18 de enero 2007 - 00:00

"Babel" cautiva como una telenovela de lujo

Brad Pittsostienedesesperado asu esposa CateBlanchet,accidentalmenteherida en unviaje porMarruecos.
Brad Pitt sostiene desesperado a su esposa Cate Blanchet, accidentalmente herida en un viaje por Marruecos.
«Babel» (id., EE.UU.México, 2006; habl. en inglés). Dir.: A. González-Iñárritu. Int.: B. Pitt, C. Blanchet, G. García Bernal, A. Barraza, R. Kikuchi.

Como en los años de la Biblia, atrevérsele a Babel sigue siendo un gesto temerario que produce confusión entre los seres humanos. Dios es vengativo o, al menos, marca límites: no se puede todo, suele responderles a los constructores de torres con aspiración de cielo.

El nuevo film del mexicano Alejandro González Iñárritu y su coequiper, el guionista Guillermo Arriaga, participa secretamente de esta aspiración al absoluto, y lo hace, lo cual habla a su favor, con una astucia casi felina (justamente ellos, que le cantaron a los amores perros): el resultado es cautivante y entretenido como la mejor telenovela de lujo, capaz de seducir tanto a una inadvertida ama de casa como a un sensible votante del Oscar, aunque su esencia dramática termine siendo, tras la acumulación e interconexión de tantas desgracias, tantos sinsabores y padecimientos, algo raquítica y solemne. No se puede todo.

Con una lógica menos borgeana que astrológica, el libro de «Babel» discurre sobre cierta arbitrariedad del universo, y sobre cómo el rifle que perteneció a un desdichado turista oriental terminó pasando a las manos de un pobre marroquí rural, que se lo vendió a otro, padre de dos hijos irresponsables, en cuyas manos desencadenará un grave accidente en una familia norteamericana acomodada y típica, accidente que también arrastra al abismo, siempre por obra del caprichoso azar, a una abnegada sirvienta mexicana que vive ilegalmente en San Diego.

El desarrollo de tamañas peripecias está ejecutado con un oficio ejemplar. González Iñárritu y Arriaga, en su tercera colaboración para el cine (la segunda fue «21 gramos») manejan ya sus argumentos con la precisión de un programa de computadora capaz de generar, a partir de una premisa (en este caso, la genealogía de un rifle), las más diversas derivaciones.

Como si «googleara» en un campo ilimitado de variaciones dramáticas, la película, como en sus trabajos anteriores, se termina quedando con tres historias: la del acomodado matrimonio norteamericano (Brad Pitt y Cate Blanchet), que intenta superar un episodio culposo haciendo un viaje por Marruecos; la de su mucama Amelia (Adriana Barraza), que desea viajar a la boda de su hijo en México, guiada por un chofer poco fiable (Gael García Bernal), y la de la adolescente japonesa Chieko (Rinko Kikuchi), obsesionada por el sexo, a la sombra del incesto y de la memoria de su madre.

Más cerca de «21 gramos» que de «Amores perros», que independizaba más cada una de sus tres historias, «Babel» las entremezcla a tiempos casi regulares, con ligeras variaciones cronológicas. Para contribuir más a la comprensión, el guión practica ciertos flashbacks cuando lo cree necesario, lo que pone aun más de manifiesto la semejanza con la estructura propia de la telenovela a la que fue llegando el método Iñárritu-Arriaga: los trozos de relato, correspondientes a cada una de las tres historias, terminan en el punto de mayor suspenso, para ser retomados al cabo de otros dos, que a su vez responden a la misma lógica (hasta se podrían pasar tandas publicitarias en las transiciones).

Desde luego, esto permite que el interés rara vez decaiga, lo cual sumado al buen feeling audiovisual del realizador, a la arrullante música étnica de Gustavo Santaolalla (la banda de sonido es tan cool que hasta incluye un cierre de Ryuichi Sakamoto y el bolero «Tú me acostumbraste» por Chavela Vargas, tal como manda Almodóvar) y a la notable actuación de la mayor parte de su elenco, en especial Adriana Barraza, convierte a «Babel» en una recomendable salida al cine.

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