo se me complicó y tuve que optar. Pedí un año de licencia. Una especie de retiro voluntario sin pago. Y después dejé. Me arriesgué por Miranda, por algo que no era un trabajo fijo, que no estaba dando plata, pero bueno, salió bien.
P.: ¿Cómo se armó Miranda?
L.: A mí me llegó, a través de una chica, una canción y dije: hay que armar una banda ya. Lo encaré a Ale, que era el compositor, le dije formemos una banda, hagamos un demo. Éramos tres micrófonos, una pista y una guitarra, y salimos muy precariamente a tocar. Eso se empezó a armar en medio de la tremenda crisis de 2001, donde no pasaba nada.
P.: Y ustedes salieron a divertir, a hacer música anticrisis.
L.: Se venía de la música del rockero malo, nada que ver con lo nuestro. La gente nos aceptó, y hoy Miranda es la opción musical que es. Nuestro público es amplísimo, de niños a abuelas, pero más que nada adolescentes. Lo que pasa es que abordamos una temática romántica y antigua con un toque de comedia; de hecho, nuestro nombre surge como homenaje a Osvaldo Miranda. Nuestra estética tiende a hacer citas, la de Juliana muchas veces remite a la de las divas de los años 40 y 50, y el resto buscamos seguirla con cierta elegancia al vestir, que puede ser más seria o más juguetona. Sin querer, nos metimos en una veta no explotada. Hicimos lo que no quería hacer ninguna otra banda: maquillarse, cantar con falsete, salir a tocar con una máquina, sin batería. Yo creí que nos iban a matar, y nos respetan, y nos dan nuestro lugar.
P.: ¿Ésas son las claves del éxito que han logrado?
L.: Hay ciertas cuestiones sincrónicas, químicas. Personas con las que individualmente no pasaba nada entran en conjunción y empiezan a pasar cosas. Algo de eso nos sucedió, aunque no sé si ésa es la clave del fenómeno Miranda. Se sumaron cosas, pero no sé si eso dio por resultado el éxito. No creo que haya una clave, salvo trabajar mucho, y cuando ves algo que está bueno, darle para adelante.
P.: ¿De qué grupos se sienten herederos?
L.: Herederos es una palabra muy fuerte, pero por citar algunas influencias de acá están Virus, Soda Stéreo, Los Encargados, Los Twist, todas las bandas irreverentes de los 80, que en esa época de mucho destape tenían una postura irónica frente a lo que ocurría en el país.
P.: ¿Cuando eras auxiliar de a bordo dabas demos de Miranda?
L.: Siempre que viajaba los llevaba, y cuando veía un músico conocido, se lo daba. A Diego Torres le di unos remixes de temas, cuando nos vemos lo recuerda. Se los di desde a Ataque 77 hasta Alice Cooper, de Antonio Gasalla a Norma Aleandro y China Zorrilla. Ahora cuando nos presentamos en un lugar siempre vemos a algún artista conocido. La vez pasada estaba Luisa Kuliok con sus hijos, toda lookeada, con toda la onda.
P.: Hay un tema de la banda que habla de «la guitarra de Lolo».
L.: Es el que nos hizo más conocidos. No tiene nada que ver con la canción, con la lírica de «Don», pero a Ale se le ocurrió que le pegaba para cerrar un verso rimar solo con Lolo. Me preguntó y me pareció un chiste divertido. Ahora por la calle, en todos lados, me gritan «es la guitarra de Lolo». Si eso nos sirve para saber hasta dónde nos conocen, está bueno.
P.: ¿Cómo se llevan entre ustedes?
L.: Somos una gran familia. Nos queremos mucho, la pasamos bien. Siempre sabemos cuándo hay que parar de joder, si a alguno se le suben los humos, se los bajamos.
P.: ¿Qué país de los que conociste es el que más te gustó?
L.: Creo que Nueva Zelanda, un país raro, interesante, donde a las 5 de la tarde ya no trabaja nadie y todos tienen trabajo, cuidan mucho la naturaleza, el medio ambiente, es muy avanzado y muy lindo para recorrer.
P.: ¿A qué país te gustaría volver?
L.: A muchos, pero preferiría ir a uno que no haya conocido, como Grecia o Indonesia.
Entrevista de Máximo Soto
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