14 de diciembre 2004 - 00:00

Pinamar: atraen más los proyectos que los films

Edgardo Esteban (periodista y veterano de guerra), Gastón Pauls, Tristán Bauer y Virginia Innocenti presentaron un anticipo del film a medio hacer «Iluminados por el fuego», que se está terminando con el dinero del premio en San Sebastián.
Edgardo Esteban (periodista y veterano de guerra), Gastón Pauls, Tristán Bauer y Virginia Innocenti presentaron un anticipo del film a medio hacer «Iluminados por el fuego», que se está terminando con el dinero del premio en San Sebastián.
Pinamar (enviado) - Como la zanahoria delante del burro, en el festival pinamarense que cierra el domingo los anticipos de películas a medio hacer están atrapando más que las películas completas que ya están en cartel. Primero, Tristán Bauer presentó parte de su nueva obra, «Iluminados por el fuego», con escenas de la batalla de Mont Longdon, durante la Guerra de Malvinas, notablemente realizadas en un país que carece de tradición en el género bélico.

Y ayer, Eduardo Mignogna sedujo con un demo de su próximo film, «El viento», con Federico Luppi y Antonella Costa (y su bebé), donde posibles reminiscencias de «El faro» se mezclan con el misterio de un crimen (un hombre viaja desde la Patagonia a contarle a su nieta médica que la madre ha muerto, y le termina confesando dos secretos familiares).

«La película, sentimental, intimista, toca abstractamente dos temas: lo que siente un hombre cuando ha cometido un delito y sabe que tiene que pagarlo, y lo que siente una joven con su identidad, pero no por lo del '76 sino por otra cosa»,
resume el director, confesando de paso alguna similitud con el actor («nos gusta la comida, y andamos con el cuchillito encima»), y cierta facilidad de rodaje («no íbamos a trasladar todo un equipo a la Patagonia, que queda lejos y a veces no hay viento, obligando a usar ventiladores, así que filmamos en Navarro»).

«Iluminados...»
se estrenará en abril, «El viento» en mayo, y mucho después, cuando termine de restaurarse, se verá «Lo que le pasó a Reynoso» (la primera película argentina en colores, 1955), que se esperaba lista para este festival.

Pero el trabajo se complicó notablemente, y lo que en principio iba a ser solo un lifting ligero se ha transformado en todo un desafío artesanal, que en sus ratos libres van haciendo los laboratoristas Juan José Stagnaro y Roberto Bernardis, sin animarse a calcular cuánto les sale eso de ir recuperando fotograma por fotograma el tamaño y color original de la cinta, y de eliminar también la infinidad de rayaduras del negativo original, que es lo único que se conserva. Por supuesto, el INCAA se hace cargo, sobre todo después de que ayer se vieron algunos resultados de semejante esfuerzo, el primero que se hace en semejante escala en el país.

Ese negativo es uno de los tesoros que conserva la Cinemateca Argentina. «Una noche del Primer Festival de Rio Hondo fui al casino, lo ví a Tito Alonso, que se había quedado seco, pedirle 3.000 pesos al director Torres Ríos, prometiendo a cambio su actuación gratuita en una próxima película, y entonces aproveché a pedir yo también algo para la Cinemateca...», recuerda con inveterado humor el veterano Guillermo Fernández Jurado. Pero todo esto sólo se muestra en reuniones para la gente del ambiente cinematográfico.

Mientras tanto, el público se ha sentido sólo parcialmente a gusto con la última de Silvio Soldini, «Pasión en el viento» (buena, pero no como su anterior y deliciosa «Pan y tulipanes»), y a disgusto pero atrapado con la primera de Rouven Blankfeld, «En la palma de mi mano» (cansada de tanto agobio, la linda Irma Schmidtt termina matando al padre inválido y mandón y al marido machista), un film de estudiante, hecho con solo 4.000 marcos. «Respeto, entiendo, y acepto que mucha gente grande se levante de la sala. He trabajado en un asilo de ancianos. Tampoco quiero ofender las convicciones religiosas de nadie», aclara el autor, alumno amablemente díscolo de la argentina Jeannine Meerapfel. «Ella fue buena consejera, y trató de protegerme del descalabro que podía ser el film, pero soy joven y cabeza dura. Ahora está orgullosa de mí», dice sin vanagloriarse.

Tampoco se vanagloria
Fernando Spiner, pero su comediadisparatada y muy malhablada «Adiós, querida luna», exhibida a medianoche, ha logrado uno de los mayores puntajes en el voto del público joven. Difícil que lo empareje hoy, en el mismo horario, el voto del público mayor para «Conversaciones con mamá».

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