20 de noviembre 2023 - 00:00

El fin de la guerra de tasas apura el paso de los toros en Wall Street

No existe una declaración oficial, pero la guerra de tasas de interés terminó, aunque todavía se enarbolen amenazas. La inflación minorista cantó cero en octubre.

Jerome Powell
Jerome Powell

No existe una declaración oficial, pero la guerra de tasas de interés terminó, aunque todavía se enarbolen amenazas. La inflación minorista cantó cero en octubre. Los precios mayoristas cayeron medio por ciento. No hay residuos de inflación en los precios de los bienes físicos, hace meses. La parte del león de la inflación de servicios, el costo del alojamiento, se redujo a la mitad (0,3%), una cifra todavía abultada. Sin embargo, se sabe que medido en tiempo real merodea cero. Y con las tasas hipotecarias actuales los modelos proyectan registros negativos en 2024. La inflación está en retirada, y la Fed la va a perseguir hasta los rincones. La gran guerra no acabará hasta cruzar la meta de 2%. Lo que sí concluyó es la guerra de artillería. La Fed hizo una pausa en junio, lanzó un obús de un cuarto de punto en julio, y está en reposo desde septiembre. Tiene anotado un disparo más el mes que viene. No lo ejecutará. No es necesario ni prudente. Aun así, Susan Collins, de la Fed de Boston, parece discrepar. “Yo no descartaría una suba adicional”. Hay que comprender la intención del banco central: que los inversores no vuelvan a la carga con un escenario rotundo de poda de tasas. No está en los planes aflojar pronto. Claro que la realidad tendrá la última palabra. Como siempre.

La guerra de tasas no es incumbencia exclusiva de los funcionarios. Los mercados, por su cuenta, arremetieron salvajes sobre la parte larga de la curva de bonos y levantaron las tasas allí más de 170 puntos de mayo a octubre. El que calla, otorga. Por eso, la pausa de la Fed fue tan agresiva. Dejó que la ferocidad de las posiciones cortas de los hedge funds llevase la tasa de 10 años a superar 5%. Se especuló incluso con el estreno de una nueva era de rindes más elevados por razones “estructurales”. Bastó que Jerome Powell dijese, tras el último cónclave de la entidad rectora, que la suba no guardaba relación con los cálculos de la política monetaria para que la estructura se esfumase y cesaran las hostilidades. El viernes la tasa de diez años cerró en 4,44%, más a tono con la vieja usanza. Tampoco habrá aquí necesidad de cañonazos. Ni siquiera de aquellos que no tienen que ver con la inflación. El Congreso le hizo una verónica a la ausencia de acuerdo presupuestario, negoció y evitó un cierre parcial de gobierno. Es una granada de mano que no detonará (quizás, más adelante).

¿Qué pasó con el lema de tasas más altas por más tiempo? Se lo retocará. Las tasas son altas -más altas que la inflación- y se las mantendrá así por un buen tiempo. La Fed no querrá decir por cuánto hasta que considere conveniente relajar el rigor de su política. Mientras la economía aguante no lo hará antes que la inflación interanual se hunda por debajo de 3% de una manera sostenida y creíble. El aterrizaje requiere tiempo para proceder con suavidad y eficacia. Y el reloj juega hoy a favor de Powell. A la par, las condiciones financieras cedieron generosamente gracias a la data reciente. La esperada moderación ya se codea con ella después del frenético 4,9% de crecimiento del PBI del tercer trimestre. Se calmaron la inflación y el empleo. Y el consumidor, por fin, desensilló en octubre, como se vaticinó aquí. Las ventas minoristas cayeron 0,1%. Es un alivio luego de un raid inusitado de tres meses muy robustos. Una a una, las piezas se ensamblan como el doctor ordenó. Sería un disparate acribillar el tablero para apurarlas. Lo que urge es la paciencia. Dejar que la suba de tasas decante los efectos que producen con rezago.

No hubo que esperar al Día de Acción de Gracias para la suelta de los toros. Noviembre les franqueó el paso. En rigor fue Powell con el cascabel a las tasas largas. Como sea, la Bolsa avanzó en 11 de 13 ruedas. Van tres semanas pujantes al hilo:+9,3%. La corrección de 10% es historia. El rally crece a lo alto y a lo ancho, que era su talón de Aquiles. ¿Que solo son siete papeles magníficos los que brillan? Ya no. El Russell 2000 explotó más de 5% al alza con la señal de la inflación estable, y engrosa la procesión. ¿Qué otra cosa hacer sino plegarse? El terreno puede ser resbaladizo pero alienta pensar que no lloverán más bombas. El mercado bull cumplió un año y todavía no atacó el récord absoluto del 3 de enero de 2022. Lo tiene a tiro, es un trecho pendiente de 6%. Se trata de toros prudentes, pero en manada, sin oposición y en época de fiestas, se lo llevarán puesto más tarde o más temprano.

Dejá tu comentario

Te puede interesar