4 de enero 2007 - 00:00

"La oferta en teatro superó lo que la gente puede ver"

Schraier, coordinador de producción del Complejo Teatral deBuenos Aires: «Cada vez hay más obras en escena, pero laconcurrencia al teatro no crece desde hace 15 años».
Schraier, coordinador de producción del Complejo Teatral de Buenos Aires: «Cada vez hay más obras en escena, pero la concurrencia al teatro no crece desde hace 15 años».
«El teatro independiente en la Argentina tiene un problema estructural: se produce mucho y se explota poco, a lo sumo durante dos meses, después no da para más y la cooperativa de teatro se disuelve para generar una nueva al poco tiempo. Hace falta planificar, cosa que no se hace». Este es el diagnóstico de Gustavo Schraier, actual coordinador de producción artística del Complejo Teatral de Buenos Aires, quien sin embargo agrega que «todas las salas medianamente interesantes del circuito teatral independiente estarán ocupadas a pleno durante el primer semestre de 2007». Schraier también es docente de la cátedra de «Producción Teatral I, II y Gestión y Planificación de Proyectos Artísticos» en ámbitos académicos.

Su larga experiencia en el rubro, ya sea en producciones internacionales como «La Bella y la bestia» de Disney y «Fausto Versión 3.0» de La Fura dels Baus, como en destacados espectáculos del teatro público, comercial y de autogestión, lo mantienen muy atento al panorama teatral porteño. En el diálogo con este diario reveló algunos entretelones de su labor como productor, y advirtió sobre «la sobresaturación de oferta» que afecta al circuito off: «Teniendo en cuenta que la concurrencia de público se mantiene estable desde hace 15 años (unos 4 millones de espectadores en el circuito porteño) la demanda tiende a atomizarse cada vez más.»

Las consecuencias de este fenómeno, junto a una serie de técnicas y herramientas destinadas a grupos independientes están expuestas en su libro «Laboratorio de producción teatral 1 - técnicas de gestión y producción aplicadas a proyectos alternativos» editado este año por el Instituto Nacional del Teatro.

Periodista: ¿Cuál sería su evaluación de la temporada teatral 2006 y su pronóstico para la de 2007?

Gustavo Schraier: Hubo muchísima producción dentro de los tres sistemas: empresarial, alternativo y teatro público; pero muy pocos espectáculos rescatables a nivel artístico. Si uno revisa las nominaciones de los distintos premios de teatro, ve que se repiten más o menos los mismos títulos. Creo que 2007 va a ser un año difícil por el tema de las elecciones. La expectativa por lo que suceda después seguramente va a hacer que los productores teatrales se arriesguen menos.

P.: ¿Qué va a pasar con los teatros oficiales?

G.S.: Con el Teatro Nacional Cervantes todavía no se sabe qué ocurrirá, o si va a haber temporada. La programación del Complejo Teatral de Buenos Aires quedó muy acotada por las obras edicilicias, que obligaron a suspender la temporada de verano, y debido al Festival Internacional de Teatro que se realizará en septiembre. Tampoco hay seguridad con respecto al presupuesto asignado por eso no se anunciaron oficialmente otros títulos que están en carpeta.

P.: ¿Cuánto cuesta montar, en promedio, una obra de teatro independiente?

G.S.: Aproximadamente entre 8 mil y 12 mil pesos, monto que puede reunirse mediante subsidios de Proteatro o del Intituto Nacional del Teatro o por inversión de cada uno de los componentes del grupo o venta de publicidad.

P.: Dinero que rara vez se recupera.

G.S.: Se piensa que se puede recuperar, ése es uno de los errores más habituales. Debería hacerse un planteo más comercial del proyecto en relación a cuánto se tiene que cobrar la entrada, o cuánto hay que estar en cartel para recuperar algo de lo que se invirtió. Para una función por semana hay que calcular entre 100 y 250 pesos de seguro de sala, y entre 30 y 60 pesos de operador de luces y sonido. Cobrando una entrada de 12 pesos hay que tener un promedio de 70 espectadores para poder afrontar todos esos gastos. Lamentablemente, el promedio general-para estas salas es de 20 ó 30 espectadores.

P.: Esto no impide que haya una sobreproducción en el circuito off.

G.S.: Sí, la oferta es tremenda y no siempre condice con la calidad artística o la eficacia de la propuesta. En Buenos Aires se inscriben unas 400 cooperativas de teatro, denominadas curiosamente «sociedades accidentales de trabajo». Una vez que termina el hecho artístico esa sociedad se disuelve, por eso es «accidental». Son poquísimos los grupos que subsisten, pero el recambio es tan activo que en cada temporada tenemos más de 350 espectáculos en cartel. Según parece en 2007 van a ser más.

P.: El año pasado, usted se ocupó de producir «Rey Lear», en el Teatro San Martín. ¿Cómo anduvo la recaudación de este espectáculo que sufrió tantos contratiempos e interrupciones?

G.S.: Al principio funcionó muy bien, pero al mes y medio o dos meses empezó la hecatombe de enfermedades, esquinces, luxaciones y accidentes que hizo que mermara la concurrencia. De una media de 800 espectadores se cayó a otra de 300.

P.: ¿Cuánto se pierde por cada función suspendida?

G.S.: No tengo el cálculo exacto, pero si la entrada promedio es de 15 pesos, debe haber rondado los 7 mil pesos por función.

P.: ¿Una gran producción no debería contar con actores de reemplazo?

G.S.: A mi juicio debería ser así. En rubros de gran inversión económica, como la comedia musical, es obligatorio contar con reemplazos. Y lo mismo pasa en Europa: si el que se enferma es Peter O'Toole lo reemplazan igual. En cambio, acá, la gente viene más por los actores. Muchos pedían entradas «para la obra de Alejandro Urdapilleta» en lugar de «Rey Lear». Por otra parte,

Lavelli no quería suplentes. Yo ya le había sugerido elegir a varios actores para cada papel, por si alguno no cerraba por cuestiones de horario o de cachet, pero él se mantuvo firme: «Yo elijo uno y quiere que sea ése quien trabaje, ustedes arreglensé para contratarlo».

P.:
Pero otros importantes directores, como el georgiano Robert Sturua, son mucho más flexibles.

G.S.: Siempre es un placer trabajar con Sturua. Como no viene del «Primer mundo» sino de Georgia, ex Unión Soviética, se adapta a todo. Si en vez de madera de roble de Eslavonia sólo se consigue pino de Brasil, dice: «Bueno, pintémoslo al tono». Es mucho más abierto en todo y claro, los actores lo adoran.

Entrevista de Patricia Espinosa

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