Figuras
privilegiadas
en «La
imagen de los
años 80 en el
MNBA»: a la
izq., obra de
Alejandro
Puente, y al
fondo de una
obra de
Américo
Castilla
(director de
Patrimonio y
Museos y a
cargo de
Bellas Artes).
KUITCA SIGUE EN EL RINCON
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Este diario lo advirtió hace dos años. El estupendo cuadro de Guillermo Kuitca «La consagración de la primavera», merecería un lugar destacado en la sala del Museo donde se exhibe el arte de la década de los años 80 perteneciente a la colección de arte argentino del siglo XX. Pero la pintura se encuentra encajonada detrás de la puerta y un «Tótem» de Hernán Dompé obstruye su visión, al punto que entre el centenar de imágenes que posee el Museo de esa sala, no hay ninguna donde aparezca esa pintura. Kuitca, Alfredo Prior, Marcia Schvartz, Duilio Pierri, Martín Reyna, Armando Rearte, Juan José Cambre, Osvaldo Monzo, Felipe Pino, Fermín Eguía, José Garófalo, Eduardo Stupía, entre otros, son los artistas que presentan rasgos estilísticos afines, en medio de la diversidad dominante de una década difícil de separar del los conflictivos años 70. Prior ocupa un lugar extraño, junto a un mix de artistas (Kemble, Noé, Maza, Bonevardi) que no pertenecen a su generación.
El montaje de la muestra de arte argentino, es responsabilidad de Alberto Bellucci, director del Museo de Arte Decorativo, que ganó ese cargo por concurso a fines de la década del 90 y ocupó interinamente la dirección. Flaco favor les hizo Bellucci a los artistas Alejandro Puente, miembro de la Academia de Bellas Artes y del Comité Asesor del Museo, y a Américo Castilla, director de Patrimonio y Museos y hoy a cargo del MNBA, al brindarles a sus cuadros la mayor visibilidad y un espacio preferencial en el capítulo de los años 80. La exhibición donde figuran los artistas mencionados, se confirma en la reseña de la flamante «Guía» del MNBA, «La historia del arte revisitada. Arte argentino, década de 1980», donde se rescata «la búsqueda de una identidad regional» de Puente (artista que logra su mayor relevancia en la década del 60, junto a Cesar Paternosto) y se menciona a Kuitca pero no a Prior. El breve texto de la «Guía», con la visión particular de la historia de Bellucci, está ilustrado en primer lugar por la obra de Castilla (integrante del envío a la Bienal de San Pablo en 1977 junto a Bengochea, Eguía, Giuffré y Sbernini), luego continúa con Puente, Kuitca, Schvartz, Gorriarena, Suárez y Kemble.
EL MNBA COMO LEGITIMADOR
El Museo de Bellas es la institución legitimadora por excelencia del arte argentino, ésta es su responsabilidad ineludible. Aunque Theodor Adorno observó que la afinidad entre los términos museo y mausoleo va más allá de la fonética, en la última década el MNBA dejó de ser tan sólo un depósito de tesoros para convertirse, además, en un espacio de legitimación estética del arte moderno y contemporáneo. La influencia que todo museo ejerce en el gusto, se dejó sentir en un notable cambio de las preferencias hasta ayer conservadoras de muchos coleccionistas que comenzaron a valorar un arte más ligado a la actualidad. Y, como se sabe, el gusto tiene un peso decisivo en el mercado. Así, quienes asumanlos cargos directivos por concurso, deberán necesariamente definir si adhieren -o no-a la historia que se ha escrito y definir quiénes son los protagonistas que merecen ocupar un lugar en el capítulo de la década del 80. La polémica (por ahora silenciosa), ya está abierta, intereses de toda índole están en juego.
POLITICA CULTURAL
«¿Qué puede hacer un director, por bueno que sea, sin dinero?», cuestionan artistas, coleccionistas y operadores culturales. No se trata de falsas alarmas. Este diario publicó en 1994 una nota que reflejaba esta situación: (...) «Hace unos días se restringió el acceso a algunas salas porque el plantel de guardianes es insuficiente, y a partir de la fecha sólo los fines de semana se podrá recorrer el Museo en su totalidad. Rafael Iglesias (director entonces), tenía sobre su escritorio un recipiente para atajar una gotera pertinaz». La discusión política sobre si el arte es un bien público que se debe preservar, y si el Estado, más allá de los aportes del sector privado, es responsable del mantenimiento y funcionamiento de los museos, es la gran deuda pendiente de los sucesivos secretarios de Cultura.
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