2 de agosto 2009 - 19:31

«Enemigos Públicos»

Johnny Depp se luce como uno de los Dillinger más medidos y creíbles del cine en un film, que sin ahorrar tiroteos y acción, muestra aspectos poco explorados de la biografía del famoso gángster.
Johnny Depp se luce como uno de los Dillinger más medidos y creíbles del cine en un film, que sin ahorrar tiroteos y acción, muestra aspectos poco explorados de la biografía del famoso gángster.
«Enemigos Públicos» (Public Enemies, EE.UU., 2009, habl. en inglés). Dir.: M. Mann. Int.: J. Depp, C. Bale, M. Cotillard, G. Ribisi, B. Crudup, S. Dorff, R. Cochrane.

No estaba todo dicho sobre John Dillinger

Habiendo ya varias películas sobre el ladrón de bancos John Dillinger, Michael Mann sin lugar a dudas no iba a volver sobre un personaje tan famoso sin aportar algo nuevo; aparte, por supuesto, de su magistral estilo como director. Lo más obvio sería pensar que Mann va a relacionar de algún modo la era de la Gran Depresión de la década de 1930 en la que transcurren los hechos con la crisis actual, pero no es del todo así y, en un punto, lo más interesante de «Enemigos Públicos» es que de algún modo el director no ofrece el non plus ultra del cine de gangsters que el espectador podría suponer que está por ver.

Esto no significa que Michael Mann no brinde todos los elementos que forman parte de la historia de Dillinger, con asaltos a bancos, fugas de prisión y persecuciones del FBI a granel. Nadie se va a quejar de la escasez de tiroteos con ametralladoras Thompson.

Lo original de este film de Mann -el primero auténticamente de época desde el excelente «El último de los Mohicanos»- es el foco en partes muy interesantes y poco exploradas de la biografía de Dillinger, empezando por la historia de amor con su novia Billie Frechette, que ayuda a darle una humanidad especial al delincuente más buscado por el incipiente FBI de 1934.

Justamente ése es otro punto en el que se detiene el guión basado en un libro de no ficción que estudia con rigor esa época. La formacion de un FBI que mezclaba los primeros métodos modernos de lucha contra el crimen, sin dejar de perpetrar otros recursos más convencionales y arcaicos como los interrogatorios con apremios ilegales. Del mismo modo, ésta es la primera película sobre John Dillinger que intenta describir los complicados contactos entre su banda (que incluía a otros gangsters legendarios como Pretty Boy Floyd y Baby Face Nelson) y el crimen organizado de Chicago, que al igual que el FBI, también estaba en plan de modernización.

El aspecto más flojo del film es el retrato de Melvin Purvis, al que convierte en un némesis menos interesante que el que encarnaba Ben Johnson en el «Dillinger» de 1973 de John Milius, con un desaforado Warren Oates en el rol estelar. En esto influye negativamente la actuación imperturbable durante casi toda la película de Christian Bale en el rol de Purvis.

Como en realidad este personaje sirve más que nada como contrapunto a cada escena con Dillinger, este lunar no se nota demasiado en el conjunto, que gracias al inteligente tempo narrativo aplicado por Mann, logra que los 140 minutos de proyección cargados de drama, acción y suspenso -más algún toque irónico- transcurran con gran agilidad.

Michael Mann parece haberse entretenido al plantear cada escena de violencia, dándole un estilo distinto a cada balacera, lo que genera enorme tensión incluso en los momentos de resolución ya archiconocida, como la célebre visita de Dillinger al cine Biograph de Chicago para ver el policial «Manhattan Melodrama».

Salvo el error de casting de Bale, todas las actuaciones están en su lugar, mientras que Johnny Depp se luce con uno de los Dillinger más medidos y creíbles que haya visto el cine. También está excelente Marion Cotillard como su novia Billie. Tanto, que hay que elogiar a Michael Mann por resistirse a la tentacion de forzar el rigor histórico y narrativo para mostrar una mayor cantidad de encuentros entre la imperdible pareja protagónica.

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