El intento de aislarse para escribir una nueva novela lleva al personaje de Roberto Lobeira a una isla tan paradisíaca como terrible en “Cuando la tormenta pase” (Planeta) con la que Manuel Loureiro conquistó el Premio Lara de Novela 2024, dotado de 120.000 euros. En su visita a Buenos Aires dialogamos con él.
Loureiro: despiadada crónica del pueblo chico, infierno grande
Diálogo con el prestigioso escritor español que acaba de obtener el prestigioso Premio Lara por su novela "Cuando la tormenta pase", un thriller rural con elementos de gótico y terror.
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Periodista: ¿Por qué a su thriller le sumó géneros como el fantástico y el terror?
Manel Loureiro: Los géneros narrativos están cada vez más mezclados, no solo en literatura, en cine, en televisión; es un signo de la evolución de los tiempos. Finalmente, los géneros no dejan de ser unas etiquetas más o menos arbitrarias para ordenar las cosas. Nos encanta tener cajones bien ordenaditos y saber dónde está todo: romántica, histórica, policial, fantástica, pero la realidad es infinitamente más compleja. Cuando se evoluciona contando historias -algo que no para de suceder desde que se vive en un mundo narrativo audiovisual- los límites se desbordan y los géneros se mezclan, haciendo que las etiquetas vayan quedando obsoletas. En “Cuando la tormenta pase” bajo la capa de thriller, de novela negra, aparecen las tradiciones, el folklore, el fantástico, el terror.
P.: ¿Cuál fue el punto de partida?
M.L.: Hacía tiempo que me interesaban los odios rurales, el viejo tema de “pueblo chico infierno grande”. En las ciudades los rencores y rivalidades se diluyen, pero en un pueblo de treinta habitantes el verse a diario avivar los rescoldos, y solo termina cuando estalla la tensión acumulada por décadas y los protagonistas aparecen en las noticias. Buscaba un escenario así, y lo descubrí en la isla gallega de Ons, un paraíso batido por las olas del Atlántico, un Parque Nacional que tiene prohibidos los vehículos a motor, la electricidad esta racionada, y en invierno queda aislada por tormentas que impiden que los barcos amarren en su único muelle. Donde si ocurre algo nadie puede salir de allí. Se está en el siglo XIX, y a lo lejos se ve una de las costas más turísticas de Europa, el siglo XXI.
P.: ¿A qué va a esa isla alguien que se le parece?
M.L.: Roberto Lobeira quiere aislarse para escribir una nueva novela, luego de que sorpresivamente tuviera éxito con su opera prima, eso es algo que tenemos en común. Cuando llega a la isla comienza a descubrir que los pobladores cobijan un torbellino de odios, secretos inconfesables y una ambición desmedida. Apenas Roberto llega alguien le deja un regalo ensangrentado, que no logra comprender. Hay dos familias dominantes enfrentadas como Montescos y Capuletos. Un fardo que sale del mar repleto de algo que hace explotar los enfrentamientos. Y una presencia acechante que acaso no es terrenal. Hay un asesino serial.
P.: ¿Qué lo llevó a recuperar esas leyendas?
M.L.: Nací en Galicia oyendo historias de trasgos, briuxas, meigas, de A noite de Samhain, que son las mismas que le pueden contar a un chico en Irlanda, Gales, Bretaña, Escocia, donde vive la tradición celta. Incorporar algo de eso es una especie de reivindicación. Instalar esos temas en la novela le da verosimilitud y un misterio, intriga, y emoción adicional. Dota a la historia una densidad mayor. Más cuando el protagonista no cree en nada de eso, aunque una vieja del pueblo le advierta: usted no creerá en el mal, pero el mal cree en usted. Ahí Roberto comienza a dudar y a pensar cómo hará para sobrevivir hasta poder escapar de la isla.
P.: ¿Cómo decidió el ritmo de la novela?
M.L.: La estructura, que va yendo y viniendo por una suma de hechos, evoca a las novelas clásicas, el universo cerrado de Agatha Christie, pero tiene por abajo mucha fontanería, mucha metaliteratura. El arco largo de la novela coincide con el arco meteorológico. La historia comienza cuando se empieza a desencadenar la tormenta, va aumentando de intensidad junto con la tormenta y llega al clímax al mismo tiempo y la resolución coincide con la tormenta que se apacigua. Los capítulos están establecidos en olas, ocho páginas que cierran con un cliffhanger, una sorpresa, un giro, una revelación, que impulsan a seguir leyendo. El suspenso si no se dosifica aburre. Esas olas del relato ejercen un efecto acumulativo que aumenta el ritmo de lectura e instalar el ritmo narrativo del thriller.
P.: ¿Por qué necesitó lo que llama fontanería?
M.L.: Hoy, que se lee más que nunca, pero en formatos distintos, los lectores son muy listos. Han leído mucho, han visto muchas películas, muchas series de televisión y conocen muy bien los mecanismos de los géneros. Eso impone una mayor elaboración si se quiere seguir entreteniendo, interesando, sorprendiendo. En “Cuando la tormenta pase” al final se van uniendo historias que parecían dispersas, la trama del fardo con su explosivo contenido, la tonta pareja prohibida de los chicos enamorados, la de los sicarios que aparecen a pesar de la tormenta, la del monstruo que mató a su mujer y sus hijos, las rencillas que son por poder y por el gran dinero, el Buraco do Inferno donde se escuchan lo lamentos de las almas condenadas. Todo eso sirve para que el lector trate de adivinar el final y no deje de leer hasta concluir la historia.
P.: ¿El Premio Lara que ganó para su novela es sólo para escritores españoles?
M.L.: No, el Premio de Novela Fernando Lara es más amplio, ha premiado a la cubana Zoe Valdés y al irlandés Ian Gibson, pero es cierto que ha privilegiado a españoles como Fernando Sánchez Drago, Luis Racionero, Javier Reverte, entre otros. Lo sentí como un reconocimiento a mis 18 años de carrera y 9 novelas.
P.: ¿En qué está trabajando ahora?
M.L.: Investigando para una nueva novela, pero sobre todo esperando al 31 de octubre cuando en Amazon Prime Video, simultáneamente en 192 países, se estrene “Apocalipsis Z. El principio del fin”, película basada en mi primera novela, que en 2007 comenzó como un blog, se volvió viral, y luego se convirtió en libro y en una trilogía.
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