25 de abril 2001 - 00:00

Kreimer le da sabor de saxo a la música de Astor Piazolla

Oscar Kreimer.
Oscar Kreimer.
(24/04/2001) Para muchos, el saxofonista Oscar Kreimer es todavía una de las caras que aparecía frecuentemente tocando el saxo en las bandas de Alejandro Lerner, Marilina Ross o Sandra Mihanovich. En sus épocas con Lerner hasta llegó a tener su club de fans. «Pero finalmente me cansé de eso» -dice-«de las giras permanentes que me alejaban mucho de mi familia; quise hacer una música que me identificara más a mí, que me definiera como músico».

Hace tiempo que se lo ve integrando la formación de Anacrusa, el grupo que dirige José Luis Castiñeira de Dios, y en giras europeas con el Sexteto Mayor. El año pasado grabó y editó un disco con música de Astor Piazzolla, al frente de un sexteto, que ha tocado en distintos lugares de Buenos Aires y con el que ahora está ofreciendo un ciclo en el Centro Cultural Borges los viernes.

Periodista: ¿Por qué decidió tocar y grabar música de Piazzolla?

Oscar Kreimer: Por mi trabajo, tuve la oportunidad de viajar mucho por Europa, integrando por ejemplo el elenco de «Tango Pasión». Allí me di cuenta de la pasión que despierta el tango y, muy especialmente, la música de Astor. Allá, los músicos lo ponen en el mismo lugar de clásico que a Stravinsky o Chopin. Eso me entusiasmó a grabar y a homenajearlo. Pero además es una música excelente que me emociona, me motiva. Siento que es como contar cuentos; historias musicales que tienen principio, desarrollo y final.

Recreación

P.: ¿Es posible seguir recreando la música de Piazzolla sin quedar atado a sus interpretaciones?

O.K.: Creo que sí. Mi intención es transformarla a partir de quién soy yo, de mi historia que tiene que ver con el jazz, con el pop y el rock. Soy muy respetuoso de los compositores, pero a mi criterio eso no implica que uno deba tocar sólo los arreglos que ellos escribieron. Por eso, me tomo la libertad de crear y recrear sobre lo que está compuesto. Es un concepto jazzístico, ligado a la improvisación, sobre todo en el saxo. Aunque esa libertad se aplica también a todos mis compañeros.

P.: ¿Y por qué eligió fundamentalmente el repertorio que Piazzolla grabó con el saxofonista Gerry Mulligan?

O.K.: Yo toco saxo desde muy chico y a los 13 o 14 años me compré ese disco por Mulligan, no por Piazzolla. Me gustó el concepto de unir el saxo con el bandoneón que, por otro lado, fue el primer instrumento que tuve aunque nunca llegué a tocarlo y lo usaba como mesita de luz, pero el disco en total no me gustó. Después, con más conocimiento, me di cuenta de que no me gustaba porque estaba tocado por mucha gente que no sentía desde adentro la música de Piazzolla.

P.: Y buscó otra cosa.

O.K.:
Quise hacer mi propia versión, con gente de acá, y con el aporte fundamental del Zurdo Roizner en la batería que conoce esa música muy bien por haberla tocado muchos años junto al maestro. De todos modos, ya estoy trabajando en un segundo disco con música de Astor con piezas tomadas de otros álbumes. Y a lo mejor, en el futuro, me gustará trabajar también con otros compositores argentinos que forman parte de mi historia como habitante de este lugar, como pueden ser Yupanqui o el Cuchi Leguizamón. Aunque yo venga del jazz (de muy joven tuve un grupo al estilo del jazz club de Francia), me doy cuenta de que esta es la gente que marca la identidad de este pueblo y, en consecuencia, es mi identidad.

P.: ¿Cómo sigue, entonces, su trabajo?

O.K.: Voy a seguir defendiendo este disco. Ahora lo vamos a tocar en una serie de conciertos en el Borges. A mitad de año tengo que viajar a Francia para tocarlo en un lugar muy importante, el Satelite Café de París. Por otro lado, sigue mi trabajo con Anacrusa y estoy componiendo también mi música. Estoy haciendo cosas para orquesta de cuerdas y para orquesta sinfónica. Y posiblemente, también haga el segundo disco con música de Piazzolla antes de fin de año.


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