29 de diciembre 2001 - 00:00

Según nuevo libro, John Ford fabulaba también en la vida

John Ford
John Ford
Madrid (EFE) - La figura de John Ford, el gran contador de historias, es analizada detenidamente en el libro «Print the legend», donde su autor, Scott Eyman, tira por tierra muchas de las leyendas montadas por este cineasta y repasa su historia de amor con otro de los grandes mitos del cine, la actriz Katherine Hepburn.

El libro, publicado en castellano por la editorial española T&B, es el fruto de más de treinta años de investigación en los que Eyman tuvo acceso a los documentos privados de la familia de este magistral cineasta a quien gustaba inventarse todo tipo de historias que fomentasen su leyenda. A John Ford le gustaba decir: «nací en un pub de Irlanda», cuando en realidad había nacido en el Estado de Maine y mentía incluso sobre su fecha de nacimiento, diciendo que había sido en febrero de 1895 cuando en realidad había sido un año antes, ya que fue inscripto en el registro civil bajo el nombre de John Martin Feeney.

Odio a los productores

Gran fabulador, a John Ford le encantaba fomentar su leyenda; el odio acérrimo que sentía hacia los productores y todo el sistema de grandes estudios al que nunca se sometió, se traduce en una vieja anécdota que ha ido pasando de boca en boca sin conocerse qué hay de verdad en ella cuando se cuenta que al llegar uno de los productores al set de rodaje y quejarse por llevar cinco páginas de atraso, Ford las arrancó del guión y le soltó «ahora ya no estamos atrasados».

Eyman
escribe: «Ford era un hombre que contaba historias por el placer de contarlas; para entretener a su público, por supuesto, pero también para entretenerse él». Unas historias que inventaba para dar la sensación de ser un hombre «de verdad, indomable y curtido. Todo formaba parte de la vasta y amplia cortina de humo de la que John Ford era dueño y señor».

Un hombre de apariencia dura que escondía a un ser «nostálgico, romántico y de un conservadurismo innato», un hombre «profundamente tímido» que amaba «el acto físico de realizar películas porque era lo único que le permitía salirse de sí mismo». Un ser «temeroso de que se averiguara que era un ser sensible y un artista, que se construyó un exterior de piedra, un personaje que poder interpretar. Era el cascarrabias Jack Ford».

Y como cascarrabias, a
Ford le gustaba provocar, como en aquella ocasión en que un hombre le preguntó si había regalado un tanque al ejército de Franco. «Es verdad -dijo-, pero no se preocupe, también di uno al bando de los buenos». Un hombre, en fin, que supo, como nadie, imponer respeto en Hollywood, bebedor, pendenciero y bromista, sobre todo con sus amigos más íntimos, la auténtica troupe que se desplazaba con él en cada nuevo rodaje.

¿Romance?

El libro también hace hincapié en el romance entre Ford y Katherine Hepburn, un episodio no probado que surgió en 1936 durante el rodaje de «María Estuardo», cuando él tenía 43 años y ella veintiocho. «Hepburn era una de las pocas personas de ambos sexos a la que Ford no podía intimidar», escribe Scott Eyman, quien comenta cómo ambos compartían su inconformismo y su pasión por el aire libre, pero, aparte de eso, no tenían casi nada en común, aunque les unía el mutuo respeto y admiración.

«Hepburn no podía respetar a ningún hombre al que pudiera dominar y no podía dominar a Ford»
, escribe Eyman, quien va relatando cómo la actriz nunca admitió abiertamente que su relación pasase de un nivel meramente platónico, algo que muchos dudan, como relata el autor, quien cita diferentes fuentes que hablan de una mujer «demasiado ardiente como para no consumarlo» y de un hombre al que nadie se imagina «retrocediendo como un cura».

Poco claro

«Estaba claro que Hepburn quería a Ford, pero los sentimientos definitivos de él no estaban claros», puesto que, aparte del catolicismo que le impedía divorciarse de su mujer, era un hombre al que le gustaba «el cómodo ritmo de la rutina» explica Eyman, quien corrobora sus afirmaciones con un comentario que, años más tarde, hizo John Wayne a su tercera esposa diciéndole que Ford «se hubiese casado con Hepburn al instante, si no hubiese sido católico».

Para el autor del libro, la relación con
Hepburn marcó un antes y un después en la carrera de John Ford, cuando ambos tomaron la decisión de dejar de verse, como lo demuestra el que a la hora de rodar la gran historia de amor que fue «El hombre tranquilo», el cineasta cambió el nombre de la heroína, originalmente llamada Ellen para convertirla en la suma de sus dos amores, su esposa Mary y su amor Katherine ( Kate) llamándola Mary Kate.

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