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Después de abandonar el grupo de Miles Davis en 1968, Herbie Hancock, seducido por los instrumentos electrónicos que entusiasmaban a los músicos jóvenes, empezó a trabajar en un proyecto que rompía definitivamente con los preceptos del jazz clásico. Así nacieron los Head Hunters, un grupo en el que Hancock tocaba mucho teclado electrificado y que se completaba con Bennie Maupin en saxos, flauta y clarinete, Paul Jackson en bajo eléctrico, Hervey Mason en batería y Bill Summers en percusiones de todo tipo. Y de allí resultaría también un álbum, publicado en 1973, con sólo cuatro títulos: «Chameleon», «Watermelon Man», «Sly» y «Vein Melter», con el que el músico alcanzó su primer disco de platino. Por esa época, Hancock estaba buscando caminos nuevos; y en esa misma década de los '70 en la que trabajó con este grupo y con un lenguaje que iba del funk a la balada pop, aunque con extensiones sonoras que lo ligaban de algún modo al sinfonismo rockero contemporáneo, siguió haciendo incursiones en un jazz más clásico, en formaciones de, por ejemplo, Chick Corea u Oscar Peterson.
El desarrollo posterior de este enorme compositor, pianista, arreglador y director ha tomado otros caminos. En la actualidad, su modernismo logró la estatura de clásico, y el público argentino tuvo la oportunidad de ver y oír sus conciertos en distintas oportunidades y con propuestas diferentes. Pero esta nueva reedición permite, sobre todo al público más joven, encontrarse con un Hancock diferente, más lejos del jazz y más cerca del pop; y, como siempre, magistral.
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