«Kill Bill-Vol 2» (Idem, EE.UU., 2004, habl, en inglés). Dir.: Q. Tarantino. Int.: U. Thurman, D. Carradine, M. Madsen, M. Parks.
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Los hermanos Coen ya lo hicieron casi como un chiste: su director's cut de «Simplemente sangre» no venía con más escenas, sino con menos. Es de esperar que Tarantino algún día haga lo mismo, pero por motivos más serios. Eliminando la sobredosis de escenas que detienen la acción, repiten chistes muy similares que luego de un par de horas lucen menos inspirados, calcan coreografías de peleas de escenas anteriores y usan y abusan de temas famosos de eurowesterns a cargo de Morricone y Luis Bacalov sin siquiera hacer un trabajo demasiado fino de selección, quedarían afuera unos 70 minutos. Vale decir que existiría una sola película, la «Kill Bill» en una sola entrega -y al precio de una sola entrada al cine, en vez de dos-que Tarantino pensaba hacer originalmente.
Como los ideólogos de esta división ganarían aún más dinero que el ya obtenido editando -también- un dvd con esa versión del director, no hace falta ser muy optimista para esperar que en algún momento este desparramo memorable se convierta en el producto contundente que podría haber sido (y que en realidad es, aunque lo sea en medio de una montaña sin precedentes de material de descarte). En todo caso, si bien «Kill Bill-Vol 1» tiene mucho más ritmo, humor eficaz y un puñado de escenas de acción para la antología, este volumen 2 tiene dos ventajas insuperables: un desenlace que le da sentido a lo que el espectador estuvo viendo durante un par de horas largas, y el glorioso redescubrimiento de un David Carradine que supera todas las actuaciones de su carrera -algo notable teniendo en cuenta que, además de «Kung Fu», Carradine compuso trabajos memorables para películas de Scorsese, Walter Hill e Ingmar Bergman. Haber dejado sin ninguna escena a este formidable Carradine en toda la película anterior (Bill, su personaje,decía sus líneas en off, y sólo se le veía una mano) es casi imperdonable.
Teniendo en cuenta ese error original, la verdad es que llama la atención cierta obsesión del director para nunca dejar que Bill -ni ningún otro personaje- pueda robarle protagonismo a su alter ego, La Novia (alias Beatriz Kiddo).
Lo peor de la película ya fue citado al principio y es todo ese material de descarte. Lo mejor es la extraña pareja David/ Uma -que igual podría haber sido mejor explotada-, el amplio recorrido estético de la dirección de arte y la fotografía, las penurias de la vida en El Paso de Michael Madsen, una secuencia que puede considerarse como la mejor parodia de kung fu jamás filmada, la aparición de Michael Parks (Adán en «La Biblia» de Huston) como un increíble cafishio mexicano de 80 años, y la idea de que un poco más de edición, de estos dos volúmenes se puede extraer una película con el mismo delirio, pero mucho más brillante.
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