La muestra antológica “Casa tomada” de Gaspar Libedinsky (1976), ocupa en estos días la mayor parte de las salas de exhibición del Museo de Arte Decorativo, y logró convocar el récord de visitantes de la institución. El atractivo visual de las instalaciones del artista parece ser el secreto, además de la bella arquitectura del palacio Errázuriz, el ingreso gratuito y, acaso, el misterio de los recientes robos de varias piezas de su colección.
Otra “Casa tomada”, pero con un glamour sin igual
Bella e innovadora exposición de Gaspar Libedinsky en el Museo de Arte Decorativo, donde los objetos cotidianos adquieren un nuevo significado.
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El trabajo de Libedinsky pone a prueba la capacidad transformadora de los artistas. Comienza con la selección de materiales humildes y destinados a la limpieza, ajenos a la producción del arte que, ya en sus manos, cambian su función original y se vuelven glamorosos. El artista demuestra su poder para infundir nueva vida a la materia. Los objetos cotidianos y de escaso valor alcanzan -con la célebre estrategia que inauguró Duchamp y que hasta el presente utilizan Jeff Koons, entre otros-, el estatus de obras de arte.
Los arrecifes de coral de Libedinsky ocupan el salón de ingreso al Museo. La ondulada y extensa marea roja está realizada con comunes, pero vistosos plumeros de fibra plástica que, lejos de competir con el esplendor palaciego, lo potencian. “Se trata de la transformación de lo ordinario en extraordinario”, aclara el artista, cuya aspiración es transmutar “lo marginal en objeto de deseo”. Y lo mismo acontece en el salón de baile con los trajes de buena factura confeccionados por sabios modistos con trapos para limpiar los pisos y lustrar la platería. A estas obras se suma una nube de plumeros de colores. En otro ambiente, el espectador queda frente a dos estilizadas avestruces de madera, ostentando la gracia de sus plumas. El contraste del arte contemporáneo con los objetos y jarrones de la colección; los destellos de las lámparas y cristales, y los pisos de madera taraceados del Errázuriz, agrega seducción al recorrido.
El propósito de Libedinsky fue generar un clima positivo, grato y estimulante para el público. Sin embargo, las obras que exhibe en los subsuelos del palacio poseen otro carácter. El título, “Casa tomada”, adquiere allí su verdadero sentido.
“Cuckoo” es una pequeña casita de pájaros. La puerta está “tapiada”, al igual que algunas casas vacías de Buenos Aires, para evitar que sean “tomadas”. Sobre la fachada que mide escasos centímetros, se proyecta un “mapping” y se abre un “boquete”, por donde sale y luego ingresa un personaje. El espíritu juguetón de esta obra instala el tema del aislamiento forzado y la salida a través de un boquete. “Comencé la serie ‘Productos Caseros’ cuando estaba en la facultad. Fue mi tesis”, señala el arquitecto que posee una brillante trayectoria profesional en los famosos estudios Rem Koolhaas/OMA de Rotterdam y Diller Scofidio + Renfro de Nueva York, como diseñador de la High Line.
Al descender otro piso una alfombrita recuerda el inicio de la carrera artística de Libedinsky en la Beca Kuitca 2010 de la UBA. Entretanto, se escuchan los golpes que terminan por demoler un muro de la Cárcel de Caseros con la forma redondeada de un boquete. El video “Intervenciones Urbanas. Productos Caseros”, comienza con un dramático documental sobre la prisión, un recorrido por esa ratonera que terminó demolida. La segunda parte abre paso a la ficción: un plan de fuga. Los presos toman la cárcel, modifican la arquitectura del Panóptico y transforman el edificio en un colador, con múltiples boquetes. Los presidiarios se asoman por los huecos.
Finalmente, las imágenes muestran la intervención en la fachada original de Caseros y la extracción de un boquete con proceso quirúrgico. Un camión traslada por la ciudad ese cuadrilátero de mampostería con el agujero en el centro. Detrás de ese marco la cámara enfoca el paisaje urbano y desde el boquete, el espectador contempla el mundo y vive esa experiencia como un presidiario. El destino final es un museo en los bosques de Palermo, el parque destinado a la restauración de los Monumentos y Obras de Arte (MOA) porteños. La obra encuentra su lugar junto a las que, vandalizadas o dañadas, esperan su restauración.
En el jardín del Museo, una construcción para pájaros los invita a afincarse allí. El paredón del fondo está tapizado con una obra de construcción geométrica, una referencia más a la historia del arte, como el traje que se confunde con el de Joseph Beuys.
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