19 de marzo 2004 - 00:00

A un día del final, aún no hay favoritos

El lápiz del carpintero
"El lápiz del carpintero"
Mar del Plata - Termina hoy la presentación de películas en competencia de este festival, casi perfectamente organizado (sería de quejosos enumerar detalles menores), pero también casi anodino en su parte competitiva. Es decir, las películas van de atendibles a buenas y sólidamente buenas (incluso las hay controvertidas, lo que viene bien), pero no llegan a excepcionales.

Debidamente buena fue la representante española de ayer, «El lápiz del carpintero», basada en un libro de Manuel Rivas, el mismo de «La lengua de las mariposas». «El lapiz...», no es tan emotivo, pero, de construcción similar, clásica, de mano firme, suma a sus méritos evocativos y narrativos otro muy importante para el público: termina bien, es decir, ganan los nuestros.

Pero no con un happy end al modo americano, sino con algo más inteligente, debidamente elaborado y envuelto.

Su autor es el cuarentón Anton Reixa, viejo letrista y cantante del grupo Os Resentidos («En España ha mejorado mucho la música, entre otras cosas porque yo me he retirao», sintetizó esa parte de su vida), y luego director y productor de videoclips de Joaquín Sabina, al tiempo que licenciado en filología gallega. Y el asunto es, de nuevo, el eco de los '30 en Galicia. El núcleo, la mirada de un simple, que se hará carcelero y testigo del amor de una pareja de esos tiempos (él, médico republicano, ella, hija de un franquista). No conviene contar más, por si algún distribuidor decide comprarla.

Sólida también, la última esperanza argentina, «Buena Vida Delivery», del debutante Leonardo De Cesare, comedia amarga de alegoría social salpimentada de humor negro, sobre un asunto similar al de «Catita es una dama» (la casa tomada por los pobres medio aprovechativos, para desolación de quien debe cuidarla), lógica y deliberadamente mucho menos graciosa, pero con señalables apuntes de actualidad, que se ganaron el aplauso del público.

Dentro del llamado nuevo cine argentino, al que pertenece,
«Buena Vida...» tiene características propias. Por ejemplo, un claro compromiso temático, y un sentido de la realidad más cercano al de la clase media en bajada (se filmó en Boulogne, Ramos Mejía y Banfield), mostrada con diálogos precisos y casi siempre buen pulso. Además, su historia no tiene gente aburrida que nadie sabe de qué vive. Gente malhumorada, sí, casi todos. Por el uso de un sentido alegórico sobre los problemas de una pyme ilegal, se la podría relacionar con «El descanso», aunque es de otro tono, más bien realista. Lo irónico, apuntaba el director, es que la vieron unos coreanos y ahora la piden para un festival de cine fantástico. «Ellos la ven así, no saben que acá pasan estas cosas».

Mientras, en otros espacios se vieron los cortos de La Mujer y el Cine, se presentó el Instituto Universitario Nacional del Arte, IUNA, Nicolás Casolino dio un seminario sobre películas para la era digital, Rodolfo Hermida una clase maestra titulada «Del caos al pixel», y, atención, empezó la muestra del Notodofilmfest.com, una selección con lo mejor, o mejorcito, del Festival de Cine Comprimido, dedicado a cortos de hasta 3.5 Mb y tres minutos de duración.

Lo impulsa
Javier Fesser, que debería estar aquí, porque su «Mortadelo y Filemón» está siendo el éxito del encuentro (un testimonio que le llevará Pepe «Filemón» Viyuela, su representante en estas playas). Otros éxitos han sido la sueca «Evil», con el público aplaudiendo en medio de la proyección, la boliviana «Sexual Dependency», «Casa de los Babys», «Los soñadores», y, cabe reconocerlo, «Memoria del saqueo».

Destacable suceso, también, aunque para menor multitud, la comedia uruguaya «El viaje hacia el mar», la cubana «Suite Habana», casi sin diálogos, el corto de Dalí-Disney «Destinos», la deliciosa cuan discutida comedia filosófica «Un film falado», del nonagenario maestro Manoel de Oliveira, y el documental «Charlie: the life and art of Charles Chaplin». A esta lista podría agregarse «Las cinco obstrucciones», de Jorgen Leth y Lars von Trier, que se reprisará luego en el festival porteño.

Queda por relevar, además, el otro festival, el de las secciones nacionales. Por ejemplo, Vitrina Argentina, tan extensa que mereció un catálogo aparte (injustamente de distinto formato que el oficial, y floja distribución), y donde estos últimos días aparecieron tres buenos documentales sobre cine:
«Dirigido por», «Tacholas, un actor galaico porteño», y «NOA, un viaje en subdesarrollo», de, respectivamente, Rodolfo Durán, José Santiso, y Diego Olmos &Pablo Pintor, miembros del Grupo Cineambulante.

Hoy cierran la competencia oficial el policial francés
«Tristán», de Philippe Harel, y el probable melodrama de la canadiense Lea Pool «La mariposa azul», sobre un niño con leucemia en busca de una mariposa centroamericana. Mañana se anuncia la decisión del jurado, y termina el festival. El domingo todo el mundo vuelve a su casa. En una o dos semanas, empieza una gira con algunas películas por Buenos Aires y ciudades del interior. En unos meses, siguen las conversaciones técnicas por los acuerdos y preacuerdos entre mercosureños y europeos, y empieza la preproducción de una o dos de las películas seleccionadas por el proyecto Raíces/ Italia. En un año habrá otro festival. O año y medio, si se impone el criterio de quienes, desde dentro mismo de la organización, proponen razonablemente volverlo a noviembre. Veremos quién gana.

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