20 de enero 2010 - 00:00

Una táctica repetida que ya fracasó antes

Julio Cobos ofreció ayer una imagen simbólica del momento: posó, con un casco protector, durante una actividad oficial.
Julio Cobos ofreció ayer una imagen simbólica del momento: posó, con un casco protector, durante una actividad oficial.
En Olivos -una isla hiperacondicionada- Néstor y Cristina Kirchner creyeron encontrar, en un movimiento híbrido, la salida menos costosa a la crisis Redrado. No sólo eso: imaginaron que su «táctica genial» torpedea, además, a Julio Cobos.

La furia que descargó la Presidente sobre el vice, a quien responsabilizó por la suspensión de su gira por China, esconde la admisión del fracaso del esquema que diseñó Amado Boudou para desprenderse del titular del Central. Late, también, el malestar con el ministro.

El matrimonio supone que la decisión de hacer intervenir al Congreso en el caso Redrado obliga a Cobos a exponerse porque deberá, como parte de la comisión del artículo 9°, definir -aunque ese «consejo» no sea vinculante- sobre la continuidad o no del presidente del BCRA.

El mismo criterio, en un rango inferior, valdría para Alfonso Prat Gay, antecesor de Redrado en el cargo, y ahora diputado de la CC como parte de la triada que junto al kirchnerista de Santa Fe, Gustavo Marconato, tiene butaca garantizada en la Bicameral.

La demonización de Cobos encabezada por Cristina -¿suspenderá, hasta 2011, todos sus viajes al exterior para no dejar el Gobierno «en manos» del mendocino, incluso su prometida presencia en Chile el 11 de marzo para la asunción de Sebastián Piñera?- tuvo, como único eco, el pedido del vice de que reconsidere la decisión de visitar China.

Coincidencia

La Casa Rosada entiende, en curiosa coincidencia con Mauricio Macri, que la invulnerabilidad que las encuestas le otorgan al vice (sigue, en todas, con niveles de imagen positiva que rozan el 50%) sólo puede perforarse si se lo obliga a «jugar».

En este caso a tener que argumentar a favor o en contra de la permanencia de Redrado en el Central. Los Kirchner interpretan que con eso cambian la agenda al cumplir, tardíamente, con la demanda de que la continuidad de Redrado tenga una escala inevitable en el Congreso.

La historia es, previsiblemente, cíclica. En 2008, Cristina de Kirchner anunció que enviaba -luego de negarse durante semanas a hacerlo- el expediente por la suba de retenciones a la soja al Parlamento para darle «solidez institucional» a esa medida de Gobierno.

La diferencia, en términos prácticos, es que la bicameral que integran Cobos, Prat Gay y Marconato en este caso sólo «aconseja» a la Presidente, por lo que una resolución negativa a la remoción de Redrado no incidirá sobre la determinación última de Cristina.

Otra vez, como entonces, tras tropezar con la expeditiva vía ejecutiva, termina -luego de pagar los costos- recogiendo y aceptando el camino impuesto por la oposición. La teoría, difundida en Casa Rosada, era que ese solo hecho corona la salida de Redrado.

«La política le quitó el respaldo a Redrado y con el tema en el Congreso, la discusión se termina» decían, con una regla de tres simple, en el Gobierno. La oposición, en rigor, pide extraordinarias y el Gobierno recurrió a un híbrido: no acepta sesionar, pero activa comisiones.

El dilema, más allá de la celeridad que le aplicó Eduardo Fellner -que convocó a Diputados para el jueves para formalizar la designación de Prat Gay y Marconato-, es qué ritmo está dispuesto a imprimirle Cobos a la comisión bicameral del artículo 9°.

Puede, por caso, convertir ese ámbito en una trinchera para que Redrado haga su defensa pública y la oposición descargue sus perdigonadas sobre el Gobierno. Con que el trámite se demore dos semanas, Boudou deberá volver a revisar el cronograma del canje.

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