15 de enero 2003 - 00:00

El turismo sexual entró en las novelas de viajes

Michel Houellebecq
Michel Houellebecq
El poeta y novelista francés Michel Houellebecq ya se ha instalado internacionalmente como un hábil provocador de escándalos. Su novela «Plataforma», que actualmente figura entre los libros más vendidos en la Argentina, lo llevó a los tribunales por un supuesto racismo anti musulmán; uno de sus personajes dice que el islam destruyó la cultura árabe y «nos convirtió en un país de mendigos piojosos».

«Plataforma»
también puede ser leída como una explícita «novela porno». Su autor fue acusado de impulsar recorridos turísticos en busca de sexo por los países más pauperizados y fomentar la paidofilia. Pero hay también quienes consideran a «Plataforma» como un ensayo filosófico -Houellebecq gusta citar a Comte, Schopenhauer, Kant, lanzar aforismos de corte nietzscheano-(junto a detalladas teorías recientes de marketing) sobre la voluntad de poder, la conciencia de si, la relación con el prójimo, la muerte, contra el libertinaje y a favor de la recuperación del amor en tiempos de extremo individualismo; en ese sentido se presenta como la contra cara del sociólogo Gilles Lipovesky. Para sostener esto diversos teóricos se apoyan en que es escritor tanto en «Ampliación del campo de batalla» como, fundamentalmente, en «Las partículas elementales», novela que le dio fama internacional, se dedicó a criticar duramente el Mayo del '68 francés y todo su ideario «anarco-freudiano-marxista», señalando a la liberación sexual como una de sus peores consecuencias. Esto ha hecho que algunos lo cataloguen como un escritor «ultra conservador» y «reaccionario» que, «más allá de sus criticas al neoliberalismo, hace una constante reivindicación del orden», que considera que Occidente, con su inmensa influencia en el mundo entero, está perdiendo.

Acaso una visión más interesante de «Plataforma» sea que Houellebecq se encarama de modo personalísimo en un género de moda, la literatura de viajes, a partir de una planeada perversión de la fórmula tradicional del «relato de un periplo aventurero o turístico». Houellebecq ya había hecho en su nouvelle «Lanzarote» un borrador de su búsqueda por convertir la literatura de viajes en una plataforma para realizar una dura crítica de las costumbres contemporáneas. En el fondo el pornógrafo francés es tan moralista como lo fuera Joseph Conrad en su novela «El corazón de las tinieblas», que Francis Ford Coppola trasladara al cine como «Apocalipsis Now».

•Consagración de un género

Si bien el relato de viajes está en el corazón de la literatura desde su origen, con Homero y Herodoto, y fue un valioso recurso narrativo de muchos escritores ( Stendhal, Robert Louis Stevenson, Jack London, Jules Verne, Henri Michaux, Graham Greene, Hermann Hesse, Henry Miller, John Steinbeck, Blaise Cendrars, D.H. Lawrence, Paul Bowles y Claudio Magris, entre muchos otros), es a partir de los años '60, con la llamada «cultura del ocio» que ese tipo de libros comienzan a popularizarse. Aparecen las primeras librerías temáticas. El viaje de los Beatles a la India o de la Beat Generation, con Jack Kerouac a la cabeza, a lugares exóticos, se convierten en emblemas. Pero la literatura de viajes, a pesar de que aparecieran obras maestras como «El tiempo de los regalos» de Patrick Leigh Fermor o «En la Patagonia» de Bruce Chatwin, siguió siendo un género menor que por su hibridez, su irse por las ramas, su mosaico de temas, no llegaba a ser considerada literatura. Los libros de viajes no tenían su anaquel, se los colocaba junto a las guías para viajeros, los catálogos de hoteles y los atlas, entre los testimonios históricos o las biografías y, en el mejor de los casos, entre las novelas. En los años '90 algunos críticos comienzan a aventurar que esos libros habían adelantado la globalización y la «narrativa posmoderna». Es en 2001, cuando la Academia Sueca otorga el premio Nobel al escritor británico, nacido en Trinidad, V.S. Naipaul que esas obras entran en la categoría de honorable género literario.

Sir Vida Naipaul, como gusta ser llamado, ha dedicado buena parte de su producción a relatos de viaje. Sirven de ejemplo «El regreso de Eva Perón», donde relata una visita en los años '70 a la Argentina: sus encuentros con un escritor interesante pero menor llamado Jorge Luis Borges, ironiza sobre Mariano Grondona, discursea contra el peronismo y denuncia la situación de violencia y anarquía que se vive, o «Entre los infieles: un viaje islámico» donde un tour por países árabes lo impulsa a hacer una feroz denuncia del fundamentalismo.

Houellebecq
viene buscando sumarse a esa tradición literaria pero como un cuestionador. Luego de un viaje a Tailandia, a Michel, personaje central de «Plataforma» y homónimo del autor, se le ocurre desarrollar una empresa dedicada al «turismo sexual» porque «es el futuro del mundo» dado que «los occidentales ya no saben amar y sólo les queda ese último recurso». Para concretar ese proyecto Michel, tras sus aventuras sexuales asiáticas, viaja a Cuba. Su amarga visión de la isla y de «su revolución fracasada» le lleva a, comentando sobre «jineteras» y «jineteros», a remedando sarcásticamente un slogan marxista «pobre pueblo cubano, ya no tienen nada que vender, salvo sus cuerpos». Los viajes, y hasta los momentos de detallada pornografía, sirven al francés para continuar cuestionando los ideales de los años '60: el «amor libre», el feminismo, el populismo y los extremismos políticos.

•En continua expansión

El interés por la literatura de viajes ha llevado en la última década recobrar textos clásicos, muchas veces olvidados, el surgimiento de grandes escritores y la aparición de nuevas editoriales dedicadas al tema.

En la Argentina la editorial Elefante Blanco, por caso, ha vuelto a publicar entre otros valiosos textos
«El primer viaje alrededor del mundo» de Antonio Pigafetta y el «Diario de viaje» de Charles Darwin.

Hay nuevas obras valiosas en este género, más allá de las ya clásicas (como la de
Evelyn Waugh «Etiquetas. Viaje por el Mediterráneo»), pero es casi imposible conseguirlas en la Argentina dado que se ha reducido a nada la llegada de libros importados. Se destacan las del inglés Colin Thubron «En Siberia», «Entre rusos» y «Entre árabes: semblanza de Damasco y las montañas de Adonis», que al interés de testimonio cultural agrega una notable calidad literaria; la de Oliver Rolin «Siete ciudades. Evocaciones literarias» de Buenos Aires, Trieste, Lisboa, Alejandría, Leningrado, Praga y Valparaiso; y todas las de Paul Theroux, autor de «La costa Mosquito», quien considera a su competidor Houellebecq «un escritorzuelo» y a su maestro Naipaul un pedante que perdió su rumbo.

Teniendo en cuenta la expansión del gusto por estos libros, National Geographic acaba de apostar por la literatura de viaje con la colección «Latitudes» donde aparecen, entre otros títulos,
«Al sur del Eden» del cineasta David Mamet y «Diario de Oxaca» del neurólogo y escritor Oliver Sacks. Es una pena que sea prácticamente imposible conseguirlos en nuestro país.

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