15 de junio 2010 - 00:00

Vermeer, admirable pintor de la realidad cotidiana

La figura de las mujeres tuvo gran protagonismo en la obra de Johannes Vermeer, cuya poco conocida obra temprana (referida a temas mitológicos y bíblicos), exhibe la Real Pinacoteca Mauritshuis de La Haya.
La figura de las mujeres tuvo gran protagonismo en la obra de Johannes Vermeer, cuya poco conocida obra temprana (referida a temas mitológicos y bíblicos), exhibe la Real Pinacoteca Mauritshuis de La Haya.
En la Real Pinacoteca Mauritshuis de La Haya se presenta «El joven Vermeer», exposición de las obras tempranas del famoso pintor holandés.

La muestra permite comparar sus primeras obras -poco conocidas por el público-, como «Diana y sus Compañeras», «Cristo en la casa de Marta y María», y «La Alcahueta», con sus trabajos posteriores como «Vista de Delft» y «La Joven de la Perla», de la colección permanente del museo Mauritshuis.

De gran reputación durante la vida del artista pero olvidada luego de su muerte, la obra de Johannes Vermeer (1632-1675), fue recuperada en 1866, por el historiador de arte francés Etienne Joseph Thoré, quien reunió 64 pinturas, posteriormente reducidas por una crítica más estricta, a 32 autentificadas.

En el siglo XVII, durante el gran desarrollo del comercio exterior en Holanda, su rica burguesía se inclinó por el gusto de la pintura de género, espacios interiores que alcanzaron una notable popularidad. En la mayoría de las escenas, representaron hogares burgueses refinados y destacaron la intimidad y la familia. Por ello, al cobrar importancia la vida privada, la figura de las mujeres adquirió protagonismo, tanto en su papel como amas de casa o en actitudes amorosas. Sus obras se caracterizaron por la excepcional representación de la realidad cotidiana.

Vermeer fue hijo de Digna Baltens y Reynier Jansz Voss, su apellido hasta 1640; en ese entonces comenzó a utilizar Vermeer, que procede de van der meer, del lago. Su padre tenía una fonda y además vendía pinturas. Esta fue seguramente la iniciación de Johannes. Si bien no hay certeza acerca de las ciudades en las que se formó, sin duda visitó y estableció conexiones con los centros urbanos de Amsterdam, Utrecht, Leiden y Rotterdam.

Su maestro fue Carel Fabritius (1622-54), un artista de Delft, brillante discípulo de Rembrandt. Fabritius se había interesado especialmente por los fenómenos ópticos y la precisión visual. El mecenazgo del coleccionista Pieter Claesz van Ruijven (1624-1674), y el apoyo económico de María Thins, con cuya hija Catharina Bolnes, Vermeer se había casado en 1653, fueron fundamentales en el desarrollo de su carrera.

Influido por los pintores tenebristas de Utrech, las primeras obras de Vermeer se refieren a temas mitológicos y bíblicos. «Cristo en casa de Marta y María» (c.1654-55) es uno de esos ejemplos del barroco de aquel tiempo. Pero hacia 1657, inició la búsqueda de la luz y el espacio en sus pinturas de interiores. Eliminados los vestigios tenebristas, la luz natural entrando por una ventana o una puerta lateral ilumina los interiores de sus telas.

Así, en una de sus obras más conocidas, «Lectora en la ventana» (c. 1657), Vermeer se centra en el estado psicológico de la escena. Pertenece a un conjunto de obras en las que el rincón de una sala se ilumina desde una ventada ubicada en el sector izquierdo de la tela. Personajes privilegiados de la vida privada en el siglo XVII, las mujeres jóvenes son las protagonistas habituales de sus pinturas: aparecen con naturalidad, llevando a cabo acciones cotidianas.

Eximio dibujante, perfeccionista en el uso del color, fue un virtuoso en confundir al espectador con el espacio real y el inventado.

Sólo dos obras de Vermeer tienen fecha cierta. Pero los historiadores coinciden en ubicar una serie de interiores con figuras, en los años 1658-62; y luego otra, con una sola figura, en 1662-64. Entre estas últimas, una de las más conocidas es «Mujer con una balanza» (c.1664). Una joven de rostro apacible sostiene una balanza vacía, que contrasta con monedas de oro ubicadas sobre una mesa y un cuadro del Juicio Final que aparece como fondo sobre una pared de la sala.

«Mujer con collar de perlas» (c.1664) es una escena íntima que se caracteriza por la actitud estática y contemplativa de la protagonista, sosteniendo un collar mientras se observa en un espejo.

Tanto por su tamaño como por su sentido alegórico, «El arte de la pintura» (c. 1666-68) es la obra paradigmática de Vermeer. Un pintor retrata a su modelo -que se ha identificado con Clío, la musa de la Historia-, tiene una corona de laureles y sostiene un libro en una mano, y en la otra una trompeta. Un águila bicéfala en la parte superior de la lámpara colgante simboliza la dinastía de los Habsburgo, que gobernaba en las provincias del sur de los Países Bajos. Esta obra se destaca también por el contraste entre las pinceladas, que caracterizan una factura pictórica, y el efecto del ilusionismo de los creadores holandeses.

El edificio de la Real Pinacoteca Mauritshuis, ubicado en el centro de La Haya, data de 1640, cuando fue construido como la mansión de Johan Maurits, conde de Nassau Siegen. Desde comienzos del siglo XIX, ha albergado una de las colecciones más famosas del mundo, que incluye obras del arte holandés y flamenco desde el siglo XV al XVII.

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