El enfrentamiento de dos hermanas y su mundo familiar, social, laboral y pasional lleva por el asombro, lo extraño y lo fantástico para concluir en una distopía de ciencia ficción que denuncia el futuro de escasez de agua dulce, en la “Trilogía del agua” (Alfaguara) de Claudia Aboaf, que reúne las novelas “Pichonas”, “El rey del agua” Y “El ojo y la flor”. Aboaf es escritora, guionista y docente, ha publicado “Medio grado de libertad”, “Astrología y literatura, Diálogos cósmicos Borges-Xul Solar, Pizarnik-Silvina Ocampo”. Ámbito dialogó con ella.
Claudia Aboaf: cuando las distopías se convierten en cruda realidad
La autora argentina, especialista en ciencia ficción, acaba de publicar en un volumen único, "La Trilogía del Agua", sus novelas “Pichonas”, “El rey del agua” Y “El ojo y la flor”
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Claudia Aboaf, autora de la "Trilogía del agua" que apareció en un volumen único.
Periodista: ¿Qué sintió al reunir su trilogía?
Claudia Aboaf: Cuando surgió la propuesta de la editorial de reunir las novelas “Pichonas”, publicada en 2014, “El rey del agua” en 2016 y “El ojo y la flor” en 2019, en un tomo, como “Trilogía del agua”, mi condición fue tener la libertad de intervenirlas o no en la medida de una relectura actual. Sentí, como un movimiento en el tiempo, que estaba ante cosas que escribí durante diez años y que están sucediendo hoy. Fue llamativo ver que la gran sequía del río Paraná, contada en “El ojo y la flor”, ocurrió un año después de que se publicó la novela. Había sido un trabajo inmenso para mí sostener la idea de que el Paraná se secaba, algo que me parecía posible pero muy lejano, y de pronto eso era una foto periodística. Sentí que estaba bien que la saga se volviera a publicar porque había un presente que podía escuchar mejor algunos mensajes sobre el agua que allí están.
P.: Otra sorpresa fue que “El rey del agua” no estaba en el futuro ni era un intendente sino un magnate asiático.
C.A.: Tengo un seteo en Google para mis novelas. Y en 2022 me empezó a traer repetidamente “El rey del agua”. Me pareció raro que seis años después de la aparición de esa novela se estuviera hablando tanto de ella. Resultó que “el rey del agua” es un multimillonario chino que hizo su fortuna envasando agua. Otra sacudida, de temas que están en mis novelas, fue cuando el agua comenzó a cotizar en Wall Street, pasó de ser un bien público de uso común a ser privatizada, exportada y concentrada en pocas manos. El que tiene el poder del agua va a dominar el mundo. Así ha sido siempre. Por eso grandes capitales compran centros de agua dulce, humedales, lagos en la Patagonia y van por los glaciares.
P.: Su trilogía recorre varios géneros.
C.A.: Comencé en una vida privada, una pequeña familia. Puse el foco en la conflictiva relación de dos hermanas que están separadas. Hay un drama no dicho, y son como dos ríos que terminarán confluyendo. En “Pichonas” la preocupación por lo familiar se vuelve social. El ambiente toma protagonismo cuando el agua es convertida en una mercadería que involucra la vida de todos. Esa distopía, que se parece mucho a la situación actual, lleva a zonas muy oscuras. Si las distopías en ciencia ficción suelen presentar autocracias y monarquías alocadas, yo tuve la necesidad de apuntar hacia una utopía porque las hermanas finalmente se iban a encontrar. Recurrí al lirismo de una metáfora floral, del ojo y la flor, No existe la flor sin el ojo que la mire. y no existe arquitectura del ojo sin la evolución de las flores. Para eso me apoyé en una teoría de Lynn Margulis en su libro “Microcosmos”.
P.: ¿Por qué mezcla el mundo emocional de Andrea y Juana con teorías científicas y la tecnología actual?
C.A.: Para los escritores de ciencia ficción meter las manos en la ciencia es entusiasmante. Nos entusiasma indagar, investigar y apoyarnos en trabajos científicos. Eso se lee en mis novelas. En cuanto a la tecnología, hoy es parte del mundo ambiente, y no podemos renegar de ella, estamos atravesados por ondas de radio frecuencia. Nuestra vida está vinculada a la tecnología de tal manera que la veo como una creación nuestra, algo de lo que no podemos separarnos. Muchas de nuestras emociones dependen de nuestra relación con la tecnología. Y a mí me interesa indagar el mundo de las relaciones. Las familiares, las de las hermanas, las con la naturaleza, las con los cuerpos de agua, con las tecnologías, las políticas que se establecen entre economía y población. El mundo, más que de personas o cosas, es de relaciones.
P.: ¿El trauma que provoca la vejación a una de las hermanas fue metáfora de la que se hace a la naturaleza?
C.A.: La gran metáfora de este siglo es la de la mujer y la naturaleza. La mujer como cuerpo y el cuerpo como territorio. Ambas han sido violadas, vejadas, lastimadas. A las mujeres caóticas para disciplinarlas, a la naturaleza caótica para dominarla. Metáfora mortífera que sometió a las mujeres y trajo el estado trágico de crisis climática. Durante todos estos años se luchó por los derechos de la mujer, ahora se habla de los derechos de la naturaleza.
P.: ¿Al comenzar la saga trazó un mapa para seguir el destino de Andrea y Juana, sus padres, sus parejas, la gente que las rodea, el mundo en que viven?
C.A.: El mapa lo hice cuando me propusieron la trilogía. Me guio el mapa de toda la Cuenca que hizo la gran artista Adriana Bustos y que ahora está en la tapa del libro. En la ficción el conflicto y lo siniestro en esa familia remite al padre desaparecido en Misiones, donde se fue a refugiar. Eso hace que el mapa traza del Alto Paraná al Río de la Plata y el mar Atlántico, con el encuentro del agua dulce y el agua salada, y la Nueva Ensenada.
P.: ¿En que está ahora?
C.A.: Haciendo guiones de podcast con Dolores Reyes. Maristella Svampa, Gabriela Cabezón Cámara y Soledad Barruti para el colectivo socioambiental Mirá. Y en un libro de cuentos.
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