Hace un tiempo Carrión publicó, entre otros libros, la sorprendente novela "Los muertos", poderosamente vanguardista, donde enfrenta al lector a una teleserie actual pero con elementos fantásticos, y la intervención de las opiniones sobre esa serie de una licenciada en estudios audiovisuales, entre otras muchas cosas, y el ensayo "Teleshakespeare", sobre la profundidad literaria que alcanzan tiras como "Los Soprano". Jorge Carrión, que vivió en la Argentina durante dos años y es un viajero empedernido elogiado por sus crónicas, es Doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde es profesor. En su breve visita a Buenos Aires, dialogamos con él.
Periodista: ¿A qué cree que se debe la repercusión de su ensayo "Librerías" en el momento en que el mundo editorial, la industria y el negocio del libro está cambiando notablemente?
Jorge Carrión: Yo llevaba 15 años con éste proyecto en mente, y escribí "Librerías" el año pasado por azar. Pero, por la recepción que está teniendo, me he dado cuenta de que era el momento. El escritor tiene que tener algo de termómetro o de sismógrafo para saber detectar ese tipo de circunstancias. Mi libro anterior, "Teleshakespeare", llegó un poco pronto al ámbito de las series televisivas porque el fenómeno no era tan masivo como ahora, y en cambio "Librerías" ha llegado en el momento exacto para participar seriamente en una discusión de nuestra época. Estamos en un momento de convivencia donde todas las zonas de lectura son compatibles. Somos capaces de pasar de una teleserie en el ipod a un noticiero en televisión, a una novela en papel a un diario en Internet y a una revista en el celular, no veo exclusión. Ese tipo de transformaciones nos inquietan porque, de todo ello, lo que tiene menos presencia en nuestra vida cotidiana es el papel. El tiempo que dedicamos al celular, el televisor y la computadora es cada vez superior al que dedicamos al diario, la revista o el libro. Vamos a crear dos tipos de lectura: en pantalla y en papel. Y hay que ver el papel en qué medida va a ser una presencia necesaria y cotidiana. Creo que todo lo vinculado con ilustración, fotografía, libro infantil, lectura de gran concentración y de gran placer se va a dar en papel. Y todo lo demás, consulta, manuales, lectura de best sellers, se va a dar en pantalla, de hecho ya nadie compra enciclopedias o diccionarios.
P.: "Librerías" es una reflexión sobre la literatura, la industria y el negocio del libro, y también es un libro de viajes, donde usted cuenta de su visita a librerías de medio mundo y el encuentro con los escritores más dispares. ¿Qué es su libro?
J.C.: Es todo eso, yo creo. Es un libro que intenta no limitarse a ninguna forma preestablecida, e intenta encontrar la mejor forma posible para abordar un tema complejo, y que no se circunscribe a ninguna tradición única. Evidentemente el hecho de que yo sea lector de Sebald, pues me ayudó a encontrar un mecanismo narrativo, pero al mismo tiempo me hizo derivar en otros modos. El mecanismo al que hago mención fue tomar la crónica de viajes como hilo conductor y como motor, planificar una estructura general de novela de formación, que cada capítulo tenga una estructura de cuento, un carácter independiente, y que detrás haya datos y erudición como para sustentar toda esa narrativa en términos de ensayo y de historia cultural.
P.: ¿Cómo pudo conseguir todo eso?
J.C.: Fue un libro que me resultó muy fácil porque son temas que he trabajado durante muchos años. Son mis autores. Hablo de Bolaño, de Sebald, de Borges, de Benjamin, que son mis autores de cabecera, los que yo frecuento casi cotidianamente en mis lecturas, en mis clases, en todo lo que hago. Por eso, más que una reflexión y una investigación de años, me fue muy sencillo escribir "Librerías".
P.: Su obra aparece cuando en muchas novelas las librerías pasan a ser protagonistas.
J.C.: Luego de que las librerías hubieran estado durante siglos en un segundo plano, como un personaje secundario de la historia cultural, "Librerías" llega en el momento en que las librerías toman protagonismo, supuestamente, por su carácter crepuscular. Lo raro es que no fueran protagonistas antes. Por ejemplo, en "62/ modelo para armar" de Cortázar, en las primeras páginas sabemos que un personaje ha comprado un libro, después sabemos que es un libro de Michel Butor, y sabemos del café Cluny donde el personaje se toma un café, pero el nombre de la librería no lo sabemos. En la época de Cortázar las librerías no eran marcas reconocibles, no eran nombre que valiera la pena reivindicar. Ahora sí estamos en un mundo donde las librerías han adquirido una visibilidad como marcas y protagonistas.
P.: ¿Qué relación encuentra entre las librerías y la literatura actual?
J.C.: El escritor de nuestra época pasó a estar interesado por la circulación literaria. Si nos fijamos en las novelas de Bolaño, si bien son muy extensas son antimonumentales. Si las comparamos con las de García Márquez o de Vargas Llosa, lo que en ellos es monumental, totalizador, en Bolaño es lo contrario. El arte de nuestra época ya no se interesa por lo monumental, se interesa por el proyecto. Y creo que las librerías de nuestra época, las más interesantes son proyectos. Para monumentos tenemos la biblioteca, la librería tiene que tener un carácter más fugaz, más portátil, más ligero, más de proyecto. Y ahí tendríamos a César Aira, Yuri Herrera, Mario Bellatín, a un montón de escritores cuyas novelas son más proyectos artísticos que literatura.
P.: Usted llega a explicar cómo se logra hoy producir un best seller.
J.C.: Aplico a la literatura la teoría del turismo, donde lo fundamental es el marcador, es decir algo que hace que algo que no era turístico pase a serlo. En un bar que era igual que otro de pronto descubre una foto de Hemingway y automáticamente ese bar ya es turístico, ya es importante, ya factura más que otros. Con los libros es lo mismo. El caso típico es un suicidio. El marcador hace que su libro tenga un aura que no tenía. Doris Lessing envió una novela sin su nombre y fue rechazada por un montón de editoriales.
P.: ¿A qué se debe su relación tan fuerte con la Argentina?
J.C.: Con que viví aquí. Estuve dos años entre Buenos Aires y Rosario. Viaje mucho por América Latina, y fui volviendo aquí por amistades, por interés cultural. Estudié alemán en el Instituto Goethe. Viví en la Boca, escribí un libro sobre La Boca. En Rosario me enamoré de una rosarina. Eran años de vida en que me dedicaba sólo a leer y escribir, por lo tanto era igual para mí vivir aquí o en otro sitio. Y aquí tenía muchos estímulos, mis ídolos eran Borges y Cortázar.
P.: ¿De qué trata "Los muertos" que hace un tiempo llegó a la Argentina con el prestigio de novela artefacto de culto?
J.C.: Es una novela falsamente serial sobre la serie de televisión "Los muertos" que yo invento, es un intento de reflexionar sobre la televisión desde la novela reivindicando la novela. Lo que hago combinar crónica, ficción y ensayo es un artefacto muy literario que intenta pensar qué ocurre con la ficción audiovisual en nuestra época. "Los muertos" es la primera parte de una trilogía que estará seguida por "Los huérfanos" y "Los turistas", donde se habla sobre el gran tema del conflicto entre ficción y realidad, entre ciencia y religión, entre mentira y verdad, entre mito y historia, intento trabajar esa dinámica apasionante en tres novelas que suman 600 páginas.
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
J.C.: Tengo varios proyectos, pero el principal es la edición actualizada de "Teleshakespeare" en Argentina por Interzona , y la edición de los restantes tomos de la trilogía iniciada por "Los muertos".
P.: ¿Qué es "Teleshakespeare"?
J.C.: Un intento de entender un fenómeno a la vez artístico narrativo, de discusión sobre el centro audiovisual de nuestra época, el cine de Hollywood, las series y los videojuegos, desde la literatura. Lo que hago es pensar a Dickens, a Shakespeare, a Cervantes o a Borges analizando series como "Los Soprano", "Dexter", "House" y el resto de las grandes series de nuestra época. Veo en ellas una calidad narrativa muy alta, una lectura de nuestra época, con comentarios sociopolíticos casi en tiempo real. Y, lo más interesante, veo artefactos transmedia. Hay una serie que es fundamental, luego una página web, videos en YouTube, libros, y comics que crean un mundo complejo que es cada vez más, le mundo narrativo de nuestra época. Empecé con "24", una serie mala pero muy interesante, y la primera gran serie que vi fue "Los Soprano", y a partir de ahí "The Wire", "Six feet under", todas las buenas.
Entrevista de Máximo Soto |
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