25 de enero 2007 - 00:00

Hace reír gracias al carisma de sus actores

Jack Black, uno de los integrantes del dúo que completa KyleGass, en una comedia realmente delirante, que arranca carcajadassobre todo si se conoce la mitología del rock.
Jack Black, uno de los integrantes del dúo que completa Kyle Gass, en una comedia realmente delirante, que arranca carcajadas sobre todo si se conoce la mitología del rock.
«Delirios de fama - Tenacious D» (Tenacious D: The Pick of Destiny, EE.UU., 2006, habl. en inglés) Dir.: L. Lynch. Int.: J. Black, K. Gass, J. Reed, T. Robbins, B. Stiller.

Dado que ni la banda de Jack Black y Kyle Gass ni los programas de TV en los que ha aparecido son muy conocidos entre nosotros, esta comedia rockera nos cae como algo realmente original y sorpresivo. Y más allá de que no hay manera de que no luzca como subproducto desprendido de alguna otra cosa previa, los delirios de Jack Black divierten y por momentos logran arrancar carcajadas, especialmente si el espectador está conectado con la mitología del rock & roll a la que hacen referencia los chistes.

En un largo prólogo con formato de óperarock, un joven aspirante a heavy metal huye de su riguroso hogar para buscar fortuna en Hollywood. Además de ser atacado por unos delincuentes callejeros al estilo de los de «La Naranja Mecánica», conoce a su alma gemela, un guitarrista decadente, mantenido por sus padres, que sin embargo, es lo bastante caradura como para sostener una imagen de vieja leyenda rockera con ínfulas como para dar clases y tener a su discípulo limpiándole el departamento.

Cuando la fachada del seudo rock-star cae por tierra, ahí es cuando nace verdaderamente el dúo Tenacious D, decidido a ganar un concurso de bandas para poder pagar el alquiler. No muy seguros de su talento, optan por una solución sobrenatural, obsesionándose con la búsqueda de la «Púa del destino», una púa de guitarra caída de un colmillo del demonio que deben robar del salón de las guitarras del Museo del Rock & Roll.

Esta trama no se sostendría ni diez minutos sin el carisma de los dos protagonistas, de sus canciones increíblemente tontas y de secuencias memorables como la de la ingesta de hongos de Jack Black, que provoca un encuentro con el «Pies Grandes», que a su vez, deriva en un caótico homenaje psicodélico a «El Mago de Oz».

También hay un par de cameos bienvenidos, sobre todo el de Tim Robbins personificando a algún personaje salido de un disco de Jethro Tull. Pero lo cierto es que la cohesión no es el fuerte de este film de gags dementes; pero, por suerte, justo cuando los chistes se están repitiendo, el director lo corta abruptamente y sin mucha elegancia, cualidad que de todas maneras no tendría sentido pedirle a este duo de rockers.

D.C.

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