“En Francia hay una convicción de que el pueblo debe conocer las grandes obras clásicas y sostienen los teatros nacionales , que montan clásicos y contemporáneos, con medios financieros importantes provenientes del Estado. En cualquier lugar del mundo hay que luchar por el financiamiento público a la cultura”, dice Philippe Ariagno, agregado cultural que vista nuestro país y lleva adelante la iniciativa “Tintas caribeñas”.
Sigue "Tintas caribeñas", un cruce entre dramaturgias locales y extranjeras
El ciclo abre un espacio para que dramaturgos que llegan del caribe vean montadas sus obras en formato de lecturas dramatizadas en español a cargo de argentinos. Se verán obras en el Teatro Nacional Cervantes, el Teatro Argentino de La Plata y la Alianza Francesa de Buenos Aires.
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Ese ciclo se realiza desde el martes pasado y se presenta hasta el sábado, dedicado a las dramaturgias caribeñas contemporáneas. Además abre un espacio para que dramaturgos que llegan del caribe vean montadas sus obras en formato de lecturas dramatizadas en español a cargo de argentinos. Se verán obras en el Teatro Nacional Cervantes, el Teatro Argentino de La Plata y la Alianza Francesa de Buenos Aires.
El ciclo se realiza en colaboración con el Festival des Francophonies de Limoges, con entrada gratuita. Toda la información está disponible en la página ifargentine.com.ar. Conversamos con Philippe Ariagno, agregado cultural que lleva adelante esta iniciativa.
Periodista: ¿Qué podés decir de la dramaturgia local y su cruce con la francesa y la caribeña? No vemos mucho teatro caribeño, ¿cuáles son sus temáticas?
Philippe Ariagno: Este foco caribeño es un eco grande del proyecto Tintas frescas que consiste en traducir al español obras francófonas con varias publicaciones. No vemos mucho teatro caribeño, es nuevo, tiene una influencia más grande de la literatura caribeña a través de romances y comienza a tener cierta visibilidad con obras traducidas. Es una dramaturgia poco conocida por eso hacemos estos eventos, para llevarla a la luz. Son autores jóvenes, por ejemplo, hay un texto muy fuerte con la palabra poética de quien escriba desde la cárcel a su amante, mientras hay una revuelta contra la corrupción, el hambre y todo lo que toca a Haití. Son temas recurrentes políticos y sociales. Hay otro guión que aborda la ley del incesto y los secretos de familia, si se escapa o se logra salir de ese secreto. “Ciclón” versa sobre este fenómeno que arrasa y están los intercambios entre las dos supuestas hermanas, que pueden destruirse. Ahí aparece la relación con la naturaleza cuando todo puede ser desastroso. Hay otra obra sobre el trafico de drogas, desde Guayana Francesa, es decir, son temas íntimos y al mismo tiempo universales, y el marco en regímenes políticos autoritarios que pueden ocurrir en América del Sur. Esta literatura caribeña tiene algo del realismo mágico de García Márquez.
P.: Hay mucho teatro francés en nuestra cartelera y nuevos dramaturgos que siguen la línea de la comedia, ¿qué heredaron de los clásicos franceses?
P.A.: En Francia y el mundo los clásicos de Moliere y Racine siempre son referentes y hay muchos directores teatrales que transforman los clásicos a una visión más contemporánea que refleja la actualidad. Temas de hoy en la vida de Francia son revisitados y todavía resuenan los de siempre. Hay nuevas generaciones de dramaturgos que, como Moliere, a través del humor hablan de la política o la sociedad.
P.: ¿Cuáles son las problemáticas para saltar de la dramaturgia al escenario?
P.A.: Poner en escena un texto es un gran desafío, más en la caribeña que es un texto de países que no se conocen muy bien todavía en Francia. Hay que recontextualizar los textos poéticos, literarios o de teatro, es complicado. Es bueno el intercambio entre autor y director desde sus diferentes contextos, las discusiones que afloran facilitan el montaje de estos textos con visión y complicidad de los actores.
P.: ¿Cómo ves el teatro independiente local? ¿Cómo es en Francia?
P.A.: En Francia hay un circuito todavía bien sostenido y subvencionado por el Gobierno francés, es el teatro público, que no es tan independiente porque recibe subvenciones públicas pero sin presión sobre qué montar o decir. Eso todavía continúa y hay dinero para trabajar. Es difícil el circuito independiente de montar una obra teatral con medios reducidos, que sin embargo no tiene que ver con el nivel brillante que hay aquí, con directores y coreógrafos realmente muy buenos. El teatro independiente se concentra sobre Buenos aires y poco por el resto del país, al igual que en Francia hay mucho en París pero también hay bastante en otras provincias, hasta en los Alpes.
P.: ¿Cómo ves la cultura en Argentina y en Francia?
P.A.: En cualquier país del mundo, inclusive Francia, hay que luchar siempre para lograr nivel de financiamiento público de la cultura, objetivos muy importantes en una sociedad. Tuvimos la suerte de tener grandes funcionarios que dieron gran financiamiento, la cultura es el mejor camino del hombre al hombre, de un lado humano. Hay desequilibrio entre Francia y Argentina, el mismo que entre Europa y América del Sur, con apoyos financieros donde el modelo francés todavía es ejemplar pero es a base de luchar e intentar sostenerlo. En los últimos diez años ese financiamiento se estabilizó y con la inflación no tan grande como Argentina los costos subieron y los márgenes artísticos disminuyeron. Sin embargo todavía por suerte el nivel es aceptable.
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