«The Host» (Gwoemul, Corea del Sur, 2006, habl. en inglés) Dir.: Bong Joon-ho. Int.: Song Kang-ho, Byeon Hie-bong, Park Hae-il, Bae Du-na, Ko Ahsung.
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"The Host" es una película con un monstruo temible y fabuloso, lo suficientemente impactante para disimular el hecho de que no se trata de una película de monstruos, sino una comedia negra satírica cuyos dardos tienen como blanco distintos puntos débiles de la sociedad surcoreana. Sin lugar a dudas este último aspecto es lo que convirtió al film en el más taquillero en su país, y lo que le ha dado su popularidad fuera de Corea entre un público no necesariamente amante del terror.
La película empieza con el negligente derrame de sustancias tóxicas en un rio coreano por cuyas aguas pronto empieza a aparecer un horrible engendro mutante con algo de lagarto, rata y mojarrita, pero que como todo monstruo, es grande y pisa fuerte. El primer ataque de este bicho da lugar a una escena formidable, que justifica por sí sola el precio de la entrada. En realidad, cada aparición del monstruo no tiene desperdicio, pero la trama que rodea cada uno de estos ataques, diseñada para sintetizar los males que aquejan a la sociedad coreana vistos desde una familia marginal a la que ninguna autoridad cree nada, quitan suspenso y se van volviendo más y más obvios a medida que avanza la proyección.
Hace años, directores clase B como George Romero y Larry Cohen mezclaron el terror con la crítica social en films como «El monstruo está vivo» (sobre un horrible bebé mutante), sin nunca permitir que el tono de sus films se les vaya de las manos dentro del género fantástico. Lamentablemente esto es lo que sucede con «The Host», especialmente en la no muy interesante ni tensa sección intermedia, donde la corrupción, las conspiraciones políticas, las quejas de universitarios y ejecutivos llegan a cansar, y sólo hacen desear que aparezca la criatura y borre de un zarpazo tantas miserias.
En sintesis, «The Host» tiene un monstruo memorable que daba para mucho más. Y podría ser disfrutada todavía más por aquellos espectadores que jamás se interesarían en un buen film de terror a la antigua.
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