«Cómo maté a mi padre» (Comment j'ai tué mon pére, Francia, 2001, habl. en francés). Dir.: A. Fontaine. Guión: J. Fieschi, A. Fontaine. Int.: M. Bouquet, C. Berling, N. Régnier, S. Guillon, A. Casar.
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La primera película de Anne Fontaine llevaba un título terminante: «Les histories d'amour finissent mal en général». Esa es su aflicción, y su temática. Por ejemplo, en ésta se enfrentan un exitoso médico y su padre, también médico, que lo había abandonado de niño, y ahora vuelve. Los dos se parecen, y los dos se rechazan.
Las diferencias son muchas. El joven tiene una moderna clínica privada, el viejo dice venir de un laboratorio público en algún país africano. Uno tiene casa con piscina, mujer bonita y amante siria, el otro nunca hizo plata, y ahora cae como peludo de regalo. Uno expresa todo su resentimiento, del otro nadie sabe bien lo que pasa por su cabeza ni su alma.
• Provocación
«No me siento obligado a mantenerte, pero lo haría», propone el joven, para definir la situación. «¿La naturaleza? Nada me obliga a quererte», lo provoca el padre, que sólo excusa su pasado tras una vaga referencia a «cosas que no puedo explicar, porque no nos conocemos». Se miran, se cuestionan, se defienden. Tardan en tocarse, aunque sea con un sopapo. Y se socavan a través de otros. Siempre es más fácil hablar del problema que uno tiene con alguien, que hablar el problema con ese alguien.
Los otros son, en este caso, la nuera y el hijo menor. Con ellos, el viejo va tejiendo sus redes. Si esto fuera un antiguo cuento oriental, el anciano terminaría revelando que había venido a probar a los suyos y regalarles su oculta riqueza. Si fuera una parábola cristiana, cada uno se confesaría su orfandad y mezquindad, y perdonaría y amaría al otro. Pero es una historia actual, de gente con formación psicologista, y entonces uno descubre que la muerte es simbólica, que los padres son varios, así cada espectador descubre el suyo, que cada uno corre el riesgo de repetir, de una forma o de otra, lo que le tocó en vida, y que una mísera anécdota de infancia puede definir muchas cosas. Ese es el tema. Fontaine busca a veces cierto clima de misterio poético, sin lograrlo del todo. Pero gana con los diálogos, la intriga, y, en especial, la elección de actores, muy parecidos en el perfil y la mirada escrutadora (en cambio, significativamente, el viejo y el hijo menor comparten otra mirada, comprensiva y triste). Premio César al veterano Michel Bouquet, vale la pena. P.S.
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