10 de enero 2007 - 00:00
Le Carré vuelve al Africa atacando al poder inglés
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John Le
Carré: en su
última novela
realiza un
fuerte
alegato
contra los
modos en
que se
conducen los
asuntos de
Estado en
Inglaterra.
El matrimonio fue el capricho de ella tras una tórrida relación sexual. Penélope y su entorno muy inglés le sirven al autor para comentar sobre la discriminación de los hombres de color, incluso hacia gente como Salvo, cuya piel apenas manifiesta un tinte café.
Cuando el joven conoce a Hannah, una enfermera congolesa, su conciencia del deber hacia su nativo Congo se despierta.
Salvo ejerce como traductor para el servicio secreto inglés. Su actividad es rutinaria: escuchar y traducir lo captado por medio de satélites e instrumentos de todo tipo. Un día, sin embargo, le asignan una misión distinta, la de hacer de intérprete en una reunión de alto nivel entre políticos congoleños, orquestada por el servicio secreto. Allí la nueva conciencia de Salvo y su deber hacia Inglaterra colisionarán. Le Carré plantea el choque ocurrido entre este hombre sensible, inocente, y los modos de actuación del espionaje británico, gobernado por las directrices de una sociedad que carece de respeto hacia el otro, y menos hacia un bastardo de color africano, carente de estatus.
Aquí la novela política se convierte en un fuerte alegato contra los modos en que se conducen los asuntos de estado en Inglaterra. Salvo archiva un resumen de las escuchas realizadas en esta ocasión bajo el rótulo «Yo acuso», el título puesto por Emile Zola al artículo donde defendió al capitán judío francés Dreyfus, falsamente acusado de traición a la patria. A partir de entonces a los escritores que manifestaron un compromiso social se los denomina intelectuales.
Así esta novela política y excelente thriller, que cuenta la historia de uno de esos sucios complots, tan queridos por los políticos y sus agencias secretas, termina siendo un alegato intelectual contra la injusticia humana. Aboga a favor de la fraternidad humana, de que la honestidad debe constituir la base sobre la que construyamos nuestras relaciones con frica en vez de la insaciable sed de sus materias primas.
El diario «The Washington Post» ha subrayado la precisión de sus diálogos, su rica caracterización de los personajes y su prosa «tan maravillosamente expresiva como siempre». El crítico de «The Independent» su estilo «denso, vigoroso, masculino, rico en sustantivos», mientras que «The New York Times» ha alabado la fidelidad con la que se muestran las complejas relaciones internacionales, «centrándose especialmente en el lenguaje en el que aquellas se desenvuelven, el lenguaje de la ofuscación diplomática». Sin embargo, otra crítica de este mismo medio reprocha a Le Carré «haber escrito un thriller simple y en `blanco y negro'».
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