3 de octubre 2001 - 00:00

Festival: buen fin de fiesta tuvo la danza

Körper.
"Körper".
De las dos obras que presentó la alemana Sasha Waltz en el III Festival Internacional de Buenos Aires, la primera, «Körper» («Cuerpo», ya comentada ayer en esta sección) fue mucho mejor que la segunda, «Zweiland» («Doble patria»). En ésta, que de todos modos, lleva la marca del talento de su autora, los ejes son Berlín y las dualidades. Hay en ella una búsqueda del humor absurdo, que tiene bastante que ver con la supervivencia en una ciudad herida por un muro.

Como se pudo comprobar ya con «Körper», la Compañía Schaubuhne am Lehniner Platz es una herramienta sumamente eficaz para las exigencias de una directora que no pide sólo rigor técnico y virtuosismo, sino también expresividad gestual. En «Zweiland», los siete bailarines-actores tuvieron un brillo aún mayor, si cabe, teniendo en cuenta que esta propuesta basa su efectividad en el aporte de cada uno de ellos.

«Extra Dry» vista en el Cervantes es la tercera parte de la trilogía «Fra Cervello e Movimiento», es decir, entre cerebro y movimiento. Se trata de un largo dúo en el que dos estupendos bailarines, el italiano Emio Greco y la española Bárbara Meneses Gutiérrez, desarrollan una dinámica contrastante entre la casi inmovilidad y la exasperación cinética.

Trajes transparentes, que son un aliado de la danza creando texturas diversas luego de que los moja la transpiración de los dos bailarines, se suman a telones dorados que cierran el espacio escénico creando un entorno de gran belleza estética. Sonidos apenas perceptibles acompañan el movimiento sincrónico de la pareja hasta la irrupción luminosa de un fragmento de «Las cuatro estaciones», de Vivaldi, momento altamente significativo de esta obra de arrasadora belleza visual.

Por último, Akram Khan, nacido en el Reino Unido pero de origen bangladeshi, sintetiza en su trabajo el Kathak y la danza contemporánea. En la primera de las tres creaciones, «Fix», Khan muestra en plenitud sus virtudes dancísticas en un solo muy energético en el que se integran los rasgos étnicos de quien participa de dos culturas, a veces, antagónicas y que él logra armonizar.

La segunda parte,
«Loose in flight» es otro solo, pero esta vez proyectado en una pantalla. «Rush», la tercera parte del espectáculo es un trío, que de alguna manera reitera las dinámicas contrastadas, las posiciones, los «port de bras», los efectos lumínicos y la estética del primero, sin agregar nada, solamente dos bailarines tan buenos como Khan. El aporte de éste al festival no fue más que la inquietud de una experimentación que mezcla dos maneras de danza, pero nada más.

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