28 de mayo 2021 - 00:01

El Cervantes recreará los años del Virreinato para su centenario

Si las condiciones sanitarias lo permiten, se presentará en septiembre en la sala María Guerrero y luego saldrá de gira por el país.

Ciro Zorzoli. Autor junto a Gonzalo Demaría de la obra del centenario.

Ciro Zorzoli. Autor junto a Gonzalo Demaría de la obra del centenario.

El 5 de septiembre cumplirá 100 años el Teatro Nacional Cervantes y, para celebrarlo, encomendaron a Gonzalo Demaría y Ciro Zorzoli la escritura de una obra a la que llamaron “La comedia es peligrosa”. La misma dupla de “Tarascones” encabezará una producción que ostenta 18 artistas en escena, con el fin de evocar las históricas y multitudinarias compañías. Se presentará ese mes en Buenos Aires y luego saldrá de gira por el país en una suerte de “fiesta popular”. Desde ya, si un descenso en la curva de la pandemia permite hacerlo. Sobre “La comedia es peligrosa”, Demaría dijo: “El Cervantes fue construido por la actriz española María Guerrero y pronto se convirtió en nuestro teatro nacional. Hace 238 años, en la época de los virreyes, nacía el teatro estable en Buenos Aires. Hoy los dos hechos se mezclan en una comedia en verso que evoca las compañías de carromato, las tensiones entre hispanos, criollos y la lucha por la libertad”. Conversamos con Zorzoli.

Periodista: ¿Qué les pidieron para conmemorar este centenario?

Ciro Zorzoli: Una evocación de lo que tiene que ver con la creación de un teatro. Tomamos el año 1783, pleno virreinato, cuando una compañía de actores ambulante trata de ver la forma que el Virrey habilite la construcción de un teatro. Es una comedia de enredos del siglo XVIII. Convocar a 18 actores en escena es pensar una pieza en grande, como las que alguna vez se escribían, y aunque ocurra justamente en este momento tan particular en que cuanto menos actores mejor, la intención siempre fue celebratoria. Mezcla de historia y de fantasía, la obra cuenta la historia de unos cómicos de la legua que pretenden construir un teatro estable y para ello se enfrentan con el poder de los cabildantes y del obispo.

P.: ¿De qué se trata la historia?

C.Z.: Demaría contaba que en aquella época no había teatros y los cómicos de carromato se exponían a todo tipo de peligros con el fin de actuar. La compañía Gómez Calasanz trama un plan para obtener la concesión de un terreno en Buenos Aires donde construir su coliseo pero este lote es disputado por unos cabildantes para abrir un estacionamiento de carruajes. El obispo se asocia con ellos y utiliza a los cómicos para difundir unos anónimos contra el virrey, dando cuenta de la relación amorosa de éste con un sargento. El virrey manda encarcelar a los cómicos, pero éstos huyen a tiempo. Las peripecias continúan así hasta el final.

P.: ¿Cómo fue el desafío de enfrentarse a los alumnos de la virtualidad?

C.Z.: No quise adaptar lo que hacíamos antes de manera presencial a lo virtual por medio del Zoom. Las clases como eran antes estaban atadas a la previsibilidad, pero esa coordenada que tenía de cómo dar una clase se modificó. No se podía adaptar algo alterado por la pandemia, por ejemplo, compartir el mismo espacio y cosas que hacían al encuentro. Intenté confiar en que con esa nueva experiencia se generaría algún tipo de aprendizaje, y me refiero a las prácticas artísticas. Tuve que confiar en que a partir de la experiencia alguna cosa iba a decantar. Quizá suene romántico o poético pero me lo tomé así. Creo que es bueno el paréntesis de un encuentro que nos saca del continuo pandémico. Poder encontrarse con el otro que comparte los mismos intereses o gustos, aunque sea un instante, es valioso pese a la distancia física y aunque más no sea de manera virtual.

P.: ¿Hizo teatro por streaming en pandemia?

C.Z.: No. Las expresiones de teatro por streaming hay que pensarlas como nuevas porque el teatro en sí mismo es irremplazable. Ese teatro por streaming tiene su propia formulación y creo que si dependen de la tecnología sería bueno más apoyo económico y tiempo para que sea explorado. Esa manifestación no es un sucedáneo, es algo en sí mismo, por ejemplo, incluyendo a la cámara en el relato y no como mero registro, que lo convierte en material de archivo. Es un cruce entre algo en vivo y el cine, o un cruce de géneros que puede tener su particularidad y es atractivo. Habría que dejar de llamarlo teatro y que pueda encontrar su propio nombre. Creo que es algo que va a quedar y no compite con otras plataformas.

P.: Sin embargo todo se proyecta en una pantalla para un espectador en su casa, ¿cómo conviven esos contenidos teatrales con Netflix o Amazon?

C.Z.: Antes de la pandemia ya había mucha gente encerrada en su casa para la que se inventaron los contenidos que pusieron en jaque a la TV. La pandemia lo acentuó pero este movimiento se va a quedar, y también estará el público que salga a ver cine o teatro, que es una reunión entre personas más allá de lo artístico.

P.: ¿Qué proyectos retomará cuando la pandemia lo permita?

C.Z.: En 2020 estaba por arrancar en el Portón de Sanchez “Stanislavsky fantasmatic” a partir de un laboratorio del Centro Cultural San Martín que venía bien de público. Eso se retomará porque nos quedaba mucha tela por cortar. Y con “Tarascones” siempre está la idea de retomar funciones porque es una obra que hemos disfrutado mucho. También pensábamos volver con un laboratorio del Cervantes. Quedaron muchos pendientes flotando con la pandemia.

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