28 de septiembre 2001 - 00:00

Teresa Berganza sedujo nuevamente a su público

Recital de Teresa Berganza (mezzosoprano), con Julio Alexis Muñoz (piano). Obras de Vivaldi, Scarlatti, Haendel, Rossini, Guridi, Halffter, Toldrá y de Falla. (26/9, Teatro Colón. Asociación Wagneriana.)

Un recital de esta extraordinaria y única cantante es lo más cercano a la felicidad. Con una trayectoria pletórica de triunfos, en esta séptima presentación frente al público argentino se renovó el romance iniciado en el debut, allá por 1967, lo que es decir 34 años de permanencia y fidelidad.

Reconocida mundialmente como genial intérprete de Mozart y Rossini, por su «Carmen» incomparable junto a Plácido Domingo y dirigida por Claudio Abbado y tantos otros aciertos, éste fue el reencuentro con el timbre incomparable de su voz, su técnica para la «leggereza», su dominio de los idiomas y acentos, su aristocrática elegancia y la inalcanzable estatura artística.

Es comprensible que sus agudos hayan perdido algo de ese esmalte tornasolado, es la vida que pasa; pero en el registro central, en su capacidad para transmitir emociones, en lo trascendente de su emisión, la calidad está inalterable. Una primera parte, breve, dedicada a los barrocos, haciendo ornamentaciones distinguidas, convirtiendo «Piangeró la sorte mia» de Haendel en un canto épico, y terminando con un emotivo «Addio di Rossini» y esa «Arieta alla spagnola» que quedó vibrando en la memoria.

En la segunda parte honró a los compositores españoles del Siglo XX. Su pianista adquirió cierto protagonismo en la composición de Ernesto Halffter (1905-1989), «La niña que se va al mar», y ella resaltó la belleza del poema de Rafael Alberti. Cuando terminó la serie de Manuel de Falla, aquello fue una apoteosis: lluvia de papelitos desde los balcones, el escenario sembrado de flores, el público enloquecido, Berganza emocionada.

En una demostración de resistencia y entrega ofreció nada menos que siete «bises», cada uno obedeciendo los reclamos de los miles de admiradores en la sala.
«Como bien saben no soy cantante verdiana, dijo, «pero yo también quiero homenajearlo», y cantó «Lo stornello». Si hubiera querido ser verdiana, lo habría logrado. Siguió el aria de «Mignon» de Ambroise Thomas, su festejada «Menegilda» de la zarzuela «La gran via», la «Tarántula» y la borrachita de «La Perichole».

Con acento criollo y estilísticamente exacta celebró a dos argentinos de reconocimiento mundial:
Carlos Guastavino con «El sampeorino» y Alberto Ginastera con «La canción del árbol del olvido». Muy bien por la Wagneriana, que el próximo 18 presenta a Jessye Norman, con la cual habrá cumplido la tarea de traer a dos de las más importantes cantantes del mundo al Colón.

Dejá tu comentario

Te puede interesar