30 de enero 2003 - 00:00

"Analízate"

Escena del film
Escena del film
«Analízate» («Analyze that», EE.UU., 2002, habl. en inglés). Dir.: H. Ramis. Int.: R. De Niro, B. Crystal, L. Kudrow, C. Moriarty, A. LaPaglia y otros.

La primera parte de esta historia, «Analízame», era una comedia divertida basada únicamente en su premisa básica y en la química De Niro-Crystal. Con esto a su favor, divertía razonablemente a pesar del obvio desaprovechamiento del talento involucrado, empezando por el director y guionista Harold Ramis.

Como la comedia original fue uno de los grandes éxitos de taquilla del '99, una secuela era ineludible. Hubiera sido una buena ocasión para potenciar los elementos desperdiciados la primera vez. En cambio, esta vez el desperdicio es casi completo, ya que no sólo no hay ideas nuevas, tampoco hay un buen guión y, lo que es peor, ni siquiera los gags son demasiado graciosos.

Lo más rescatable esta en la primera parte de la película: el mafioso que interpreta De Niro, preso y angustiado porque alguien quiere eliminarlo tras las rejas, cae en un estado muy parecido al del paciente de «Despertares». Para sacarlo de ese estado aparece el psiquiatra Billy Crystal, que tortura al catatónico con bromas «de los tiempos de estudiante». El resultado es que las autoridades le derivan al terapeuta el cuidado del mafioso traumado, con la responsabilidad de lograr que el paciente se cure, tome un trabajo honesto y se aleje de sus negocios.

Crystal debe cuidar a De Niro en su propia casa, y durante un par de escenas el choque cultural insinúa algunas risas. Pero, a medida que pasan los minutos -en total son apenas 95, pero parecen más-y los chistes sólo amagan con hacer reír, va quedando claro que lo que deberían haber analizado mejor era el guión. Ver a De Niro junto a Cathy Moriarty como en los gloriosos tiempos de «Toro Salvaje» ahora da más pena que gloria.

Para colmo la referencia a
«The Sopranos» con Anthony La Paglia como un gangster de la ficción que necesita los consejos del verdadero mafioso es otra idea que daba para buenos gags, pero sólo arranca alguna sonrisa intermitente. Al final, el único que sale realmente airoso es el viejo amigo de los Corleone, Joe Viterelli, probablemente porque es del único que nadie puede esperar demasiado.

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