«Escape al paraíso» («Escape to Paradise», Suiza, 2001, habl. en kurdo y alemán). Dir.: N. Jacusso. Int.: D. Ayhan, F. Firat, N. Yildiz, H. Yenigol, W. Lüönd, E. Steinberg.
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Comedia dramática sobre las peripecias de una familia kurda que pide asilo en Europa, «Escape al paraíso» resulta una pequeña gran película, digna de verse, aun cuando la copia tenga ocasionales rayaduras (quizás es la misma que se mostró hace un año en Mar del Plata, con tal éxito que debió agregar funciones). En todo caso, y coherentemente, las rayaduras no molestan, sino que contribuyen al tono realista de la producción.
La historia es sencilla: una familia cuyo jefe sufrió breve arresto y tortura por pegar carteles, emigra a Suiza, llena formularios, y espera luego, en un centro especial, el interrogatorio que decidirá su destino de asilados políticos. Hay que ver si los suizos les creen, o los embarcan de nuevo a casa. Y como «no toda verdad es creíble, ni todo lo que pueda creerse es verdad» (así dice un interesado), el hombre termina comprando una historia ajena, más impresionante y «autenticada» que la propia. Como si los suizos fueran zonzos.
Para tranquilizar al lector, anticipemos que el asunto tiene un final feliz. O casi, porque también tiene una vuelta de tuerca, y, para nuestro kurdo, todo empieza y termina con rumores de tormenta. Claro que en un caso está solo y a la intemperie, y en el otro está bastante mejor. O casi...
Sin sensiblerías ni discursos, más bien a medio camino entre la comedia italiana «Pan y chocolate» y el drama turco «Viaje a la esperanza» (dos clásicos del aspirante a nuevo alpino), este «Escape» sabe mezclar los pro y los contra, sonrisas y pesares, contradicciones, y hasta diversiones, incluso aportándole una cuota de humor a lo más tremendo. Por ejemplo, la escena en que, muy risueños, tres escapados de Cuba, Zaire y Turquía compiten en el comedor de refugiados a ver quién tiene las peores cicatrices, y la única que no se divierte es la administradora local, una vieja aburrida.
•Personajes
Valgan también otras escenas, que amable y sutilmente reparten palos a diestra y siniestra, sin perdonar a nadie, y sin condenarlo demasiado. Entretenida, comprensiva, tocante, con personajes bien queribles, y unos protagonistas harto creíbles (como que algunos vivieron situaciones similares), la obra luce asimismo tres puntales: los protagonistas Düzgun Ayhan y Fidan Firat, esta última unos pocos puntos por debajo de Irene Papas, y el director Nino Jacusso, que debuta en la «ficción», tras varios sucesos como documentalista (ej. «Regreso a casa», sobre sicilianos que trabajaron 20 años en el paraíso).
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