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Serena belleza en puesta de Trunsky

Las dolientes canciones de John Dowland, algunos poemas de Lope de Vega (enunciados con fluidez musical) y las vibrantes coreografías de Carlos Trunsky se potencian mutuamente en “4h Laberinto coreográfico”.
Los cuatro temperamentos enunciados por Hipócrates (colérico, sanguíneo, flemático y melancólico) inspiraron este espectáculo, pero sin integrar una historia ni en plan de definir personaje alguno. Son, ante todo, un destilado de energías y estados de ánimo que se multiplican, atraen y repelen.
Las dolientes canciones de John Dowland, algunos poemas de Lope de Vega (enunciados con fluidez musical) y las vibrantes coreografías de Carlos Trunsky se potencian mutuamente para esbozar diversas situaciones dramáticas que pese a su fugacidad dejan una profunda huella en la subjetividad del espectador.
Un elenco, bien ensamblado, canta, baila y actúa en perfecto equilibrio y conforme a los recursos de cada intérprete: el bailarín Emanuel Ludueña, el actor Ignacio Monná, el músico Jesús Fernández y el exquisito cantante Gabo Ferro, brindan una labor impecable. No hay argumento a seguir, pero sí muchos temas que sobrevuelan la escena con perturbadora ambigüedad. Entre ellos, la muerte, el sexo, los juegos de seducción, la alegría infantil, el dolor, el abandono, la noche oscura del alma. Ideas que remiten a la eterna lucha entre Eros y Tanatos.
En continuidad con sus últimos trabajos ("Incandescente", "Saña", "Voraz", "Four Walls"), Trunsky desarrolló en "4h Laberinto coreográfico" una teatralidad insinuante e hipnótica donde los cuerpos llevan la voz cantante. La ausencia de una trama lineal y el carácter aleatorio de algunas escenas se ve ampliamente compensado por una amplia batería de estímulos sensoriales que mantiene vivas la tensión y el magnetismo de esta pieza.
El diseño lumínico de David Seldes realza la travesía interior de los protagonistas con minuciosidad y delicadeza. Es rico en efectos dramáticos, revelador de bellas imágenes y propicia una mayor comunión con la música. En la misma medida, la escenografía y el vestuario (con detalles "retro") de Jorge López se destacan por su sugestión y refinamiento.
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