Daulte: "El teatro es un león enjaulado que quiere ya salir al ruedo"
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Claudio Tolcachir y Javier Daulte.
Desde que comenzó el aislamiento, el streaming ha sido el único vehículo para acercarse a expresiones de cine, música y teatro. A través de lo digital se sumaron, a las series, estrenos de películas nacionales, recitales y la experiencia teatral. Ese rasgo, favorable para la difusión, tiene su contracara en la imposibilidad, hasta ahora, de generar rédito económico. El fin de semana AADET (cámara de empresarios teatrales) se reunió vía zoom para elevar al Poder Ejecutivo las necesidades del sector, al que se sumó el de la música. Hasta ahora, las pymes del espectáculo reciben alguna ayuda económica que resulta insuficiente teniendo en cuenta que no venden entradas y deben sostener al personal en relación de dependencia. En muchos casos se suman contratos artísticos que no se podrán llevar a cabo pero que se deben, de acuerdo con el decreto de Cultura de la semana pasada, mantener y sostener.
Estas urgencias despertaron en el ámbito teatral distintas opciones como la venta de entradas a futuro o la implementación de la gorra virtual (Timbre 4 o El Picadero) o acciones solidarias como las donaciones a la Cruz Roja en el caso de La Plaza online.
Sin embargo, existen discrepancias acerca de la experiencia del streaming para una expresión singular y única como es la teatral. Dialogamos con dos autores, directores y dueños de salas teatrales, como Claudio Tolcachir y Javier Daulte, para expresarse sobre estas cuestiones.
Tolcachir, que hasta antes de la cuarentena iba a iniciar en Europa una gira con “La omisión de la familia Coleman” y “Próximo”, planeaba reponer “Nerium Park” y “El Golem” en Timbre y ensayaba “Mi abuela la loca” con Norma Aleandro y Oscar Martínez para el Metropolitan. Él fue de los primeros en poner en streaming obras de Timbre 4, que subirá esta semana (de jueves a lunes) el festival TABA realizado en verano en Buenos Aires.
“El streaming es una reacción a lo que sucede en este momento”, dijo a este diario. “En Sarajevo nos mostraron túneles donde se hacía teatro, que nunca se interrumpió durante la guerra. Me acordaba de eso como ejemplo extremo para seguir, y seguro habrá habido gente que haya cuestionado un festival de teatro bajo tierra. El streaming es una forma de seguir activos, compartiendo material y mucha gente volvió a ver las obras, además de sostener gastos fijos con la gorra virtual. La situación de los teatros off siempre es dramática; en este caso catastrófica, como la de cualquier emprendimiento, o peor, porque nunca se hace diferencia o ahorro, siempre estamos al día. Me contaban de ‘La carpintería’ que les vino la cuenta de luz de 30 mil pesos con el teatro cerrado. Timbre tiene la escuela, mucha gente trabaja e inventa cosas para salir a flote. Con ARTEI trabajamos en una red para que los teatros con más solvencia puedan ayudar a los más frágiles”.
Javier Daulte, creador, director y dueño de Espacio Callejón, dijo a este diario: “No puse obras en streaming que tenían fecha de reestreno como ‘Valeria radioactiva’. Me cuesta pensar en reemplazar el acto presencial del teatro por algo no presencial. Sí tiene valor en tanto archivo, por ejemplo, ‘Filosofía de vida’, que dirigí y fue parte de La Plaza online, y que no se volverá a hacer, Alfredo Alcón no está más. Obras mías como ‘4D óptico’ o ‘Personitas’ no se harán más y serán subidas en la plataforma del Gobierno de la Ciudad, en esos casos nos permite ser testigos y aproximarnos a lo que fue un montaje. Hoy yo quisiera ver, por ejemplo, ‘Boda blanca’ en la puesta de Laura Yusem, ‘Senior Galíndez’ de Jaime Kogan o ‘Visita’ de Ricardo Monti. Si se hubiera contado con tecnología, ese material formaría un banco de teatro. Hay muchos aspectos del teatro que sólo quedan en textos y complementar con la puesta es muy valioso”.
En relación a la escritura vinculada con el aislamiento, Tolcachir manifestó: “Seguramente cuando pase esto no tenga ganas de escribir sobre la cuarentena; los temas que me interesan son siempre los mismos, vuelvo a una mirada humana sobre las personas, las diferencias sociales, la comunicación, la soledad, la incapacidad, el egoismo, la orfandad, y son temas que estallaron ahora”.
En cambio Daulte habló de un concurso que lanzó, “Luz testigo”, para dar cuenta de esta coyuntura: “El streaming, en tanto creador, no me significa nada, fue por eso que lanzamos con Espacio Callejón un concurso que abarca algunas etapas creativas que no son presenciales y pueden desarrollarse durante esta cuarentena. Entiendo que esto excluye a actores o iluminadores, pero convocar un concurso con jurado y que estimule a autores para concebir un espectáculo único que yo dirigiré oportunamente, en función de estos textos y voces, me parece interesante. Lo mandé a España, México, Colombia, EE.UU., y es curiosa la característica del tiempo porque es algo que es común a una cantidad enorme de países que atravesamos lo mismo. Esa pluralidad transfronteras me estimula. Se discutirán obras y luego pensaré en el elenco, todos rasgos que se pueden hacer de manera no presencial”.
Finalmente, una reflexión acerca de la escritura: “Para escribir”, dice Tolcachir “siempre necesité más del ruido, los actores, el movimiento y los bares que del aislamiento. Siempre escribí sobre algo emergente que me invade, es como abrir una antena de algo que está sucediendo que en un momento se organiza y se vuelve obra de teatro. Me urge escribir sobre un tema y lo sublimo por ahí. Después entiendo por qué lo escribí”. Daulte concluyó: “Para los dramaturgos que a veces tendemos al ostracismo, es indiferente la cuarentena en términos de hábito. Cuando escribo estoy solo en casa y no salgo. Pero el teatro tiene ese otro aspecto presencial que tiene que ver con cuerpo de los actores y en ese sentido tenemos un montón de leones enjaulados con ganas de salir al ruedo . Eso no veo manera de sustituirlo”.
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