La exaltada mirada de Miguel Dávila
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Miguel Dávila nació en La Rioja en 1926. Estudió con Enrique Policastro para posteriormente pasar por la célebre Escuela de Bellas Artes de Tucumán dirigida por Lino Enea Spilimbergo. En Buenos Aires se relacionó con Leopoldo Presas, Raúl Russo, Santiago Cogorno. Entre 1949 y 1953, Spilimbergo y Pompeyo Audivert fueron sus maestros.
Viajó a París en 1961 con Macció, Deira, De la Vega, Noé, fundadores de la Otra Figuración, movimiento al que adhiere y que significó una ruptura, un antes y un después en la historia del arte argentino. Movimiento al que quedó atado y como lo señalara Eduardo Stupía, “fue una catalogación en su caso, más bien brumosa y que empaña la lucidez para dilucidar, si cabe, la importancia de su legado”.
Artista de formación académica, prolífico, de gesto rápido, su obra es un constante diálogo entre planos y las líneas por donde dibuja las figuras, éstas en muchos casos aparecen desdibujadas.
Dávila señaló que De Kooning le hizo ver la apertura gestual del espacio y figura, del grupo Cobra, Appel fue el que le hizo ver la exaltación del color y el acompañamiento gestual, Bacon le permitió rescatar la figura como imagen pictórica. Hay otros artistas admirados por Dávila: Hans Holbein, Pablo Picasso, Rembrandt, Goya.
“Estoy conforme con mi elección, el arte es mi libertad, es la transformación de mi destino y estoy convencido que volvería a transitar el mismo camino”. Alguien le preguntó una vez cómo se hace un gran cuadro. Su respuesta: “Aparte de la técnica, el talento, pero no basta. Nunca hay que proponerse hacer una obra de arte. Simplemente hay que pintar”. Rescatamos estos pensamientos del artista para enfrentarse con una obra que se reconoce. Aunque diversa, está basada en los sólidos fundamentos de un discurso que atravesó profundos cambios artísticos y políticos. Entre las obras expuestas destacamos “Muros de la ciudad” (1997), “Okupas “ (2005), “Estudio para un retrato de un anciano pícaro” que presentó en el Centro Cultural Recoleta en una muestra, “La rebelión de los gerontes” reunidos por Kenneth Kemble.
El juego propuesto por Dávila fue armar, desarmar, descifrar, no abandonar la exaltación del color ni la articulación de las formas en una variación que puede ser infinita. Fallecido en 2009, su hijo Alejandro es celoso guardián del acervo del pintor y curador de la muestra inaugurada el 12 de marzo y ha sido temporalmente pospuesta por la pandemia. Su cierre previsto era el 25 de mayo. (Paseo de las Artes Duhau, Av. Alvear 1661).
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