28 de febrero 2020 - 00:01

Cervantes 2020: "Hay que ser pragmáticos en los primeros pasos"

Los contenidos de la temporada prevista por Alejandro Tantanián se mantendrán a lo largo del año, que se inició con un primer conflicto gremial.

Blutrach y D’audia. Nuevos directores del Teatro Nacional Cervantes tras la gestión de Alejandro Tantanián en el macrismo, que tuvo sus fervorosos defensores y sus críticos permanentes.

Blutrach y D’audia. Nuevos directores del Teatro Nacional Cervantes tras la gestión de Alejandro Tantanián en el macrismo, que tuvo sus fervorosos defensores y sus críticos permanentes.

A un mes de asumir la dirección del Teatro Nacional Cervantes, Rubén D’Audia (director) y Sebastián Blutrach (asesor de programación), se refirieron, en diálogo con este diario, a los criterios de programación del único teatro nacional del país y al desafío ante una sala que estuvo cerrada durante los últimos tres meses de la gestión de Alejandro Tantanián por conflictos gremiales.

Hace dos semanas debutó la primera obra de la temporada, “Teoría King Kong”, de la autora feminista francesa Virgine Despentes, con Soledad Silveyra, Mercedes Morán y Andrea Bonelli. Pero el viernes pasado ya hubo un paro sorpresivo con suspensión de actividades y reprogramación.

D’Audia es exgerente de Educ.ar, y Blutrach dueño del Teatro Picadero y presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales AADET, de donde debió tomarse licencia.

Periodista: ¿Cómo se convive con esta conflictividad?

Rubén D’Audia: La medida de fuerza se dio en un marco de trabajo con los gremios, lo que nos sorprendió. Estamos trabajando con ellos, en sus distintos reclamos y cuestiones. Buscamos poner en valor el capital de los trabajadores del Cervantes, que son muy reconocidos por sus colegas. Sólo recibí palabras buenas en relación a la dotación técnica del teatro así que nos queda mejorar las condiciones laborales, ofertar y poner a su disposición capacitación y formación,estas personas tienen carrera y experiencia para transmitir a otros que están comenzando.

P.: ¿Qué otras cuestiones afectan al Cervantes tras meses de conflictos y cierre?

R.D.: Hemos encontrado graves problemas, por ejemplo, duplicidad de tareas y malestar en el clima de trabajo. Con duplicidad me refiero a personas de planta con cargos concursados y que, en los últimos tres años, había otras personas que hacían esos trabajos, dejando a los de planta sin tareas. Eso se está ordenando, junto con el caos en el que se encontraba la institución en el detrás de escena y programación, porque en ese sentido siempre fue elogiada.

Sebastián Blutrach: Notamos lo mismo que a nivel país en estos cuatro años, cansancio y problemas económicos. Por supuesto que al tener tantas áreas, es fundamental la transversalidad, que si se consigue conlleva un enorme potencial de rendimiento.

P.: ¿Cuáles serían los aciertos de la gestión de Alejandro Tantanián a la que algunos detractores tildaron de demasiado “moderna”?

R.D.: Tuvo un reconocimiento que le ha hecho la comunidad artística y del teatro, pero también hay quienes han tenido una mirada más crítica. Siempre hay tensión en relación a cómo se programa. Por ser éste el único teatro nacional del país, entiendo las tensiones y expectativas de algunos sectores y eso es sano. Las propuestas de Tantanián fueron, desde lo artístico, muy interesantes; le ha dado un aire a la programación del Cervantes, eso hay que destacarlo.

P.: ¿Y cuál será el criterio de ustedes en cuanto a la programación?

R.D.: No suma trabajar desde las antípodas. Si vamos por oposición al teatro vanguardista, experimental y con lugar sólo para lo más nuevo, la contraparte sería volver a los textos más tradicionales en el buen sentido, y el Cervantes caería en sólo revisitar permanentemente nuestro pasado y a ciertos autores. Ese planteo no es algo que pueda ayudar a pensar líneas sobre cómo programar. Contamos con tres espacios en el Cervantes, la sala María Guerrero, que es única; hay muy pocas como esa en el país, y eso es un condicionante porque los espectáculos que allí tengan lugar deben estar en consonancia con ese espacio. El teatro oficial tiene la responsabilidad de poder plasmar el trabajo de creadores o proyectos que sólo los puede soportar el teatro oficial en relación a la producción y logística. Sólo el oficial puede encarar proyectos con elencos numerosos con producciones que van más allá del resultado económico, porque el oficial no persigue lucro sino la posibilidad de distribuir capital cultural. A partir de ahí surgen pistas sobre por dónde tendríamos que empezar a pensar. Y además hay dos salas más pequeñas para llevar adelante otro tipo de espectáculos que quizá no vayan en la misma línea que la sala principal. Pensamos en un ciclo de cuatro años, que puede ir visitando distintas experiencias y propuestas manteniendo una línea. No hay que poner todo en 2021 ni atarnos a cosas que nunca haríamos. El teatro piensa en la programación pero además lleva adelante un programa de gestión de públicos, esto es, hacer posible que gente que nunca accedió tenga ese primer acercamiento. Y desde luego que con un piso básico de calidad y respeto a los artistas.

P.: La programación 2020 es la que dejó la gestión anterior.

S. B.: Sí, y es de excelente calidad y no estamos en condiciones, después de tres meses de cese de actividades, de cambiar demasiado. Para tener el teatro abierto y en funcionamiento, debemos ser pragmáticos ya que vamos atrasados con todas las producciones y el calendario de trabajo, ojalá podamos ponernos rápidamente al día, y tenemos planificado en paralelo ir trabajando y pensando el 2021 donde definitivamente tendrá nuestra impronta, aunque este año podremos tener algunas decisiones que considero importantes.

P.: ¿Cómo se encara la asesoría de un teatro oficial a diferencia de lo que acostumbra en El Picadero? ¿Qué criterios hay que tomar en cuenta y cómo se ponen en práctica?

S.B.: Es un trabajo integral donde hay mucho del funcionamiento del teatro en cuanto al escenario, el área técnica y las áreas que posibilitan poner un espectáculo, y otra cosa es la administración pública, donde Rubén tiene una gran experiencia y por tanto nos complementamos. Por supuesto que cada espacio tiene sus características, y el Cervantes como único Teatro Nacional, tiene funciones que no puede dejar de dar, la responsabilidad de ser federal en varias direcciones, producción en el terreno, programación en CABA y sacar contenidos a girar y tener presencia en las escuelas, como eje fundamental. Abordar grandes textos, inviables para el circuito privado, y darle lugar al riesgo apostando a nuevos creadores. También ser un centro de reflexión y pensamiento de nuestras artes escénicas.

P.: ¿Cuáles son esos grandes textos que el privado no puede abordar?

S.B.: Hay textos imprescindibles, imposibles por cantidad de personajes o temáticas, y el teatro nacional debería inspirar a los creadores a atreverse con esos textos. No tiene sentido poner ejemplos, son variados. Y en cuanto a federalizar, implica ampliar circuitos y retomar programas como el Cervantes en las escuelas o el Cervantes en los caminos.

R.D.: Federalizar no es solamente que los espectáculos salgan de gira, o que espectáculos del interior vengan al Cervantes, no excluye esto pero va más allá. La federalización tiene que ver con instancias de intercambio entre distintos profesionales del quehacer teatral, incluir al sistema educativo, a las escuelas de todo el país, la posibilidad de pensar estrategias del Cervantes como actor primordial para promover la actividad teatral en el país.

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