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Wall St. ya se deglutió al “brexit” (problema es político, no financiero)
Para el Reino Unido, la UE es horrible, pero la intemperie sería peor.

George Soros
Dicen los que saben que el "brexit" es una peste peor. George Soros lo presenta como una crisis que será similar a la de 2007/2008. Marc Faber es más optimista. "Los inversores están en el Titanic, pero tienen varios días más de viaje", dice. La liquidez de los bancos centrales comprará una extensión del itinerario. La Fed no puede subir las tasas y, probablemente, tendrá que embarcarse en una nueva compra de activos, el QE4. Sus pares del G-7 lo acompañarán gustosos. ¿Será así? Alcanza con darlo por sentado. En concreto, únicamente el Banco de Inglaterra se apresta a intervenir. Una baja de tasas de un cuarto de punto (desde el medio por ciento) y, quizás, un nuevo programa de QE por 50 mil millones de libras, no deberían sorprender. ¿La liquidez, actual y futura, lo cura todo? A juzgar por la convicción de los mercados, dos semanas atrás, no. La semana pasada, sí. Milagros de la fe.
¿Cómo es que la amenaza del "grexit" pudo ser tan dañina y la realidad del "brexit" es inocua? Es otro BCE. En la crisis de la deuda europea de 2010-2012, un cortocircuito en Grecia podía encender el fuego en Italia, y no había muro cortafuego ni modo de apagarlo. Las tasas de interés en llamas avisaban del peligro, y el contagio de la desconfianza era instantáneo. Hoy el "brexit" derrumbó a los bancos italianos. Nadie ignora los cadáveres que cuelgan en sus armarios. Pero las entidades tienen un acceso ultraaceitado a la asistencia del BCE (incluyendo una línea que se estrenó el día siguiente al "brexit"). ¿Acaso la liquidez arregla la insolvencia? Desde ya que no. Pero hay mejores reflejos. Roma dijo que prepara un plan que inyectará entre 30 y 40 millones de euros de capital a sus bancos. ¿Y quién pondrá la plata? Menos pregunta Dios e igual perdona. Que el FMI dijera que el Deutsche Bank es la principal fuente de riesgo sistémico global -seguido por el HSBC y Credit Suisse-, tampoco. Que no pudiera cumplir, por segundo año consecutivo, con la parte cualitativa de los exámenes de estrés de la Fed (junto con el Santander, éste, por tercera vez) se juzgó una trivialidad. Liquidez hay, y habrá.
Con todo, en esencia, el peligro del "brexit" no es financiero ni económico, es político. Y la calma vino de allí. No hubo euforia en Gran Bretaña, sino un coro de lamentos y procesión de arrepentidos. En las elecciones españolas, se hundió Podemos. Después del shock, ¿cambia el péndulo? La UE es horrible, dijeron los británicos. Pero afuera, a la intemperie, puede ser peor. Y esta semana los euroescépticos concedieron un silencio abrumador. Es la política la que nos dirá el talle del "brexit". Mientras tanto, Austria debe repetir sus elecciones. Esta semana, el ministro alemán Schauble tomó a Portugal del cuello y lo amenazó con otro salvataje forzoso. En octubre, Renzi se juega a un referendo por la reforma constitucional. Y si le va mal, el triunvirato con Merkel y Hollande no tendrá reemplazo italiano. Paciencia, esto recién empieza. Sin olvidar a Trump.
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