31 de marzo 2001 - 00:00
Ana Katz, el juego que va del teatro al cine
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Periodista: Su obra recibió un crédito del Instituto de Cine y la coproducción del Teatro San Martín. ¿A qué obedece esta necesidad de contar la misma historia dos veces?
Ana Katz: Cuando escribí la historia no estaba claro si era para teatro o para cine. Pero al ir armando la puesta me di cuenta de que eran dos mundos diferentes que me permitían contar la misma historia con lenguajes muy distanciados entre sí. Descubrí escenas que tenían más que ver con la obra y otras en cambio eran ideales para una película. Los que vieron las dos versiones coinciden en lo mismo: son dos mundos completamente diferentes.
P.: ¿Después de estrenar la obra sintió que le faltaba contar algo más?
A.K.: No, mi decisión no tuvo que ver con una carencia del lenguaje teatral sino con el tema mismo. Yo creo que la familia es un espacio en donde siempre quedan cosas a escarbar, porque nunca se dice todo. Son relaciones que cambian todo el tiempo, por uno mismo y por los hechos de la vida que la transforman una y otra vez.
A.K.: Quise mantener un equilibrio entre Víctor (el hijo que regresa unos pocos días por cuestiones de trabajo) y esa familia que lo quiere y extraña pero que a la vez lo ahoga. Sobre todo la madre, que es una figura encandiladora para bien y para mal. Yo quería que no hablaran de lo que les pasa sino que se pelearan por cosas del juego. Porque eso es lo que pasa en las familias, nunca se llega a discutir el verdadero punto. En general se discute por cuestiones del momento: «¿dónde pusiste el vaso?», «hiciste trampa», «¿por qué no me escuchás cuando te hablo?». Son temas concretos que en la confusión del ambiente familiar terminan volviéndose cómicos y absurdos.
P.: En la obra los personajes juegan todo el tiempo.
A.K.: Sí y los papeles familiares tienen mucho que ver con esos juegos sobre todo con el de la silla, donde siempre hay una silla menos que el número de participantes y uno se puede quedar sin lugar. Yo diría que la lectura del mundo familiar es infinita. Hay toda una historia de por medio un pasado en común y una obligación de compartirlo todo que por ahí no es buscada. Entonces, creo que mi intención de buscar en cine y en teatro tuvo que ver con que el mundo familiar me capturó completamente y con que es algo de lo que podría hablar infinitamente.
P.: ¿Cuáles son las diferencias entre una y otra versión?
A.K.: En cine la historia es más concentrada e intimista. En teatro, en cambio, tiene más show, las acciones son más hacia fuera. Con tanto juego la obra tiene más que ver con el mundo del espectáculo. La versión para cine es quizás más melancólica.
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